Mientras Vladímir Putin insiste en calificar la relación entre Rusia y China como una «alianza inquebrantable», dentro del propio aparato de seguridad ruso se libra una batalla silenciosa. El New York Times ha revelado que una unidad secreta del Servicio Federal de Seguridad (FSB) considera a China no un socio, sino un enemigo «potencial».
Este grupo de contrainteligencia advierte que Pekín representa una amenaza creciente para la seguridad nacional rusa, y que podría estar preparando el terreno para reclamar territorios anexados por Rusia en el siglo XIX, como la estratégica región de Vladivostok.
Un documento interno del FSB, obtenido por el grupo de hackers Ares Leaks, expone en ocho páginas una visión inquietante sobre la colaboración ruso-china.
Espionaje y expansión
Aunque Putin y el líder chino, Xi Jinping, han proclamado una asociación «sin límites», el informe demuestra que, en realidad, los servicios de inteligencia rusos temen una infiltración masiva del espionaje chino.»A largo plazo, China, a pesar de su inagotable colaboración y utilidad, también representa una amenaza potencial«, afirman altos funcionarios rusos citados en el informe.
El Servicio 7 del Departamento de Operaciones de Contrainteligencia (DKRO), una unidad del FSB, ha detectado numerosos intentos de espionaje por parte de China, incluidos esfuerzos para reclutar científicos, pilotos y especialistas rusos, especialmente aquellos involucrados en el secreto proyecto militar «ekranoplan».
Pekín estaría tratando de acceder a tecnologías avanzadas y a tácticas militares aprendidas por Rusia durante la guerra en Ucrania, especialmente en lo relativo al uso de drones y defensa contra armas occidentales.
Tan solo tres días antes del inicio de la invasión a Ucrania en 2022, el FSB activó un nuevo programa de contraespionaje, bautizado con ironía como ‘Entente-4’, para hacer frente a las operaciones chinas. Desde entonces, se han documentado intentos de infiltración a través de universidades, empresas mineras en el Ártico y el reclutamiento de ciudadanas rusas casadas con chinos.
El documento también expone cómo China está utilizando su influencia para expandirse en Asia Central, atraer a antiguas repúblicas soviéticas como Uzbekistán y establecer cadenas logísticas que ayuden a Moscú a eludir sanciones occidentales.
Sigue interesando mantener relaciones con Rusia
Pese a las tensiones, el FSB deja claro que perder el respaldo chino sería aún más catastrófico para una Rusia debilitada por la guerra y el aislamiento económico.
Por eso, los agentes han recibido la orden de evitar cualquier acción importante contra espías chinos sin autorización superior. En palabras del propio documento, la guerra encubierta entre servicios secretos está llena de «tensiones», pero debe mantenerse fuera del radar público para preservar la narrativa oficial.
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