Pogacar deja sin respuesta a Vingegaard y recupera el mando en el Criterium Dauphiné

Tadej Pogacar sustituye la emoción por el asombro sin reservas. La incertidumbre, por la admiración sin límites. Despoja a la carrera de esa competitividad entre iguales o entre similares que la convierten en una incógnita de cara al resultado. En la subida a la primera de las dos cotas encadenadas de segunda categoría, la de Domancy, forzó la marcha sin alzarse sobre los pedales y dejó tirado en el acto a Jonas Vingegaard. Por detrás, ya había cedido Remco Evenepoel, que viajaba en compañía de Lipowitz, Jorgenson y Wellens.

La subida no era nada del otro mundo: 2,4 km, a nueve de la meta, al 8,6% de promedio. Pero fue suficiente. Pogacar no tuvo oposición, no tuvo contestación, no tuvo rivales. Alcanzó a Alex Baudin, superviviente de la fuga del día, y lo mandó al desguace. En la segunda cota, la de Cry (2,7 km al 8%), que coronaba el trazado de la jornada, alzó los brazos con la alegría del vencedor y la naturalidad de la frecuencia. Vingegaard llegó a 1:01. Luego, diseminados. Lipowitz a 1:22, Jorgenson a 1:30, Evenepoel a 1:50, etc. Pogacar se viste de amarillo por delante de Vingegaard, a 0:43; Lipowitz, a 0:54; y Evenepoel, a 1:23.

La etapa, 127 km., la más corta en línea de las ocho del Criterium Dauphiné, hizo, bajo el impulso de Lipowitz, una selección en el Mont Saxonnex, el primer puerto de primera de esta edición del Dauphiné. Mantuvo la escapada de Michael Leonard y Baudin, y depuró el pelotón dejándolo compuesto por una treintena de unidades.

Pensando en la imponente etapa del sábado y la tremenda del domingo, la de este viernes entre Valserhone y Combloux no parecía destinada a establecer ya diferencias entre los grandes. Pero Vingegaard, Evenepoel y compañía se han rendido a las primeras de cambio. Aparentemente sin lucha. O sin la suficiente, aplastada por la impotencia. Se diría que sin rebeldía, aunque la superioridad de Pogacar es tal que minimiza las reacciones y los gestos ajenos, dando a impresión de que la resignación se impone en todos por encima del espíritu y el deber de lucha.

Tadej obtiene su novena victoria de la temporada (43ª del equipo UAE) y la 97ª de su historial. No es descabellado pensar que, entre el sábado, el domingo y la general, llegue esta misma semana a las 100. Ha propinado un contundente golpe moral a Vingegaard y, sobre todo, a Evenepoel, que sigue sin ofrecer garantías en la montaña, aunque la de este viernes no asustase demasiado. Cuesta admitir que en una etapa de, en el fondo, medio tonelaje, Tadej haya barrido de un solo y casi desdeñoso escobazo a sus adversarios. Esto no puede acabar aquí y así.

El sábado nos trae tres colosos de categoría especial: la Madeleine, la Croix de Fer y Valmeinier, donde concluye el recorrido. Un trazado digno de las grandes jornadas del Tour. Necesitamos confiar en una reacción de los primeros (segundos) tenores.

Necesitamos confiar en que no haya terminado todo. Las diferencias no son muchas, es cierto, pero se antojan irrecuperables. Hay un monstruo en el pelotón que come ciclistas.