Uno de los estados más expuestos del flanco oriental de la OTAN, Lituania, se ha visto obligada a activar una emergencia nacional después de detectar una oleada de globos procedentes de Bielorrusia que transportaban tabaco de contrabando. Las autoridades de Vilna sospechan que este extraño método de infiltración no tiene únicamente fines económicos, sino que forma parte de una estrategia más amplia de desestabilización vinculada a Moscú.
El anuncio lo hizo el ministro del Interior, Vladislav Kondratovič, tras una reunión extraordinaria del Gobierno. Según explicó, el fenómeno ha dejado de ser un mero contratiempo para la aviación civil y se ha convertido en un asunto de seguridad. “Es evidente que la emergencia no se debe solo a las interrupciones que generan estos globos, sino a la necesidad de reforzar la coordinación institucional ante potenciales amenazas híbridas”, afirmó, de acuerdo con la radiotelevisión pública lituana.
El Ejecutivo considera que la llegada constante de estos globos -sencillos, baratos y difíciles de interceptar- supone un riesgo tanto para aeronaves como para infraestructuras y entornos naturales. Además, Vilna interpreta estas incursiones como una maniobra deliberada para saturar sus capacidades de vigilancia y provocar tensión política.
Bielorrusia, la muleta de Moscú
En las últimas semanas, el tránsito inusual de estos artefactos ha obligado a cerrar el principal aeropuerto del país en varias ocasiones. La repetición del incidente ha avivado el temor a que Rusia, a través de Bielorrusia, esté experimentando con nuevas tácticas de coerción de bajo coste para poner a prueba la reacción de la OTAN. Aunque el régimen de Alexander Lukashenko no participa directamente en la guerra en Ucrania, su territorio ha servido desde 2022 como plataforma para operaciones militares rusas.
El estado de emergencia permitirá ahora implicar a las Fuerzas Armadas en la respuesta, agilizar la comunicación entre organismos y habilitar recursos adicionales para el control del espacio aéreo. Según el Ministerio del Interior, la medida será revisada dentro de un mes, aunque no se descarta extenderla si la situación empeora.
Mientras tanto, Minsk ha intentado restar importancia al asunto. Lukashenko acusó a Lituania de “politizar una cuestión insignificante” y aseguró que los globos no representan peligro alguno para los pilotos. La oposición bielorrusa, sin embargo, se alineó con la preocupación lituana. Sviatlana Tsikhanouskaya, exiliada tras las controvertidas elecciones de 2020, calificó la maniobra como una nueva provocación del régimen y advirtió que la amenaza regional seguirá mientras Bielorrusia continúe bajo un gobierno autoritario.
La tensión en esta frontera no es nueva. Lituania comparte límites tanto con Bielorrusia como con Kaliningrado, el enclave ruso extremadamente militarizado que muchos analistas consideran el punto más sensible si estallara un conflicto directo entre Moscú y la Alianza Atlántica. De allí procede parte de la presión constante que siente el país báltico, que históricamente se ha posicionado como uno de los mayores defensores de Ucrania dentro de la UE.
Bruselas, por su parte, ya ha mostrado inquietud. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, advirtió recientemente que la frontera con Bielorrusia atraviesa un deterioro acelerado y adelantó que la UE prepara nuevas sanciones contra Minsk. Calificó la aparición de los globos como “un ataque híbrido inaceptable” y reiteró el apoyo total a Lituania.
Expertos del Instituto para el Estudio de la Guerra también han vinculado el episodio a la “fase cero” de la estrategia rusa, cuyo objetivo sería provocar fricciones constantes en países fronterizos mediante herramientas baratas y difíciles de atribuir. Esta serie de pequeñas perturbaciones, sostienen, busca erosionar la estabilidad regional y obligar a la OTAN a mantener un nivel elevado de alerta.
Lukashenko tilda las acusaciones de «exageración»
La primera ministra lituana, Inga Ruginienė, fue tajante: «Debemos responder con firmeza a estas acciones y proteger las zonas que más están sufriendo el impacto del ataque híbrido». Tsikhanouskaya insistió en un mensaje similar, señalando que los globos contrabandistas son solo el último ejemplo de cómo Minsk intenta generar caos más allá de sus fronteras.
Lukashenko, en cambio, se mantiene desafiante. Asegura que las advertencias sobre la peligrosidad de los globos son exageradas y afirma que, incluso si alguno de ellos llegara al espacio aéreo lituano, no comprometería la seguridad de los pilotos. Una posición que, lejos de tranquilizar, ha sido interpretada en Vilna como una confirmación más de que Bielorrusia no tiene intención de detener estas incursiones.
