La noche había empezado con un farol y pérdidas considerables, pero Lando Norris se marchó de Las Vegas con las fichas que deben hacerle campeón del mundo en las dos últimas carreras. Max Verstappen, por el contrario, salió de los casinos sabiendo que había aprovechado su mano buena, aunque con ella no haciese saltar la banca. Tras el pertinente paseo en un Cadillac Rosa, George Russell también quiso su cuota de protagonismo junto a Mickey Mouse en un podio demasiado cuesta arriba para Carlos Sainz, séptimo en la meta.
Mad Max se permitió la licencia de cruzar la bandera a cuadros con vuelta rápida (1:33.365) y 20,7 segundos de ventaja sobre Norris. La sexta de la temporada deja al holandés a 42 puntos del liderato. Con apenas 58 en juego, su prioridad en Qatar y Abu Dhabi será discutir el subcampeonato a Oscar Piastri, que le aventaja en 12. El australiano volvió a arrastrar sus penas por el Strip Circuit, donde debió conformarse con la cuarta plaza, en parte gracias a la sanción a Andrea Kimi Antonelli. El rookie italiano, tras 48 vueltas con el neumático duro, fue otro de los protagonistas de una carrera en la que había partido decimoséptimo.
Si el golpe de realidad resultó duro para Sainz, sin recursos para soñar por el podio, no digamos para Fernando Alonso. Séptimo en la parrilla, el líder de Aston Martin fue cediendo terreno hasta acabar decimotercero bajo la bandera a cuadros, agitada por Catherine Zeta-Jones. Por detrás de los Haas y el Sauber de Nico Hulkenberg. El enésimo motivo para el sonrojo en el equipo dirigido por Andy Cowell. «Somos más lentos que ellos con el DRS activado, así que no podemos hacer mucho», admitió el asturiano por la radio, exasperado por la lentitud del AMR-25.
Desde el fondo de la parrilla, Lewis Hamilton había ganado siete posiciones antes de cumplir un par de vueltas, aprovechando la demencial acometida de Gabriel Bortoleto, que había dejado numerosas víctimas a su paso. La más grave, Lance Stroll, obligado al abandono. Tampoco pasó desapercibida la maniobra de Liam Lawson por el interior de la curva 1. Con la excusa de evitar a Russell, el neozelandés impactó contra Oscar Piastri, dejando su McLaren no muy bien parado.
A esa pugna en la zona noble se quiso sumar Oliver Bearman. Su hábil maniobra en la salida le hizo ganar seis posiciones, una de ellas ante Lawson, ya con el alerón delantero descolgado. De modo que Alonso se instaló en la novena plaza, a la estela del británico de Haas, sudando para sujetarse en la zona de puntos ante monoplazas que le aventajaban en prestaciones.
Justo después de un virtual safety car, Aston Martin convocó a su líder para un primer pit-stop en la vuelta 17, colocando un juego de duros, ganando la posición a Bearman, perjudicado por la lentitud de sus mecánicos cuando quiso protegerse. Aun con daños en el alerón delantero, el asturiano se gustó con un par de adelantamientos a Yuki Tsunoda y Franco Colapinto.
Por entonces ya no daban mucho de sí los neumáticos, así que en la vuelta 22, Sainz y Norris aprovecharon para montar los duros. Desde el arranque, el líder del Mundial se había obsesionado en reducir la degradación con el lift and coast, reservando su ritmo de ataque para más tarde. Además, cuando se vio con fuerzas, Russell le tendió una alfombra roja. «No voy a hacer nada estúpido para poner en riesgo nuestro podio», avisó a 16 vueltas para la meta.Uno de esos equívocos mensajes tan del gusto del líder de Mercedes, compatriota de Norris y enémigo acérrimo de Verstappen.
Más obligado por las circunstancias, Sainz intentaba sofocar los ataques de Charles Leclerc. Sin embargo, no había ritmo en su coche. Ni para soñar con el podio, ni para contener a un Ferrari. Tras una vibrante qualy, la realidad de Williams era mucho más prosaica, como la de Alex Albon, obligado al abandono tras una noche aciaga. Un error en el procedimiento de salida le costó una reprimenda y una maniobra frente a Hamilton en la curva 14, cinco segundos de sanción.
