«La inteligencia artificial abre posibilidades desconocidas y reduce costes de procesos hasta ahora prohibitivos, pero también plantea una amenaza existencial para diversas profesiones creativas, que observan con preocupación cómo la IA se apropia de su trabajo y pone en cuestión su contribución». La Academia de Cine anunciaba así unas jornadas sobre esta tecnología el pasado mes de mayo. En julio, aprobaba nuevas bases para acotar su uso en las obras elegibles en los premios Goya. No ha tardado en llegar la primera película, un corto que mezcla animación e imagen real, para poner a prueba la posición exacta de la institución que preside Fernando Méndez-Leite. El principio de incertidumbre, aplicable a casi todo, también es válido en esta polémica.
El corto de Rubén, dirigido por José María Fernández de Vega y producido por Glow, ya ha ganado varios galardones nacionales e internacionales. La historia, de tinte humorístico, cuenta los sufrimientos de un joven cineasta obligado a ceder en todos los aspectos creativos para sacar adelante su primer cortometraje. Su presencia en la shortlist de las obras preseleccionadas para los Goya ha motivado la indignación de algún académico, por considerar que infringe las normas recién aprobadas.
El conflicto surge por la música. En realidad, la banda sonora apenas es audible a lo largo de los 23 minutos que dura corto, salvo en los títulos de créditos finales, cuando suena una canción compuesta presuntamente con ayuda de IA y cantada por Ai Tiana, un nombre que parece algo más que un guiño.
Xosé Zapata, presidente Pixel Clúster, asociación de empresas de animación de Madrid, fue el primero en pedir explicaciones a la Academia: «Nuestra posición es contraria y tajante. El corto infringe la normativa. Varios socios del clúster están afectados muy seriamente por recortes de plantilla y es una frivolidad admitir este título», asegura el productor, director y guionista gallego, ganador él mismo de un Goya.
«Me parece muy grave abrirle así a la IA la puerta de entrada, sin una comisión especializada y admitiendo el uso de inteligencia artificial en la música», añade Zapata. «Se trata de un uso frívolo que infringe los derechos de autor de forma clarísima en el aspecto musical, que es uno de los protegidos por la ley, al igual que la escritura y la dirección. Lo que ha hecho la Academia es una aberración. Al vicepresidente le dije que tenían dos alternativas: abrir la puerta a la IA en los Goya o defender a los autores».
Respuesta de la Academia de Cine
La Academia de Cine considera, sin embargo, que El corto de Rubén no incumple las bases, por lo que ya forma parte de la lista corta con los títulos seleccionados, de los que saldrán los cinco nominados. «Todos los años se modifican las bases para adaptarse a las demandas del sector. Las publicamos en julio y esta película cumple perfectamente los requisitos respecto de la IA», responde una portavoz de la institución. La IA se ha utilizado, asegura, «como herramienta de apoyo y bajo control humano».
Desde Glow también sostienen que el corto cumple las normas, pero ni la productora ni la Academia quieren detallar en qué medida se utilizó una IA para componer la música de la canción, qué programas se utilizaron ni quién es la cantante Ai Tiana. Zapata pidió a la institución documentos que acrediten las herramientas utilizadas, pero tampoco logró nada. «Lo único que se nos ha trasladado desde la especialidad de animación es que la productora ha certificado el uso de IA tanto en la música como en la voz de la banda sonora», declara el productor.
Emilio Luna, responsable de comunicación de Glow, asegura que el productor, Fernández de Vega, había enviado toda la documentación solicitada y que esta se había validado. «No hay posibilidad de que se haya incumplido nada, porque el corto está en la shortlist, como ya estuvo Buñuel en el laberinto de las tortugas, que ganó».
Escasa presencia musical
En el corto, la música incidental, firmada por Óscar López Plaza, tiene una presencia mínima, hasta que suena la canción, con letra de Mary Cruz Leo, guionista del corto, y composición atribuida en los créditos a Pepe Pozueco. Según Zapata, pozueco es «un director técnico sin la acreditación de músico, sin cualificación ni consideración como tal que pueda acreditar su autoría».
El productor no pone en duda la buena intención de los autores del corto, pero sí la actuación de la Academia, que según él debería suponer la descalificación de la obra. No sería la primera vez que ocurre algo así. En 2012, fue eliminada una película de animación, O mago dubidoso, que había llegado más lejos y estaba incluso entre las nominadas. El motivo es que se descubrió que había utilizado fragmentos de bandas sonoras conocidas, como la de El señor de los anillos.
Actor y vocal de la Academia
Un dato quizá relevante es que en el reparto de El corto de Rubén figura Iván Miñambres, con quien no ha sido posible hablar, pese a los intentos realizados. Miñambres es también vocal de animación de la Academia de Cine e integrante de la junta directiva que validó la participación de este título en los Goya.
La película, por otro lado, tiene un presupuesto de 218.000 euros y recibió una subvención de 119.000 por parte del Ministerio de Cultura, la más alta otorgada a un corto en la convocatoria de 2025.
Lo que dice el reglamento de los Goya
Se hace necesario consultar lo que estipulan las bases de la Academia sobre el uso de una tecnología que parece imparable. El artículo 3.4 dice lo siguiente:
—«Solo podrán optar a los premios Goya aquellas obras cuya creación y desarrollo artístico y técnico estén liderados por personas físicas identificables».
—«El uso de sistemas de inteligencia artificial será admisible únicamente como herramienta de apoyo», siempre que: «no sustituya la autoría humana de forma integral o mayoritaria» y «no se generen elementos fundamentales de la película sin una supervisión directa y una intervención creativa sustancial por parte de personas físicas responsables».
Por otro lado, todas las obras que hagan «uso significativo de inteligencia artificial» deben declararlo de forma expresa en el momento de su inscripción a los premios, detallando el tipo de herramientas utilizadas, su aplicación específica y el grado de implicación humana. Si la Academia considera que se ha vulnerado el principio de autoría humana, «podrá declarar la obra no elegible».
Un debate que llevará años
Consultamos el caso con Carlos Fernández de Vigo, director, guionista y productor de cine y videojuegos, ganador de un Goya al mejor corto del año pasado por Cafunè y uno de los mayores expertos de nuestro país en IA. «Llevamos años trabajando en la IA, desde mucho antes de la llegada de ChatGPT», asegura, «y puedo decir que es más importante que la invención de la imprenta».
Fernández de Vigo se considera incluso «el primer creador activista de la IA», aunque con ciertas condiciones. «Vimos que iba a cambiarlo todo y que había que domarla». Por eso crearon un estudio en Navarra en el que trabajan 40 investigadores que desarrollan sus propias herramientas, no las de otros, con el fin de «actuar al sevicio de la expresión artística, con una perspectiva humanista y ética».
Fernández de Vigo cree que, «al margen de si un corto cumple o incumple el reglamento, la llegada de la IA representa una disrupción que afecta a casi todos los ámbitos». Como autor, defiende la creación de una comisión con expertos de las diferentes disciplinas representadas para elaborar una propuesta, que debería ser ratificada en asamblea.
«La IA supone un cambio profundo y exige diálogo y paciencia. La mayoría no entiende cómo se construyen y entrenan las inteligencias artificiales, ni sus implicaciones éticas y legales. Cuando vayan entendiendo, habrá que hacer adaptaciones. La Academia debe abrir una conversación profunda y posicionarse de forma clara, responsable y democrática», apunta.
«Me gusta ser positivo. Usemos este momento para sentarnos a trabajar, a dialogar y a plantear fórmulas que permitan que la industria del cine español, una de las más importantes del mundo, con un legado valiosísimo, mantenga su riqueza artística actual». «Es un proceso que requiere años, hasta que se asiente todo».
«Para Cafuné, que ganó el Goya y fue preseleccionada para el Oscar, no usamos nada de IA y podríamos haberla hecha entera y nadie lo sabría, pero no habría tenido el mismo recorrido, porque cada fotograma recoge la pulsión artística y tiene un mensaje único, el fruto de toda una vida de preparación. Es verdad que en este escenario habrá gente buena que actúe de buena fe y malvados que hagan cosas malas, y gente que por pura ignorancia hará cosas que no son buenas».
Este último grupo es el que más le preocupa: «Al malvado se le puede pillar si se salta las reglas, pero si hay un número alto de personas que por ignorancia abren puertas y desarrollos con un impacto negativo, puede suponer un peligro para nuestra sociedad. Se nos exige calidad y altura de miras para analizar el momento y tomar decisiones con diálogo y reflexión. Nos vamos a equivocar todos, porque es un mundo nuevo, pero debemos ir con la calma, no con las antorchas y los tridentes».
