Muere Robe Iniesta, líder de Extremoduro y voz del rock español

Contaba Robe Iniesta que antes de publicar el primer disco de Extremoduro se dedicó a venderlo a sus vecinos. Les pedía mil pelas y, cuando ellos exigían su disco, les decía que ya se lo daría cuando lo grabaran. Con el dinero que sacó, unas 250.000 pesetas, se fue el grupo a Madrid, grabó las canciones que su líder había compuesto en un estudio y en la parte trasera del álbum estampó los nombres de todos los que habían puesto dinero para que naciera uno de los grupos que marcaría el rock español de los 90 y los primeros 2000.

Lo que puede sonar a anécdota es la descripción más exacta de uno de los buscavidas más deslenguados que la música española ha dado en los últimos años. Robe Iniesta, que se hizo grande con Extremoduro hasta que ni él ni sus compañeros pudieron aguantarse más, ha muerto este miércoles a los 63 años, según ha informado su agencia de comunicación. En los próximos días se dará a conocer el lugar concreto de Plasencia y la hora a la que tendrá lugar el homenaje para despedir a un artista que deja un legado inmenso de poesía convertido en canciones.

Antes del improvisado crowfunding, Robe ya había intentado un primer Extremoduro que salió mal. Se fue a Madrid con dos colegas, Kaíto y William, grabó dos temas y unos meses después el grupo quedó en punto muerto porque no se entendían. En esa primera maqueta, no obstante, estaba uno de los temas que acabaría siendo icónico del grupo: Extremaydura. Ese tema entre lo folclórico y lo rockero donde se retrataba las dificultades a las que se enfrentaba su tierra natal. [Hizo el mundo en siete días / Extremaydura al octavo / A ver que coños salía / Y ese día no había jiñado]

Tal fue así que la canción acabó incluida en el primer disco, Rock transgresivo, junto a Amor castúo, Jesucristo García o Decidí. Letras punzantes que salían de la mente de Robe, de la marginalidad a la que había estado agarrado desde su juventud, de las adicciones que capeó para seguir en la música. Robe consumía y eso se volcaba en unas letras descarnadas, provocadoras y que conectaban con un público hambriento de esa crudeza. Y gracias a ellos acabó encontrando ese veinteañero escuchimizado, con pinta de tener ya 50 años, un hueco en el mundo de la música. Primero conquistó a su pueblo y luego ya fue cayendo rendida la industria y la crítica.

Cuando el rock comercial se alejaba de la crudeza, más sumergía Robe a Extremoduro hasta el fondo de la misma con un rock progresivo que coqueteaba más con el punk y hard rock. Con sus guitarras atronando junto a la voz rota del cantante. Sucia, agresiva y descarnada era la mirada que el extremeño ponía sobre el sexo, las drogas, los excesos y la supervivencia de los que están repletos los primeros discos de la banda: Somos unos animales, Deltoya, Donde está mis amigos, Agila… Porque esa era la vida a la que se había entregado el líder de la banda y pasado por el filtro de la poesía se lo entregaba a sus fans para que lo consumieran.

Y, mientras tanto, los conciertos de Extremoduro se convierten en el caos que todos sus fans quieren. Descontrol, alcohol, drogas, letras que se olvidan… No era difícil ver a Robe parar los conciertos y encararse con el público -actitud que siguió manteniendo hasta el último día-, deambular por las calles de las ciudades por las que pasaban sus giras con su bulldog sin saber dónde alojarse y acabar durmiendo en casa de algún colega -o desconocido- cuando el grupo ya empezaba a despegar, a convertirse en un mito del rock español que en 1997 indirectamente provocó la cancelación de Suede en el Festimad porque su nombre aparecía unos milímetros más pequeño que el de los extremeños en el cartel. Robe subió, tocó y hasta los fans de Suede se quedaron con él.

Ahí empieza la época de esplendor de Extremoduro con dos discos que mantienen el rock descarnado, pero que empiezan a suavizar su sonido, a internarse en lo instrumental: Canciones prohibidas y Yo, minoría absoluta. Con temas como Salir, Golfa, La vereda de la puerta de atrás, Puta o Stand by, que acabarán convertidos en los más icónicos de la banda. Y es también en esos años, a principios de los 2000, cuando Robe se une a Fito Cabrales y Manolito Chinato para con Extrechinato y tú dejar el único disco del trío: Poesía básica.

Aún tenía guardados Extremoduro otros tres discos, de interminables poesías, con las guitarras dando paso a otros instrumentos: pianos, percusión, viento… La Ley Innata, con 45 minutos condensados en solo seis canciones y con sus cuatro movimientos, es el ejemplo más paradigmático de esa última etapa del grupo en la que luego ahondará en los cuatro discos en solitario el propio Robe desde el año 2015. Ese el año clave para entender el final de Extremoduro aunque su separación oficial se firme en 2019.