Nick Mason, batería de Pink Floyd: «Ni aunque resucitara Mandela sería posible reunirnos. Es mejor que cada uno siga su camino»

Roger Waters toca imperiosamente un gong, un flacucho David Gilmour domina el anfiteatro con su guitarra, Richard Wright está casi suspendido ante los teclados entre máscaras sonrientes. Y él, con un bigote a lo Dennis Hopper y una mata de pelo larga, marca el ritmo. Instantáneas de la obra maestra de Pink Floyd que es Live At Pompeii, la película de 1972 rodada entre las ruinas y que ahora, tras una restauración, ha vuelto a los cines acompañada de un disco en directo que salió ayer. «Ni siquiera recordaba tener el pelo tan largo. Es agradable volver a vernos como jóvenes». Incluso ahora, con 81 años, Nick Mason sigue siendo jovial, ingenioso, el único entre los siempre enfrentados supervivientes, Waters y Gilmour, que nunca se ha sentido abrumado por la emoción de una historia tan grandiosa.

¿Cómo surgió aquel ‘Live at Pompeii’?
No fue idea nuestra, fue del director Adrian Maben. Fuimos catapultados a Italia y fue una sorpresa: porque tocamos para los fantasmas. No había nadie en el anfiteatro de Pompeya. Pero tocar sin público creó una atmósfera increíble, con el polvo, el calor, las luces…
Siempre le han gusto los lugares increíbles, aquí en Italia también tocaron en Venecia en 1989
Aquello fue divertido, pero complejo con toda la polémica sobre el hecho de que habíamos dañado los edificios. No lo volvería a hacer, prefiero recordar la atmósfera mágica de Pompeya.
De Pompeya pasaron a ‘Wish You Were Here’, que es el 50º aniversario de ese álbum
Uno de los más difíciles que hemos hecho. Pero es un álbum que me gusta más que Dark Side of the Moon, es mucho más relajado.
Un disco para Syd Barret, el cantante que les había dejado siete años
No lo concebimos así en un primer momento, a medida que trabajábamos en ello se fue convirtiendo en algo para él. Sobre todo cuando vino a visitarnos al estudio: lo transformó. Su visita a los estudios fue sorprendente, no lo reconocí, tenía la cabeza rapada, tenía sobrepeso, era inquietante.
Casi 20 años después de su muerte, ¿hay algo que usted se reproche?
Es fácil decirlo después, en aquel momento sabíamos poco y aún hoy no sé exactamente cuál era el problema. Muchos dicen que el LSD y las drogas lo volvieron loco, pero esa es sólo parte de la historia. Creo que él simplemente no quería estar en una banda. Él quería pintar tal vez o hacer otra cosa
Con él, en 1967, grabaron su primer disco ‘The Piper at The Gates of Dawn’ en Abbey Road, junto a los Beatles que estaban ocupados con ‘Sgt Pepper’
En ese momento ellos eran los dioses y nosotros, niños en el primer día de escuela. Aprendimos de ellos y ellos de nosotros no aprendieron nada.
Usted es el único que está en todos los discos de la banda, ¿cuál prefiere?
A Saucerful of Secrets de 1968, con el que he estado de gira últimamente. Un homenaje a Syd y el comienzo de la escritura de Roger, un álbum de transición.
Ahora que habla de Roger Waters, usted siempre ha estado en el miedo de él y David Gilmour, los dos que han estado enfrentados persistentemente.
Hoy se odian aún más que ayer, pero cuando estábamos juntos, probablemente, el contraste era su fuerza creativa. Aunque me llevo bien con los dos, hoy veo más a Roger que a David. Ya no hay necesidad de hacer nada, ahora es mejor que cada uno siga su camino. Mandela debería resucitar para volver a unirnos, como en 2005. Ni así sería posible, creo.
¿Cómo le gustaría que se recordara a Pink Floyd dentro de cien años?
Como una banda que hacía una gran música, a pesar de la tercera guerra mundial entre Roger y David. En 1967 pensé que iba a estar en la banda solo tres años y que después me buscaría un trabajo de verdad. Y sin embargo, aquí estoy de nuevo.