Trump y sus cuatro días (bajo par) en Escocia: aranceles, golf y muchos palos

En los mundos de Donald J. Trump, cuatro días dan para revolucionar el planeta y a la vez mejorar en un par de golpes el hándicap golfístico. Porque entre los palos de su campo de golf recién inaugurado y los que ha repartido a medio mundo, el presidente de EEUU ha aprovechado al máximo su visita «semiprivada» a Escocia.

Este martes, tras una conversación de «entre 15 y 20 minutos» sobre whisky, aranceles y Gaza con el ministro principal escocés, John Swinney, Trump ha culminado su viaje al territorio británico. La cita ha sido, por supuesto, en el Trump International Golf Links, su ‘hogar’ y a la vez la casa de huéspedes de estos días. Por allí ha pasado, en presencia o en espíritu, buena parte de la geopolítica mundial de la actualidad.

De vuelta a casa se trae un pacto comercial con la Unión Europea, la actualización de su amenaza arancelaria a Vladimir Putin, mucha palabrería gratuita sobre Gaza y sendas fotos como extraño anfitrión en las recepciones con Keir Starmer y el mandatario escocés. Hasta un alto el fuego entre Tailandia y Camboya. Eso al menos asegura él, convencido de que fue su mano la que logró la paz tras días de tensión entre los países asiáticos.

Se esperaban grandes noticias de una escapada oficialmente declarada «semiprivado». Con destino a las propiedades golfísticas que Trump posee en Escocia y con el fin de inaugurar este martes otro campo en el condado de Aberdeenshire, nadie como él sabe aprovechar el momento para mover el Globo. 

Ya el mismo viernes e instantes antes de embarcarse en el Air Force One, se confirmaba que habría encuentro con Ursula von der Leyen para, previsiblemente, firmar el pacto comercial con la UE.

La cita era el domingo y el acuerdo llegó. Acuerdo que a ojos de numerosos países de la propia UE tiene más de capitulación que de pacto. Entre hoyo y hoyo, Trump logró sacar un 15% de arancel de partida a las exportaciones comunitarias, más el compromiso de una inversión milmillonaria en defensa o energía made in USA. Como detalla nuestra compañera Carmen Rengel en su análisis, «todo fue incómodo en su cara a cara con Von der Leyen», pero para la presidenta de la Comisión Europea, se entiende. 

La política alemana quedó demudada y prácticamente anulada mientras su ‘anfitrión’ sonreía ufano en el complejo de Aberdeenshire. Pedazo de birdie en la cara de la Europa de los Veintisiete.

Allí mismo recibiría horas después a Keir Starmer. Porque sí, sólo Donald Trump es capaz de ir al extranjero y recibir al jefe del Gobierno del Estado como si fuera un invitado. Y del revés, parece que el mundo sólo acepta semejante sinsentido protocolario si quien lo hace es el magnate republicano. Escenas aparte, allí se vieron las caras dos ‘aliados’ para pasar revista a la actualidad y protagonizar otro momento ‘marca de la casa Trump’: insultar al alcalde de Londres delante de Keir Starmer, amigo personal suyo, que tuvo que cortarle.

Sin salir del complejo golfístico, Trump tuvo tiempo el lunes para actualizar su amenaza de aranceles a Rusia de no alcanzar un alto el fuego en 50 días en Ucrania. «Harto» de no ver progresos, al presidente de EEUU le entraron las prisas y urgió a Putin a solucionar la guerra en «10 o 12 días». Echando cuentas, eso es reducir a la mitad el plazo inicial

De no alcanzar ese alto el fuego rápido, algo hará, como ironizaba la prensa británica, sin saber muy bien qué medidas plantea y finalmente tomará Trump llegado el caso.

Cenas de gala, conversaciones de golf, reuniones clave y mucho Truth Social después, Donald Trump vuelve a la Casa Blanca eufórico por un viaje que ha movilizado a cerca de 5.000 agentes y, como detalla EFE, también ha generado millones de libras en costes para la región. Pero todo sea por poner una nueva pica en el mapa mundial del Imperio Trump.