Benjamin Netanyahu se ha quedado prácticamente solo en su plan para conquistar (lo que queda de) Gaza. Aprobado de madrugada tras un infinito Gabinete de Seguridad, el operativo obtuvo la luz verde gubernamental que tanto ansiaba. A él le vale con eso, pero en el exterior se multiplica la presión contra Israel por el operativo para tomar la Franja. Incluso en el interior, con numerosísimas protestas sociales en las calles de Tel Aviv, Jerusalén y otras grandes ciudades israelíes.
En las últimas horas, la Comisión Europea y miembros de la UE como Alemania, España o Países Bajos, la ONU, Reino Unido, Turquía o Australia han verbalizado su rechazo. No sólo con palabras en algunos casos, aunque se esperan más pasos adelante una vez comience oficialmente la fase de «conquista total». No así de EEUU, cuya posición se limita en ‘dejar hacer’ a su gran aliado; todo lo más con alguna frase crítica de Donald Trump.
Las críticas empiezan esta vez por la cúspide de la Unión Europea, aunque con bastante menos contundencia en sus declaraciones que muchos de sus estados miembro. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha pedido a Israel «reconsiderar» el plan militar, en un momento crítico a nivel humanitario en la Franja, donde «se necesita ya un alto el fuego».
Para otros gobiernos no se trata de una simple negativa de palabra. El canciller alemán, Friedrich Merz, ha anunciado que «en estas circunstancias», Alemania va a decretar el embargo del envío a Israel de armas «que pudiera utilizarse en la Franja de Gaza». Una medida sin precedentes para el principal socio israelí en el seno de la UE.
A ese embargo se ha sumado también Países Bajos, que ha cancelado sus entregas navales por el «riesgo de uso» en territorio gazatí. Para el Ejecutivo neerlandés «Gaza pertenece a los palestinos», por lo que la idea de Netanyahu es un «paso equivocado» que «no contribuye en absoluto» a aliviar la tragedia humanitaria, como recoge EFE.
La negativa de España no es noticia. En una constante polémica interna en torno al posible embargo de armas a Tel Aviv, han sido múltiples los enfrentamientos diplomáticos entre Gobiernos, retirada de la embajadora israelí en Madrid incluida.
Este viernes, José Manuel Albares ha condenado «con firmeza» el plan. Un operativo que «solo provocaría más destrucción y sufrimiento» y que debería retirarse en pos de un verdadero alto el fuego humanitario.
Aún dentro de la UE, en Bélgica han convocado a la embajadora israelí, Idit Rosenzweig-Abu, en un intento de que «se dé marcha atrás en estas intenciones».
Fuera de la Europa comunitaria, el gran actor es Reino Unido, que recientemente anunció su intención de reconocer el Estado de Palestina en la cumbre de la ONU en septiembre —junto a Francia—… si Israel no para la guerra. En términos algo menos duros que otros países, el primer ministro, Keir Starmer, ha tildado de «errónea» la decisión de tomar Gaza, instando a Netanyahu a reconsiderar de inmediato» algo que «sólo provocará más derramamiento de sangre».
Desde Naciones Unidas ha sido el alto comisionado para los Derechos Humanos, Volker Türk, quien ha señalado que la pretendida «ocupación militar total» de Israel violaría el derecho internacional y van en contra del fallo de la Corte Internacional de Justicia, que obliga a «poner fin a su ocupación lo antes posible, así como contra la solución acordada de dos Estados y el derecho del pueblo palestino a la autodeterminación”.
Turquía o Australia se han sumado al rechazo multilateral, exigiendo al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas una «resolución vinculante» para detener la ocupación, en palabras de Ankara.