Durante 65 minutos, el derbi madrileño fue lo que el derbi madrileño debe ser. Un partido de fútbol entre los dos equipos más importantes de la ciudad, un duelo de aficiones, de pasión, de polémica con balón y de tranquilidad sin él. 90 minutos de táctica, miedo y pocos errores y una previa alejada de todo el runrún que se había deslizado durante la semana. No hubo mascarillas ni insultos racistas. Pero en el minuto 65 llegó la vergüenza del Frente Atlético, que lanzó objetos a Thibaut Courtois y obligó a Busquets Ferrer a suspender temporalmente el partido.
Koke, que se acercó a la grada a hablar con los ultras, le lanzó una indirecta al portero belga. «La gente decía que se habían sentido provocado. No lo justifica. Pero es así», dijo en rueda de prensa. En la televisión aseguró que «los profesionales tenemos que ser inteligentes y por 4 tampoco podemos perjudicar a nuestra gente. Ojalá no vuelva a ocurrir, pero como jugadores tenemos que ser más inteligentes», insistió.
Antes, paz social y batalla futbolística. El Madrid llegó al Metropolitano a las siete y media de la tarde y a su autobús lo recibiendo unas cien personas, la mayoría madridistas. Tímidos aplausos, algún grito en contra y al vestuario. A unos metros, el vehículo rojiblanco superó la humareda de las bengalas por la Avenida de Arcentales y entró en el estadio mientras su afición, miles, alentaba su aterrizaje.
Una llegada de pasión muy diferente a los cánticos escuchados en las últimas ocasiones, con Vinicius como foco de la ira de parte de los aficionados. Después de los avisos de LaLiga y de la petición del propio Atlético, no hubo insultos racistas sobre el futbolista. Sí abucheos, lógicos en las rivalidades, pero nada más allá.
El nombre del delantero fue el más silbado cuando la megafonía contó la alineación del conjunto blanco y no le dejaron de abuchear durante el duelo, pero el derbi se vivió en una agradable paz social. La batalla fue futbolística.
Simeone sorprendió con el once titular, dejando en el banquillo a Koke y a Lino y jugando con cuatro defensas, dejando de lado su clásico sistema de tres centrales. En el otro banquillo, Ancelotti apostó por Modric en lugar de Güler, Endrick o el recuperado Camavinga. El duelo se convirtió en una pelea de centrocampistas.
El paso de los minutos calmó la ira de la grada con un Vinicius que vivió su partido más tranquilo. No respondió a los abucheos ni protestó al árbitro. Ni siquiera sonrió en alguna jugada. El derbi era sorprendentemente tranquilo, tanto que Vini y Griezmann se fueron sonriendo y bromeando a vestuarios tras el 0-0 de la primera mitad. Pero el amor y la paz no duran para siempre.
En el minuto 65, justo cuando Militao puso el 0-1 para los blancos, comenzaron a caer sobre la portería de Courtois diferentes objetos, entre ellos dos mecheros, desde la grada del Frente Atlético. El belga avisó a Busquets Ferrer y le llevó objetos en dos ocasiones, mientras Koke, capitán rojiblanco, pedía calma al fondo. La megafonía avisó que en caso de continuar con el lanzamiento, el partido se suspendería. Y así fue.
Tras el saque de centro, Courtois volvió a recibir varios objetos y avisó de nuevo al árbitro, que decretó la suspensión temporal del partido en el minuto 69. Un bochorno para el fútbol español provocado por unos ultras que no deberían estar ahí. Koke volvió a acudir a la zona para pedir calma a la grada e incluso Simeone se acercó al fondo para charlar con sus miembros.
El duelo se reanudó a los 15 minutos con pitos a Courtois y con un empate que acerca a ambos al Barcelona en la lucha por el liderato.