Rusia endurece la guerra: enjambres letales de drones inundan el cielo de Ucrania

Las noches en Kiev han dejado de ser tranquilas. La guerra contra Rusia se deja sentir tanto en la capital ucraniana que, un día, Olexander Reshetnik, de 4 años, sorprendió a sus padres con esta propuesta: «Vamos al estacionamiento ahora para que podamos dormir bien y no tengan que despertarnos dos veces para llevarnos allí y volver».

Su familia vive en el piso 18 de un rascacielos, donde cada alerta aérea significa una larga y peligrosa bajada hacia el garaje subterráneo, que funciona también como refugio antiaéreo durante los ataques rusos, cada vez más constantes y violentos.

Esta escena se ha vuelto común en Kiev, donde los ataques rusos con drones se han intensificado en las últimas semanas. Khrystyna Reshetnik, madre de Olexander, cuenta a la CNN que ya no es raro ver explosiones desde las ventanas ni observar drones derribados en pleno vuelo: «Últimamente, han estado volando como un enjambre que no para durante tres o cuatro horas».

El cambio es notorio. Rusia ha incrementado no solo la cantidad de drones utilizados, sino también su capacidad táctica. En un solo ataque nocturno, llegó a lanzar hasta 479 drones y misiles, muchos de ellos del tipo Shahed, de diseño iraní. 

Impacto militar y psicológico

Christina Harward, del Instituto para el Estudio de la Guerra, afirma que Moscú puede producir actualmente unos 2.700 drones Shahed y 2.500 drones señuelo al mes. Esta avalancha aérea abruma a las defensas ucranianas, que deben elegir entre intentar derribar drones reales o arriesgarse con señuelos sofisticados.

Las nuevas tácticas rusas incluyen concentrar sus ataques en pocas ciudades simultáneamente, logrando un impacto no solo militar sino psicológico. Esta semana, los blancos fueron Kyiv, Odesa y Járkov. «Pueden lograr el máximo efecto, tanto cinético como psicológico», explica Oleksiy Melnyk, exfuncionario del Ministerio de Defensa de Ucrania.

Las consecuencias son devastadoras: al menos 154 civiles han muerto y 900 han resultado heridos por drones, misiles y artillería en las últimas cuatro semanas. Rusia insiste en que no ataca a civiles, pero las cifras y los testimonios dicen lo contrario.

Yuriy Chumak, juez del Tribunal Supremo y voluntario en una unidad de vigilancia nocturna de drones, describe un escenario desesperante: «Hay muchos más drones. Es un hecho objetivo. Y, por supuesto, cuantos más haya, más difícil será combatirlos«. Ahora vuelan entre dos y cinco kilómetros de altitud, fuera del alcance de ametralladoras. Solo misiles pueden derribarlos, pero escasean.

Pese a todo, el sistema de defensa ucraniano aún logra interceptar cerca del 80% de los drones. Aun así, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, ha advertido que Ucrania solo puede producir un tercio de los drones que Moscú lanza a diario. «Tenemos la tecnología. La pregunta es cuándo podremos expandirnos», concluye.