España juega en esta Copa Davis con una ventaja que podría llegar a darle la Ensaladera: la conciencia de sí misma. Los jugadores saben perfectamente lo que son, cuál es su juego y cómo explotar sus virtudes. Más allá del vivo sentimiento de equipo, incluso de las ganas de reivindicarse, está la pericia de quien se conoce. Este sábado, en los dos primeros partidos de las semifinales ante Alemania, Pablo Carreño supo jugar sus cartas para vencer a Jan-Lennard Struff por 6-4 y 7-6(6) y Jaume Munar estiró sus virtudes hasta perder ante Alexander Zverev por 7-6(2) y 7-6(5). El partido de dobles, con Pedro Martínez y Marcel Granollers, será decisivo y ahí también contará la autoconsciencia.
La pareja alemana formada por Tim Pütz y Kevin Krawietz lleva muchos años unida, esta temporada incluso se clasificó para las ATP Finals, pero el dúo español sabe lo que tiene que hacer. Si mantiene la tranquilidad en los momentos decisivos, como hizo en los cuartos de final ante la República Checa, España jugará su undécima final de la Copa Davis.
«No tenemos el mejor equipo, con Carlos [Alcaraz] el nivel sería mucho más alto, pero sabemos lo que somos. Todos tenemos ya una carrera detrás, hemos hecho grandes cosas, no acabamos de empezar», analizaba Carreño después de su triunfo salvador ante Struff. Tras su derrota ante Jakob Mensik en cuartos, el número dos del equipo español sabía que esta vez su punto era decisivo y aprendió de sus errores.
El tie-break «milagroso» de Carreño
Dos días atrás, se marchó del Bologna Fiere con el gesto torcido: se sintió un novato. Por supuesto, podía perder contra un portento de 20 añitos como Mensik, pero no tenía que hacerlo como lo hizo. Con todo de cara, incluso un break a favor, se entregó a los nervios y cayó en fallos tontos. Este sábado, en cambio, se quitó la espina. Ante Struff, Carreño hizo lo suyo, lo que lleva haciendo toda la vida, y afinó en los momentos decisivos. El alemán es un tenista con un saque y una derecha peligrosa, pero carece de paciencia, ya no hablar de sentido táctico. El patrón del español pasaba por mantener su saque, aguantar sus embestidas y esperar su oportunidad. Y cumplió.
En el primer set fue capaz de remontar un break en contra para imponerse, y en el segundo no se desesperó pese a todo, pese a mucho. Hubo dos situaciones peliagudas. La primera, en contra: con 5-4 en el marcador, Carreño tuvo tres bolas de partido y Struff las salvó por centímetros. Y la segunda, a favor: en el tie-break el español llegó a verse con un 6-1 en contra y, aun así, fue capaz de rehacerse, salvar esas cinco bolas de set e imponerse. «Ha sido casi milagroso», valoró Carreño cuyo conocimiento llevó al éxito.
Munar, en cambio, se quedó a un paso. Como su compatriota, el líder de España exprimió al máximo todas sus habilidades para acorralar a Zverev, pero no pudo superar la calidad del alemán. En los dos sets Munar consiguió una ruptura y alcanzó el tie-break -todo un logro ante el número tres del mundo-, pero en esas instancias no tuvo tanto acierto. En ambos, Zverev le cedió la iniciativa y a Munar se le desviaron los golpes ganadores. «No he jugado mi mejor tenis, no he aprovechado mis opciones, especialmente en los tie-breaks. El partido ha sido igualado porque excepto Carlos y Jannik todos estamos muy igualados», comentó Munar antes de irse a animar a la pareja española de dobles.
