Matt Shakman (Ventura, California, 1975) posee el más extraño récord imaginable del universo Marvel; de todo él, el cinematográfico y el otro, el de papel. En su haber está el ser el primero en citar a Shakespeare dentro de la historia de un superhéroe. En realidad, eran dos. Quizá, si se bucea un poco, se pueden encontrar muchos más ejemplos de amantes del Bardo entre la patulea de los hombres y mujeres con poderes XL (no en balde, leotardos llevan todos, el autor de Romeo y Julieta incluido), pero en lo que al cine y las series se refiere desde que en 2008 viera la luz Iron Man cuesta dar con alguien como Shakman.
Ocurrió en el último episodio de su serie Bruja Escarlata y Visión. En la más eufórica de las conclusiones, el mundo real y el representado se miraban uno en el otro como en el célebre tercer acto de Hamlet. Sí, ése en el que vemos el asesinato del rey ante el usurpador en una obra que se representa dentro de la propia obra. Play in scene. El propio Hamlet se coloca no lejos de nosotros para convertirse en espectador de sí mismo, en intérprete de su existencia. ¿Y si nosotros mismos en el patio de butacas no fuéramos más que una pieza en el plan del príncipe de humillar a su padrastro? Pues eso mismo sucedía en Bruja Escarlata y Visión. Lo explicaba el propio Matt Shakman en una entrevista concedida a EL MUNDO tiempo atrás: «Tuve un profesor de historia de la televisión que estaba convencido de que si Shakespeare viviera escribiría para la tele. Y ahora mismo, para el Universo Marvel. Si nos fijamos, escribió, por orden, comedias, luego dramas, tragedias y finalmente obras como La tempestad que desafían los géneros. Bueno, eso mismo hace Bruja Escarlata y Visión«. De récord, sin duda.
Pero lo que ahora nos trae Shakman es mucho más que solo Shakespeare. Si acaso esto fuera posible. Los 4 Fantásticos: primeros pasos es hasta la fecha el mayor reto al que se ha enfrentado el Universo Cinematográfico de Marvel en toda su ya larga historia de 36 películas. La cinta que se estrena el viernes inicia lo que los avezados en la materia llaman la sexta fase y lo hace con el compromiso y la ímproba tarea de resucitarlo todo. ¿Han oído hablar de la fatiga de los superhéroes? Pues ahí estamos, tan cansados que hasta una medianía (esta de la casa contraria, DC) como el nuevo Superman de James Gunn parece el maná entre tanto aburrimiento que explota. Shakman, el hombre que cita a Shakespeare y que ha desarrollado la mayor parte de su brillante carrera fuera del cine a medio camino entre el teatro y la televisión (casi 130 episodios de televisión llevan su firma desde Everwood a Betty la fea pasando por Juego de Tronos y la citada Bruja Escarlata y Visión), es el elegido para salvarnos del tedio, para tapar la boca de Scorsese (siempre tan apocalíptico cuando de superhéroes se trata) y, ya de paso, para alegrar la taquilla del verano.
¿Se siente abrumado? «Prefiero no pensar en ello», dice desde el otro lado del zoom relajado y con una sonrisa que se diría de nerviosismo. Y sigue: «En verdad, la mayor presión que he sentido todo este tiempo proviene de mí. Sentí el peso de la responsabilidad al tener que escribir sobre estos personajes que tanto amo y con los que crecí. Son unos tipos increíbles que han existido durante más de 60 años y que han inspirado a muchos lectores como yo. Fueron parte de la Edad de Plata del cómic». Pausa. «Y hay que tener en cuenta que fueron los que salvaron ya en el pasado a la casa Marvel».
La casualidad (o el destino) es así. Se diría que otra vez la familia fantástica tiene por misión salvar la vida a los que son como ellos, a sus colegas los superhéroes. A lo que se refiere Shakman es que Los 4 Fantásticos nacieron en 1961 por pura desesperación. Por entonces, Marvel y su gente luchaban por dar con una réplica apropiada a los todopoderosos DC Comics. La ocurrencia de Stan Lee y Jack Kirby no fue otra que quitar hierro y poder al asunto. La idea, deslumbrante por contradictoria, fue meter a sus héroes en terapia y hacerles confesar sus debilidades. Y así, los defectos y problemas más cotidianos colocados en el centro de la trama hicieron que los superprotagonistas reconectaran con sus lectores. Sí, tenían superpoderes, pero junto a ellos, también padecían superproblemas, muchos de ellos derivados de su superresponsabilidad.
Acababa de nacer una simple y muy común familia, sí, una familia formada por Reed Richards, también conocido como el súper elástico Señor Fantástico; su novia y luego esposa, Susan Storm, que siempre sería la Mujer Invisible; el impulsivo hermano menor de Sue, Johnny Storm, como la luminosa Antorcha Humana; y el mejor amigo de Reed, Ben Grimm, el impulsivo, y más rocoso que un defensa central de los de antes, La Cosa. Fueron los primeros de todos los que vendrían después igual de torturados por sus cuitas internas: el adolescente Spider-Man, el millonario salvapatrias Iron Man, los mutantes (también adolescentes) X-Men, el negro Black Panther…
«Sí», sigue Shakman, «ellos ayudaron a salvar los cómics de Marvel cuando estaban en apuros. Fue una idea audaz y revolucionaria centrar un cómic en una familia, una familia de verdad, con todo su caos, su corazón y su humor… ¿Me preguntabas por la presión? Mi única presión ha sido tratar a estos personajes bien, hacerlos sentir reales para el público, hacer que la historia sea emotiva. Lo que pase con los superhéroes como género a partir de ahora es algo que me supera. Mi responsabilidad llega a mis limitaciones como cineasta». Se diría que hasta ya habla como un superhéroe más, con todos y cada uno de sus tormentos.
Los datos justifican los temores y hasta hacen bueno el sambenito que le ha caído a la película de Shakman de ser, desde un punto de vista industrial, la cita más importante de los últimos años para tal vez el cine entero. Tras una década de supremacía casi dictatorial en taquilla, el antes infranqueable Universo Cinematográfico de Marvel vive su particular travesía por un desierto que no acaba. Desde el desastre de Ant-Man y la Avispa: Quantumanía (2023) hasta los recientes Thunderbolts, ya algo más en forma, la casa ha mantenido un triste medio tono casi de transición. Y ese tono gris marengo casi sucio se ha dejado ver tanto en los cines como en los despachos de Disney. Primero fue el descabezamiento y posterior desmantelamiento de la división Marvel Entertainment al frente de la cual se encontraba el conflictivo (además de cercano a Donald Trump) Ike Perlmutter, personaje sin el cual es imposible entender tanto el resurgimiento de los propios cómics en los 90 como la fundación de los mismísimos estudios que nos ocupan. De héroe a villano en un puñado de décadas. Y a continuación, llegó el mucho más sonado, polémico y sangriento despido de Victoria Alonso, presidenta ejecutiva de producción, posproducción y animación en Marvel Studios hasta marzo de 2023. Todo ello sin contar el fiasco de Jonathan Majors, que iba a ser Kang el Conquistador y fue despedido tras las acusaciones por abuso de varias mujeres. Y ahora, llega el momento del examen para el todopoderoso Kevin Feige camino de los nuevos Avengers, que llegarán a finales del año que viene.
«Fue una idea audaz y revolucionaria centrar un cómic en una familia, una familia de verdad, con todo su caos, su corazón y su humor»
Matt Shakman
Lo cierto es que Los 4 Fantásticos no lo tienen fácil. Las películas precedentes sobre estos mismos personajes de 2005 (con su secuela dos años después) y 2015, cuando los personajes formaban parte de de 20th Century Fox antes de que Disney adquiriera el estudio en 2019, no invitan de entrada al optimismo. Ni los dos primeros intentos firmados por Tim Story ni el tercero a cargo de Josh Trank superaban la barrera de la más insoportable mediocridad. Las primeras eran anteriores al éxito del Iron Man original y la última no hacía justicia con sus rivales (ya había dos películas de Los Vengadores estrenadas). Y de ahí que Shakman quiera marcar distancias. De entrada, para que nadie se haga preguntas incómodas (¿acaso no había acabado todo después de Endgame?), la película discurre en el escenario alternativo Tierra 828. Es decir, adiós al llamado dilema de Thanos. Pero no solo eso, en su vocación de ser diferente, la nueva película se salta directamente explicarnos la génesis. «La sensación es que la historia del origen se ha contado demasiadas veces. El público ya está harto de que se le cuente una y otra vez cómo obtuvieron los poderes. Ahora el origen de la historia es otro», dice el director y no duda en relatar cuál es. No cuenta como spoiler puesto que ya figura en el tráiler: Reed y Susan van a ser, mayores como son, padres. ¿Qué clase de criatura parirá la Mujer Invisible? Ya adelantamos que una muy, pero que muy particular. Además de fantástica, claro.
En la carrera por ser diferente de todo lo anterior y proponer algo nuevo para todo lo posterior, Los 4 fantásticos: primeros pasos echa el resto, gracias sin duda a los 200 millones de presupuesto y un casting encabezado por Pedro Pascal y Vanessa Kirby, en la confección de un universo tan visualmente atractivo como evocador. Pocas películas ha producido el Universo Marvel tan plásticas, tan bellas, tan cuidadas, tan futuristas en un pasado por fuerza mítico. Como los dibujos de los Supersónicos (¿nos acordamos?), o no lejos del Wall-e de Pixar, la propuesta de Shakman rescata de la memoria unos años 60 irreales y perfectos. Sin duda, el mayor logro de una película, dígase ya, tan agradable, bien dirigida y entretenida como oportuna. Veremos qué pasa en taquilla, pero la apuesta es, de entrada, edificante y ganadora. Y sin un gramo de cinismo.
Como ya hiciera en la serie Bruja Escarlata y Visión, el fanático de los cómics que es el director juega a construir un espacio de identificación con el espectador que apela esencialmente al optimismo. Shakman, que durante mucho tiempo estuvo al cargo del último proyecto de Star Trek, hace lo imposible por acercarse al universo de cordialidad interplanetaria de Gene Roddenberry. «Los 4 Fantásticos se crearon en los años 60. En los 60 estaba la carrera espacial; la gente miraba hacia las estrellas. Precisamente, en esa misma época nació Star Trek con una influencia similar. Había una sensación generalizada de que la tecnología haría que el mundo fuera mejor para todos. La tecnología no era el enemigo sino la potencia máxima del humanismo, de la humanidad», dice a un paso de la euforia.
-¿Tenemos que entender la película como una afirmación política contra los tiempos oscuros anticientíficos, antivacunas, propagadores de bulos, reaccionarios…?
-Obviamente, no es una película política. O lo es en la misma medida que lo era Star Trek que ponía a dos seres completamente diferentes, extraños entre sí, en el puente de mando del Enterprise. La idea es que, si tenemos el corazón y la mente sanos y trabajamos juntos como equipo, como una familia, las cosas mejorarán y el futuro será mejor y más brillante para todos sin excepción, para toda la humanidad. Es un mensaje relevante ahora, porque ya lo era entonces. No olvidemos que Black Panther se presenta en las páginas de Los 4 Fantásticos. Eso quiere decir algo. Lo que se propone es un lugar donde el idealismo puede prosperar, donde el optimismo es parte de la esencia del mundo.
Y ahora solo queda esperar, de nuevo y como siempre, a Shakespeare. El ser o no ser del Universo Marvel empieza ahora.