De pronto, y de modo doblemente indirecto, Yu Zidi se convirtió, a sus 12 años, en la medallista más joven de la historia en un Campeonato del Mundo. En la última prueba de la jornada, los relevos 4×200 libre, China (7:42.99) acabó en tercer lugar detrás de Australia (7:39.35) y Estados Unidos (7:40.01). Dado que Yu había participado en la semifinal, obtuvo oficialmente el derecho a recibir un metal doblemente indirecto por eso, por colectivo y por estar ella ausente en el envite definitivo. Pero si China estaba en el podio es porque Yu había contribuido a ello.
Mollie OCallaghan, que cerró el cuarteto australiano, y ya campeona en la prueba individual, se colgó otro oro. Katie Ledecky, que se peleó sin fruto con ella, pugnando por un imposible agarró con la plata su medalla número 29 en un Campeonato del Mundo. Abrumador.
Volvemos a Yu Zidi. Fue un gran día para la infantil sirena. Al comienzo de la jornada, en la final de los 200 mariposa, se quedó de nuevo, como en la de los 200 estilos, en la cuarta posición. No consiguió franquear la frontera que separa la nobleza de la realeza, pero su actuación está contribuyendo al recuerdo que permanezca del Campeonato. Aún le quedan los 400 estilos. Será difícil que, a su tierna edad, no acuse el esfuerzo. Pero quién sabe.
Summer McIntosh, la vencedora, estaba disgustadilla, a pesar de su tercer oro. Quería batir el plastificado récord de Liu Zige (o Zige Liu, que nunca sabemos muy bien dónde colocar los nombres y los apellidos chinos) que data de 2009 (2:01.81). Realizó 2:01.99. Regan Smith (2:04.99) y Elizabeth Dekker (2:06.12) ni la vieron. Yu Zidi (2:06.43) no acabó lejos de la australiana.
La jornada era golosa, con todas estas mujeres y con un par de hombres en liza: Léon Marchand y David Popovici. Y de lo goloso, implícito en todo lo atractivo, a lo glorioso, sobreentendido en todo lo triunfal, Marchand aplastó, bueno, ahogó a sus rivales. No batió el récord del mundo, pero realizó la segunda mejor marca de la historia (1:53.68), sólo superada por su récord en las semifinales. Shaine Casas (1:54.30) se acercó al tope estadounidense, hasta ayer mundial, de Ryan Lochte (1:54.00). Hubert Kos (Hungría) fue un bronce lejano (1:55.34). Los tres son discípulos de Bob Bowman, el muñidor de Michael Phelps.
Popovici, en los 100 libre, también cumplió los pronósticos y, también realizó la segunda mejor marca de todos los tiempos. Nadando como siempre, más conservador al principio y huracanado después, se plantó en unos 46.51 sólo superados por los 46.40 de Zhanle Pan (o Pan Zhanle, ya saben), eliminado en las semifinales. Jack Alexy también bajó de los 47 segundos (46.92). No así, un poco sorprendentemente, Kyle Chambers (47.17). Popovici es el rey de la velocidad. Participará asimismo en los 50, que le vienen algo cortos para su manera de nadar. Pero sus oros en los 100 y los 200 lo acreditan de sobra.
EEUU a velocidad de crucero
Doblete USA en los 50 espalda femeninos con Katharine Berkoff (27.08) y Regan Smith (27.25), muy amenazada por la china Letian Wan (27.30). Estados Unidos, superado el virus gastrointestinal que afectó al equipo, está alcanzando su velocidad de crucero.
Satisfacción española. Carles Coll se convirtió en el primer compatriota en acceder a una final, la de 200 braza. Y de qué manera, con el quinto mejor tiempo (2:08.49) de los elegidos. Batía de ese modo, de paso, el lejano primado de poliuretano de Melquíades Álvarez: 2:09.69 desde 2009. Carles nadó de modo muy regular (y regulador) en su semifinal. Dobló en primer lugar por los 50. En segundo por los 100. Y en tercero por los 100 para concluir también tercero. Dio la impresión de controlar la distancia y el cronómetro. De no emplearse a fondo.