Se acerca el fondo de los fondos de guerra de Rusia y cuando se acabe el país tendrá 3 opciones

La economía rusa se encuentra en una situación crítica. Al menos, eso es lo que se puede intuir si se miran algunos datos oficiales respecto a la liquidez actual del país respecto a la que tenían hace algo más de tres años, cuando inició la invasión de Ucrania. Así, de los 110.000 millones de euros con los que el régimen ruso contaba en 2022, a finales de mayor de este año tan solo quedaban unos 30 mil millones, lo que supone una reducción de 80 mil millones de euros.

Esto se ha interpretado como un claro y grave síntoma de debilidad y alarma, que parece que más pronto que tarde obligará a Rusia a priorizar sobre su postura: mantener su economía de guerra, claramente mermada por las sanciones y el despilfarro de la guerra o por el contrario, tratar de buscar alternativas que aseguren el futuro de la nación antes de que la situación sea totalmente límite y el país se conduzca a una quiebra.

Por el momento, Moscú trata de no dar muestra de estar preocupados por este asunto, al menos de cara al exterior, aunque si los datos oficiales son ciertos, la cuestión debería ser un gran quebradero de cabeza para Vladimir Putin. Los fondos antes mencionados son nada menos que los llamados como fondos nacionales de bienestar del país, que han sido utilizados para tratar de sanar y minimizar los daños económicos derivados de la guerra.

Sin embargo, algunas estimaciones comienzan a vislumbrar que para finales de este año, ese presupuesto podría acabarse y los efectos de la guerra podrían comenzar a manifestarse de forma directa en el bienestar de la población.

De acuerdo con el marco presupuestario que fue aprobado esta semana, es probable que el déficit del estado alcance los 40.000 millones de euros, una cifra mayor al saldo disponible para sufragar esta cuestión. Así, en palabras de Heli Simola, economista sénior del Banco de Finlandia, «parece que los recursos del fondo no son suficientes para cubrir el déficit, por lo que Rusia tendrá que buscar otras vías».

Y para ello, el estado ruso tiene tres opciones, según Simola:

1. Que el estado asuma más deuda: Esto implicaría que Rusia consiga préstamos de los bancos rusos, ya que por el momento podrían hacer frente a esta petición. Esto puede ocurrir, ya que, según explica la economista, Rusia tan solo tiene un 20% de deuda de su PIB, lo que le permite poder endeudarse un poco más.

2. Aumentar los impuestos o recortar gastos: La segunda opción pasaría por incrementar los impuestos, una de las prácticas más comunes en muchísimos países en situaciones de necesidad extrema, falta de liquidez o una deuda galopante. Evidentemente, la parte negativa, es que con esta decisión, serían los propios ciudadanos rusos los que verían empeorar su calidad de vida y los que directamente, estarían sufragando -y sufriendo- el coste de la guerra.

3. El Banco Central ruso financie el Estado: Así, la máxima institución monetaria del país podría emitir más rublos para financiar el gasto público, aunque esta medida podría provocar una inflación acelerada -ronda el 10%- que debilitaría más si cabe a la moneda. 

Por todo esto, la opción que parece ganar más enteros sería la de recurrir al Banco Central para que sea este quien financie la guerra llegado el momento, aunque esta decisión no caiga especialmente bien entre los principales magnates, entidades bancarias del país y directivos de las grandes empresas.

Estos llevan bastante tiempo criticando las políticas de elevar los tipos de interés, ya que lo consideran una losa para que el tejido empresarial del país invierta de forma decidida, y así el país pueda crecer económicamente.