Los ochos días que provocaron la caída de Karla Sofía Gascón: de los polémicos tuits a la reunión con la productora y la bomba de Audiard

Hubo un día en que todos querían a Karla Sofía Gascón. Que el ministro de Cultura la recibía en su despacho. Que el presidente del Gobierno la felicitaba en X. Que todas las galas la ansiaban. Que Demi Moore la wasapeaba. Que Madonna lloraba por conocerla. Que España soñaba con otra estrella de Alcobendas… Y lo recordarán porque esa era la realidad -hoy ficción- de hace apenas una semana. Había nacido una estrella que hoy ya no existe.

El pasado 30 de enero, con la nominación al Oscar aún caliente, la periodista canadiense Sarah Hagi saca a la luz unos tuits de la actriz con contenido racista y sexista publicados entre 2019 y 2024. Exactamente ocho días después, Karla Sofía Gascón está sola. Ni el equipo de Emilia Pérez ni Netflix ni nadie que no sea de su entorno la respalda. Al menos públicamente. Y la escena que mejor lo refleja se produce en la noche del miércoles.

En mitad del huracán, la intérprete está reunida con representantes de la productora Why Not para diseñar una estrategia que amaine la crisis, según fuentes conocedoras de ese encuentro. Es en ese instante cuando la revista Deadline publica la entrevista con el director Jacques Audiard. Las primeras respuestas son un ataque frontal contra la protagonista de su película. La acusa de ir de «víctima», califica de «odiosos» los mensajes y asegura que sus opiniones son «imperdonables».

A la actriz, inmersa en esas largas conversaciones para poner fin a la polémica, le pilla por sorpresa. No sabe que el cineasta ha hablado de ella en esos términos. Y eso se suma al veto de Netflix en la carrera hacia los Oscar, a la cancelación de su próximo libro, a las declaraciones en su contra… En solo ocho días todo se ha derrumbado. Esta es la reconstrucción de una caída que empieza el 30 de enero.

Ese día explotan los tuits de la madrileña en el arranque de la carrera hacia los Oscar, algunos con cinco años de antigüedad y antes de que ella iniciara su transición. En ellos se pueden leer expresiones como «puto moro» o apreciaciones como que «el islam se está convirtiendo en un foco de infección para la humanidad». También que el asesinado George Floyd es «un drogata estafador» o que la gala de los Oscar parece «un festival afrokoreano», «una manifestación Blacklivesmatter» o «el 8M». En una entrevista en A Folha de Sâo Paulo, la actriz ya había acusado al equipo de relaciones públicas de Fernanda Torres, también candidata al Oscar por I Am Still Here, de sabotear su campaña con juego sucio. La mecha estaba prendida sobre un barril volcado de gasolina.

El viernes, en un primer comunicado en el que Gascón anuncia que deja la red social X, atribuye toda la polémica a «una campaña de odio y desinformación» contra ella. Tras pedir disculpas por sus tuits, insiste en que ha defendido «todas y cada una de las minorías de este mundo», pero también critica «la hipocresía que subyace dentro de las mismas». Y el domingo concede una entrevista que se extiende una hora en CNN en español donde asegura que no va a renunciar a la candidatura al Oscar. En esa intervención remarca que ha sido «juzgada, condenada, sacrificada, crucificada y lapidada sin un juicio y sin opción de defensa».

Ahí se marca un punto de inflexión y el incendio está ya fuera de control. Esa entrevista, según fuentes consultadas por este diario, enfada a Netflix, encargada de la distribución de Emilia Pérez en Reino Unido, EEUU y Canadá. La plataforma ha hecho una inversión importante -unos 25 millones de dólares, según fuentes conocedoras- por la película para ganar el Oscar y desconoce los planes de su protagonista.

El martes, The Hollywood Reporter publica que la empresa de streaming ha vetado a la española en su promoción para los Oscar y para los premios previos en Los Ángeles. No costeará ni sus viajes ni sus alojamientos, no está en los correos electrónicos de coordinación y no aparece en los carteles. A última hora de la tarde, la actriz vuelve a emitir un comunicado a través de Instagram. «Me quieren aplicar el cancel culture. Les pregunto a los expertos de Hollywood, a los periodistas que me conocen y que han seguido mi trayectoria ¿cómo avanzar?», escribe la actriz. En ese texto apela a la «Familia Emilia Pérez» y asegura que se sintió «perdida» en su proceso de transición. Nuevamente esa publicación se realiza sin contacto con Netflix.

A la mañana siguiente, el ministro de Cultura, Ernest Urtasun, que la había recibido el pasado 28 de enero y la había situado como un ejemplo de diversidad en nuestro país y como «un ejemplo del talento y la dedicación de las actrices españolas», reniega también de su figura en público. En un acto con la vicepresidenta del Gobierno y líder de Sumar, Yolanda Díaz, en Madrid, Urtasun muestra su «lamento» por los mensajes lanzados a través de X por la artista. «Los tuits que hemos conocido tengo que lamentarlos, no representan a la sociedad española y lo digo muy apenado porque era una candidatura para el país». Y añade al ser preguntado sobre si se mantenía en sus palabras previas tras conocerse el contenido de los mensajes: «Esos tuits han empañado la candidatura de Karla Sofía Gascón».

Esa misma tarde se produce la conversación entre Gascón y los representantes de la productora de la película para atajar la crisis descrita al inicio de este texto. Y también la publicación de la entrevista de Jacques Audiard en Deadline en la que carga directamente contra la protagonista de Emilia Pérez. Esa es la forma elegida por el francés para intentar salvar las aspiraciones de la película y las propias de cara a los Oscar, que son casi inexistentes en estos momentos. Solo Zoe Saldaña, que apenas se ha pronunciado sobre su compañera más allá de reconocer que se encuentra «triste», parece una opción realista. Incluso la victoria a Mejor Película Internacional está en peligro. La situación podría beneficiar a Aún estoy aquí del brasileño Walter Salles, que tenía previsto acudir la semana pasada a Madrid y que renunció a esa promoción para centrarse en Los Ángeles.

Este jueves se producen los últimos -al menos por el momento- hechos relevantes en esta historia. Este diario publica en exclusiva que la editorial Dos Bigotes ha renunciado a publicar la nueva versión de la novela autobiográfica de Karla Sofía Gascón, Karsia, en mitad de la polémica. La comunicación por parte de la editorial se había producido el pasado lunes a través de un correo electrónico directamente a la artista pero se había mantenido en secreto, según el sello, para «no sacar rédito público» de una decisión relativa a «la gestión interna».

Durante la mañana también se conoce, a través de una información de la agencia EFE, que la actriz no acudirá a la gala de los Goya que se celebra mañana en Granada. Fuentes consultadas por este diario aseguran que esa decisión se tomó en la noche del miércoles, aunque la actriz no tenía intención de acudir tras saltar la polémica de los tuits. Meses atrás, la Academia del Cine se había puesto en contacto con ella para ofrecerle que presentara uno de los premios, pero la madrileña había declinado porque coincidían con varias galas de premios en Los Ángeles en los que estaba nominada y contaba con opciones de ganar. De hecho, las votaciones para los Critics Choice Awards se cerraron antes de que todo este caso apareciera en la luz pública, lo que impide descartar una victoria de Gascón sin estar ella presente en la gala de esta noche.

Según varias personas cercanas a la actriz, ella se encuentra «triste» en estos momentos y especialmente desubicada por las palabras que le ha dedicado Jacques Audiard. La actriz siempre ha defendido su vinculación con Emilia Pérez y su conexión con el director francés y no esperaba que este se dirigiera a ella en los términos que lo ha hecho. Y, por delante, aún quedan 23 días hasta los Oscar.