«Bienvenidos a este free tour por el Gótico, si quedan satisfechos al final pueden pagar lo que les parezca justo», dice el guía con sonrisa irónica en la plaza Sant Felip Neri, abanico en mano. Aunque no parece el típico guía turístico con esos pantalones chinos beige, camisa blanca con sutiles cuadros verdes, americana oscura y náuticos de ante azul, una elegancia atemporal estilo Oxford que no encaja con la humedad ni los más de 30 grados de Barcelona. El escritor y periodista Sergio Vila-Sanjuán viste como Víctor Balmoral, el protagonista de Misterio en el Barrio Gótico (Planeta), último Premio Fernando Lara, mezcla de thriller, enigma histórico y crónica periodística, que llegó ayer a las librerías.
Pero esta mañana el coordinador del emblemático suplemento Cultura/s de La Vanguardia ejerce de cicerone por las callejuelas del Gótico ante una treintena de periodistas, como si fuera la guía turística que aparece en su novela y que, además, tiene una hermana gemela monja. Porque en su libro despliega una fascinante galería de personajes, ficticios e históricos, excéntricos y desternillantes, desde la poderosa Isabel de Requesens, virreina de Nápoles, a la que pintó Rafael en un exquisito cuadro que se puede ver en el Louvre, hasta un fantasma que resulta ser el mejor amigo de Víctor Balmoral, muerto hace 15 años. Pero Balmoral le echa tanto de menos que se le sigue apareciendo para mantener mordaces discusiones, algunas bastante quijotescas.
El propio Balmoral tiene a su vez tiene algo de quijotesco, un hidalgo moderno -o un periodista cultural al que su diario quiere prejubilar-, herido por la literatura, que lleva un librito de Nuccio Ordine en el bolsillo en edición de Acantilado y que se aventura en los enigmas del barrio más antiguo de la ciudad, desde el intento de asesinato de Fernando el Católico en las escaleras de la plaza del Rey hasta el incendio del Liceu.
Extraños sucesos están ocurriendo en el Gótico: un cadáver emparedado en un palacete en ruinas descubierto durante unas obras, misivas anónimas amenazantes, un aviso de bomba, una espada del siglo XV que desaparece… «En este barrio nada es lo que parece. La mitad es auténtico, la otra mitad es una fantasía bien restaurada», advierte Vila-Sanjuán y señala la bellísima fuente de aires renacentistas en medio de la plaza Neri. «Parece que tiene la edad del Quijote, pero es de 1963, como los Beatles. Ya en los años 20 y sobre todo después de la posguerra todo el barrio se monumentalizó para que pareciera aún más medieval, siguiendo una corriente de fantasía historizante, con un neogótico flamígero», explica Vila-Sanjuán en una de las plazas más literarias de la ciudad, bombardeada por la aviación italiana durante la guerra, con la fachada de la iglesia aún marcada por las huellas de la metrallas.
«De pequeño nos contaban que los agujeros eran de los fusilamientos de los rojos, que habían ejecutado a curas durante la guerra. Pero era falso. Aquí murieron muchos niños que se habían refugiado en el sótano de la iglesia», añade Vila-Sanjuán, uno de los grandes cronistas de la ciudad ya desde su ópera prima, Una heredera de Barcelona (2010), centrada en los convulsos años 20, o Estaba en el aire (Premio Nadal 2013) ambientada en los 60.
En el free tour entre literario e histórico, Vila-Sanjuán conduce a los turistas/periodistas a la Catedral, epicentro del barrio; al Palacio Requesens; al elitista Cercle del Liceu (un club donde las mujeres no pudieron ser socias hasta el año 2000, ni siquiera la mismísima Montserrat Caballé) o al histórico Salón de Ciento del Ayuntamiento. Uno de los personajes más deliciosos de la novela es la alcaldesa de Barcelona, una tal Berta Vives, que en su juventud participó en movimientos contestatarios y escraches, hasta lideró la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, pero no tiene absolutamente ningún paralelismo con la única mujer que ha gobernado la ciudad, Ada Colau. «Es ficción», sonríe pícaro Vila-Sanjuán.
La alcaldesa de ficción participa en clubs de lectura con Víctor Balmoral, se preocupa por los altercados del Gótico y gana más puntos cuando se la contrapone a la presidenta de la Generallitat, al otro lado de la plaza Sant Jaume, una tal Evelin Farriols, que hace ondear la estelada en el Palau, emplea manu militari con la inmigración y quiere expulsar el castellano de la esfera social. Todo es ficción: nunca ha habido una presidenta en la Generalitat.
Incluso el Barrio Gótico es una ficción histórica, con puentes, logias, ventanales y demás elementos decorativos añadidos en el siglo XX. «El Barrio Gótico como tal no había sido abordado en ninguna novela, siempre aparece de formas laterales, pero no en su conjunto y con la intención de interrogarse sobre qué significa este barrio», plantea Vila-Sanjuán, heredero de una tradición literaria que se remonta a Manuel Vázquez Montalbán (de hecho, su novela Los mares del sur forma parte de la trama) o la más fantástica y victoriana de su amigo Carlos Ruiz Zafón. El propio Vila-Sanjuán fue un personaje zafoniano: en El laberinto de los espíritus, que cierra la monumental saga del Cementerio de los libros olvidados, aparece un sagaz periodista llamado Sergio Vilajuana.
Entre los pubs para bochornosas despedidas de soltero, pisos de alto standing imposibles para los españoles y tiendas de souvenirs sin alma hay una Barcelona que resiste, la literaria. «Aquellas calles, palacios y templos siempre estaban allí como un recordatorio de todo lo que es anterior, bello e inmutable», escribe Vila-Sanjuán. Incluso hace que nieve en esta ciudad que ya fascinó a Cervantes.