Trump redobla su ofensiva contra la Fed mientras la economía empieza a acusar los efectos de la guerra comercial

Donald Trump tiene sus clásicos de cada día. Y uno de ellos es criticar al presidente de la Reserva Ferdal (Fed), Jerome Powell, por no bajar los tipos de interés tres puntos –están en un rango de 4.25% a 4.50%–, complicando que su Administración pueda endeudarse más barato. Trump se levanta y se acuesta insultando a Powell, en lo que supone un asalto constante a la independencia del organismo monetario de EEUU. Hasta tal punto llega su obsesión con Powell y los demócratas, que culpar a Joe Biden de su nombramiento, cuando el primero que lo nombró fue el propio Trump, en 2017.

Y todo esto ocurre mientras la caótica guerra comercial empieza a notarse en los precios y las redadas masivas de migrantes empiezan a causar estragos en algunos sectores económicos –agricultura, hostelería, ocio–.

“Too Late’ [demasiado lento Powell] y la Reserva Federal están asfixiando el mercado inmobiliario con sus altos tipos de interés, lo que dificulta que la gente, especialmente los jóvenes, compre una casa”, publicaba este jueves Trump en Truth Social cargando contra Powell y Biden, al tiempo que venía a corregir el lapsus sobre quién lo nombró en primer lugar: “Es uno de mis peores nombramientos. El dormilón Joe vio lo malo que era y lo volvió a nombrar de todos modos. Y la Junta de la Reserva Federal no ha hecho nada para impedir que este ‘tonto’ haga daño a tanta gente. ¡La Junta tiene la misma culpa! EEUU está en racha, hay una inflación muy baja [en realidad está en el 2,7%, cuando el mandato de los reguladores es intentar que esté en el entorno del 2%] y merecemos unos tipos del 1%, ahorrando un billón de dólares al año en intereses. ¡No les puedo decir lo absurdo que es ”Too Late“! ¡Qué mal para nuestro país!”.

Trump también está llevando a cabo esta ofensiva contra Powell mientras su base política está desquiciada por la gestión de los papeles del pederasta Jeffrey Epstein, que permanecen sellados después de haber hecho campaña por su publicación, y ante las peticiones de Trump, amigo en el pasado del magnate suicidado en prisión en 2019, de pasar página.

Así, ante esta guerra civil MAGA, Trump quiere cambiar la diana: de Epstein a Powell. Pero no le será fácil. Además, las peticiones de bajada de tres puntos en los tipos de interés, cuando la Fed está sopesando rebajar un cuarto de punto en septiembre, se enfrentan a varios desafíos. Y el primero de ellos es que queda por ver cómo impactarán en la inflación los aranceles que entran en vigor el 1 de agosto.

Incertidumbre económica

De momento, la guerra comercial de Donald Trump, que está limitada a un 10% de arancel generalizado; más un 50% para aluminio, cobre y acero; más un 25% a los coches importados, está ya encareciendo el coste de vida del ciudadano estadounidense, a la espera de lo que está por venir en importaciones clave como muebles y ropa, cuyos precios están muy vinculados a los aranceles y se espera que suban en los próximos meses.

La tasa de inflación interanual en EEUU se aceleró en junio por segundo mes consecutivo hasta el 2,7%, frente al 2,4% de mayo, según datos de la Oficina de Estadísticas Laborales de EEUU. En términos mensuales, el IPC subió ligeramente un 0,3%, lo que representa el mayor incremento en cinco meses, frente al 0,1% de mayo.

Además, según los datos publicados a finales de junio, el Producto Interno Bruto (PIB) de EEUU cayó a una tasa anual del 0,5% en el primer trimestre de 2025 (enero, febrero y marzo), según la tercera estimación publicada por la Oficina de Análisis Económico de Estados Unidos.

En el cuarto trimestre de 2024, el PIB real había aumentado un 2,4%.

Esta disminución del PIB real en el primer trimestre reflejó principalmente un aumento de las importaciones –en previsión de los aranceles–, que se consideran una sustracción en el cálculo del PIB, y una disminución del gasto público. Estas fluctuaciones se compensaron en parte con el aumento de la inversión y el gasto de consumo.

Según el banco UBS, los costes de los bienes básicos, excluyendo los automóviles, aumentaron al ritmo mensual más rápido en tres años. Salvo una recesión o una reducción de los aranceles, los analistas del banco proyectan que la inflación general no bajará del 2,3% de abril de aquí a finales de 2027.

También han comenzado a aparecer grietas en el mercado laboral, según The Wall Street Journal, que explicaba que el crecimiento del empleo parece haberse frenado en las industrias que dependen en gran medida de trabajadores que ingresaron al país de forma irregular, como la hostelería, la agricultura y el ocio. La fuerza laboral nacida en el extranjero se ha reducido significativamente desde marzo, y los inmigrantes recientes parecen más reacios a participar en la encuesta mensual de hogares del Departamento de Trabajo.

Tan es así, que Donald Trump, por la presión de los empresarios, está sopesando relajar las deportaciones en sectores como la agricultura y el sector servicios, donde la mayoría de las personas trabajadoras son migrantes y, además, son empleos que no serán reemplazados fácilmente por ciudadanos estadounidenses. ¿Quién va a trabajar en el campo, en los hoteles, en los restaurantes y en los bares si son deportados los migrantes?

“Los agricultores han tenido gente trabajando para ellos durante años y vamos a hacer algo que, de alguna manera, pondrá a los agricultores al cargo”, ha lanzado el presidente de EEUU: “Y si un agricultor ha estado con una de estas personas que trabajan tan duro, que se agachan todo el día, y no tenemos mucha gente que pueda hacer eso, y está dispuesto a respaldar a estas personas de alguna manera, tendremos que decir simplemente que va a ser bueno. No queremos que todos los trabajadores salgan de las granjas, queremos que a las granjas les vaya bien: estamos trabajando en la legislación, porque hay casos personas que han trabajado en una granja durante 14-15 años y son despedidos brutalmente, y no podemos hacerlo. Tenemos que trabajar con los agricultores y con los propietarios de hoteles y negocios de ocio”.

Los estadounidenses se están enfrentando en la actualidad a una tasa arancelaria efectiva media del 20,6%, según el Laboratorio de Presupuesto de Yale, “la más alta desde 1910”.

En todo caso, el efecto definitivo de los aranceles podría tardar en sentirse en su totalidad por el acaparamiento previo de las importaciones, que es algo que, por otro lado, lastró el PIB en el primer semestre. Sin embargo, el Laboratorio de Presupuesto de Yale proyecta que los aumentos de precios resultantes podrían representar el equivalente a una pérdida de ingresos de 2.800 dólares anuales netos en los hogares estadounidenses.

El coste de materias primas fundamentales como el acero y el aluminio ya se ha disparado, como también con el cobre, que alcanzaron un récord después de que Trump anunciara aranceles del 50% a partir del 1 de agosto, lo cual tiene como consecuencia el encarecimiento de la construcción de centros de datos, viviendas y semiconductores.

Recaudación por aranceles

La guerra comercial de Trump, unida a la nula respuesta del resto de países –salvo en el caso de China y Canadá–, está permitiendo que EEUU esté logrando grandes recaudaciones gracias al gravamen global mínimo del 10%, más el 50 % al acero, el cobre y al aluminio, y el 25% a los automóviles.

Así, los ingresos por aranceles en las aduanas alcanzaron un récord de 64.000 millones de dólares en el segundo trimestre de 2025, 47 000 millones de dólares más que en el mismo período del año anterior, según datos del Tesoro estadounidense.

El costo de los aranceles de Trump no recae únicamente sobre los consumidores estadounidenses, según expertos en cadenas de suministro consultados por Financial Times, ya que las marcas internacionales buscan distribuir el impacto de los aumentos de costes a nivel mundial para minimizar el impacto en el mercado estadounidense, en tanto que los consumidores de EEUU podrían absorber un aumento del 5%, pero no del 20% o del 40%.

Pero a pesar de que los aranceles estadounidenses están alcanzando niveles no vistos desde la década de los 30, las tímidas respuestas del resto del mundo están impidiendo una espiral arancelaria como la que diezmó el comercio global entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial.

“El escenario en evolución sugiere un período de reajuste económico significativo. Si bien aún están por verse las implicaciones totales de la última ofensiva comercial de Trump, una cosa parece segura: el sistema comercial global se adentra en territorio desconocido, con consecuencias que repercutirán mucho más allá de los países afectados”, afirma Marta Bengoa, profesora de Economía Internacional en la City University de Nueva York. “Para los consumidores estadounidenses, las consecuencias probablemente se manifestarán a través del aumento de precios de los bienes esenciales. Los aranceles amenazan con incrementar los costes en una amplia gama de productos: desde el aluminio y el níquel hasta los plásticos y el petróleo. Los productos agrícolas mexicanos (aguacates, fresas, semillas, etc.) y los componentes automotrices, profundamente arraigados en las cadenas de suministro estadounidenses, afrontarán nuevas barreras, lo que podría incrementar los costes para el consumidor e interrumpir la producción”.

Pero, por otro lado, EEUU ha registrado superávit en junio, ya que los aranceles impulsaron el aumento de los ingresos, según informó el Departamento del Tesoro. Frente a los números rojos en aumento a lo largo del año, el mes pasado se registró un superávit de 27.000 millones de dólares, tras un déficit de 316.000 millones de dólares en mayo.

Esto deja el déficit del año fiscal hasta la fecha en 1,34 billones de dólares, un 5% más que el año anterior. Quedan tres meses del año fiscal actual, que finaliza el 30 de septiembre, si bien el aumento de la recaudación arancelaria parece ayudar a sanear las finanzas públicas.

Los gravámenes totalizaron alrededor de 27.000 millones de dólares en junio, frente a los 23.000 millones de dólares de mayo –un 301% más que en junio de 2024–.

En términos anuales –el año fiscal es de octubre a octubre–, las recaudaciones arancelarias suponen 113.000 millones de dólares, o un 86% más que hace un año.

Una obra de la Fed como coartada para echar a Powell

Según el artículo 10 de la Ley de la Reserva Federal, el presidente solo puede ser destituidos “con causa justificada”, que tendría que ver con un incumplimiento del deber, negligencia grave o conducta ilícita. Es decir, no vale que haya un desacuerdo con las políticas monetarias de Powell, tiene que ser otro motivo, y la Casa Blanca cree que el sobrecoste de las obras puede serlo.

Además, en un fallo de mayo pasado, el Supremo dictaminó que la relación entre el presidente y la Reserva Federal es diferente a la de otras agencias independientes, lo que indica que Jerome Powell está legalmente protegido contra su destitución por parte de Trump. Los magistrados, en una sentencia que respaldó la decisión de Trump de despedir a miembros de dos juntas laborales independientes de Estados Unidos, afirmaron que “la Reserva Federal es una entidad cuasi privada con una estructura única que sigue la tradición histórica distintiva del primer y segundo banco de Estados Unidos”.

En cualquier caso, si Trump consigue destituir a Powell, será la primera vez que ocurra desde que el regulador fue fundado en 1913.

Esa brecha que cree haber encontrado la Casa Blanca es el coste para modernizar la sede de la Fed, aprobado en 2017 por 1.900 millones de dólares, y que se ha disparado hasta rondar los 2.500 millones.

“Gastar 2.500 millones de dólares en una reforma, de verdad, me parece una auténtica vergüenza”, ha dicho Trump a la prensa esta semana, sugiriendo que es un delito que puede justificar un despido. El miércoles por la mañana aclaró que era muy improbable que despidiera a Powell, “a menos que tenga que irse por fraude”.

Aunque no existen pruebas de que haya habido una mala gestión de la obra o del uso del dinero público tras aprobarse la obra en tiempos de la primera legislatura de Trump, el director de la Oficina de Administración y Presupuesto de la Casa Blanca, Russell Vought, ha acusado a Powell de ser un mal gestor y le ha pedido cuentas públicamente.

“El presidente está sumamente preocupado por su gestión de la Reserva Federal”, escribió Vought en la carta que publicó en redes sociales: “En lugar de intentar enderezar el rumbo fiscal de la Fed, ha seguido adelante con una ostentosa remodelación de su sede en Washington DC”. Vought le dio a Powell “siete días hábiles” para responder a la carta del 10 de julio.

Y este jueves ha respondido Powell con una carta a la Casa Blanca, afirmando que la renovación y su financiación siempre han contado con la cuidadosa supervisión de los órganos de gobierno del banco central y de su propio organismo de control. Powell también ha añadido que la Fed “generalmente no está sujeta a la dirección” de la Comisión Nacional de Planificación de la Capital, organismo que supervisa los proyectos de construcción del gobierno federal, y a pesar de ello la Fed optó voluntariamente por colaborar con la NCPC durante la obra.

“Hemos tenido mucho cuidado para garantizar que el proyecto sea supervisado cuidadosamente desde que fue aprobado por la Junta en 2017”, escribió Powell. Además, el presidente de la Fed ha dicho que las mejoras que se reflejaron en los documentos oficiales de planificación presentados al NCPC en 2021 fueron posteriormente eliminadas, y que la Fed no necesitó volver a presentar la documentación porque no eran “sustanciales”.

Los cambios, no obstante, tenían como objetivo “simplificar la construcción y reducir la probabilidad de nuevos retrasos y aumentos de costes”, escribió Powell: “La Junta no considera que ninguno de estos cambios requiera una revisión adicional”.

En su carta, Powell señala que los edificios necesitaban “reparaciones estructurales importantes y otras actualizaciones, incluyendo la eliminación de la contaminación por asbesto y plomo, la sustitución completa de sistemas anticuados como el eléctrico, la fontanería, la calefacción, la ventilación y el aire acondicionado, así como sistemas de detección y extinción de incendios”.

Trump amaga

“La Reserva Federal ha estado mal administrada durante varios años”, ha dicho este jueves Vought a los periodistas en la Casa Blanca: “Queremos reunirnos con los responsables del proyecto [de la obra], tener un informe y ver en qué punto nos encontramos”.

Esta semana el presidente de EEUU ha mantenido reuniones con congresistas republicanos para sondear las posibilidades de relevar al presidente de la Fed, si bien Trump este miércoles dijo que era “improbable” su relevo, a menos que se vea envuelto en un escándalo: “No descarto nada, pero creo que es muy improbable, a menos que tenga que irse por fraude”.

Las declaraciones de Trump se han producido en medio de informaciones de medios como The New York Times y The Wall Street Journal sobre las consultas a los legisladores, que el presidente de EEUU reconoció –“todos me dicen que le eche, pero yo soy más conservador”–.

Powell termina su mandato en mayo de 2026. Está por ver si lo concluye o Trump logra echarlo antes.