«Lo peor puede ocurrir»: lo que Europa debe hacer de urgencia si EEUU corta la ayuda a Ucrania

La decisión del Departamento de Defensa de Estados Unidos de suspender los envíos de armas y material a Ucrania, luego desdicho por el propio presidente Donald Trump pero que pesa como una amenaza constante, es el último recordatorio de que «una peligrosa complacencia respecto a la guerra se ha instalado a ambos lados del Atlántico». Lo denuncian Nate Reynolds y Eugene Rumer, de la Fundación Carnegie para la Paz Internacional, en un análisis difundido esta semana

«Los líderes estadounidenses y europeos son muy conscientes de que Ucrania ha ido perdiendo terreno gradualmente en la guerra con Rusia desde 2023, cuando su ofensiva no logró un avance decisivo ni obligó al Kremlin a negociar en serio», dicen. A medida que se agota la asistencia militar estadounidense organizada por la administración del expresidente Joe Biden, «el peligro para Ucrania sin duda aumentará» y ahora depende de los líderes europeos «cumplir sus promesas para evitar que Rusia gane su guerra de agresión».

«Lo peor aún no ha sucedido. La ofensiva rusa del otoño de 2024 no logró un avance significativo. Los temores de que la administración del presidente Donald Trump cortara inmediatamente toda la ayuda a Ucrania no se materializaron. Los daños causados por la desastrosa reunión en el Despacho Oval entre Trump y el presidente ucraniano Volodímir Zelenski en febrero se remediaron poco después. Y, contrariamente a los temores generalizados, la relación transatlántica salió prácticamente indemne de la cumbre de la OTAN en La Haya«, exponen. Pero, a renglón seguido, afirman: «La realidad pinta mucho peor. Lo peor aún podría ocurrir».

Dos rondas de conversaciones ruso-ucranianas en Estambul -se busca la tercera, aún sin éxito- han confirmado lo que era «obvio» desde hace tiempo: el presidente ruso, Vladímir Putin, «no tiene ningún interés en un alto el fuego». «Apostando por la superioridad numérica de Rusia, incluso en medio de pérdidas brutales inimaginables para los líderes occidentales, confía cada vez más en poder obligar a Ucrania a capitular», exponen. Putin, además, «sabe» que la Administración Trump no planea solicitar al Congreso otro gran tramo de fondos de emergencia para Ucrania en un futuro próximo. 

«Las amenazas de más sanciones estadounidenses le suenan cada vez más vacías a Putin, dada la reticencia de la administración Trump a atacar incluso a quienes eluden el régimen de sanciones vigente. Putin ha estado mirando fijamente las armas económicas de Occidente desde su apropiación ilegal de Crimea en 2014″. En cada «giro de la manivela», ha mostrado «tolerancia al sufrimiento económico y confianza en la resiliencia de la economía rusa». Putin, percibiendo una oportunidad, «mantiene la presión sobre Ucrania con la esperanza de doblegarla». 

El ejército ruso, a la par, está expandiendo sus operaciones ofensivas más allá del Donbás, con combates en las regiones de Járkov, Dniéper y Sumy. El «audaz ataque» ucraniano del 1 de junio contra aeródromos rusos recibió una amplia cobertura mediática como un éxito rotundo, pero «se informó menos sobre el lanzamiento de casi 500 drones contra Ucrania esa noche». «Este tipo de ataques rusos a gran escala, con cientos de drones combinados con misiles balísticos más peligrosos y difíciles de contrarrestar, se están convirtiendo en la norma«, denuncian. 

Las defensas aéreas de Ucrania tienen dificultades para proteger al país con un suministro limitado de interceptores que disminuye con el tiempo, especialmente si se detienen los envíos estadounidenses. «La guerra de 12 días entre Irán e Israel está generando una fuerte señal de demanda dentro del Pentágono y entre los socios estadounidenses en Oriente Medio de que este tipo de armas se necesitan con urgencia en otros lugares«, dice el análisis».

Ucrania ha resistido ofensivas y bombardeos de misiles en el pasado, y a menudo «se subestima su resiliencia». Al mismo tiempo, el pasado podría «no ser un prólogo, ya que el apoyo estadounidense disminuye y la guerra se prolonga en el futuro previsible». Sin los interceptores de defensa aérea proporcionados por Estados Unidos, «Rusia bombardearía las ciudades ucranianas, con más víctimas civiles y más familias que decidirían abandonar el país». 

«La red eléctrica de Ucrania sufriría más daños, especialmente sin la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) proporcionando generadores y otros suministros críticos, que se necesitan desesperadamente, como lo hizo en años anteriores. Las fuerzas ucranianas, ya desbordadas, no tendrían más remedio que ceder cada vez más terreno. Acumulativamente, especialmente a medida que la guerra se adentra en 2026, el Kremlin simplemente continuará machacando a las fuerzas ucranianas en el frente con la esperanza de lograr un avance importante», insisten.

Pero «aún está a tiempo para que Ucrania y sus aliados actúen para prevenir lo peor y, aún más importante, para encaminar a Ucrania hacia una defensa resiliente que eventualmente obligaría a Putin a aceptar un alto el fuego». Esto requiere abordar urgentemente dos problemas, uno a corto y otro a largo plazo. En primer lugar, Europa «debe tomar la iniciativa en el armamento a Ucrania, evitando cualquier vacío peligroso ante la interrupción de los suministros estadounidenses». Esperar que Trump cambie de opinión sobre la guerra «sólo provocará más retrasos que ni Ucrania ni Europa pueden permitirse», sentencian los autores. «La derrota de Ucrania sería catastrófica para Europa, que entonces tendría que lidiar con Rusia, agresiva, agraviada y armada para la próxima guerra».

Las empresas de defensa europeas pueden suministrar, y de hecho suministran, parte de lo que Ucrania necesita. Pero existen sistemas y municiones clave, incluyendo interceptores de defensa aérea de importancia crítica, «que sólo Estados Unidos puede proporcionar». Ya se están llevando a cabo conversaciones puntuales en Kiev y en diferentes capitales europeas para comprarlos made in USA.

«Desafortunadamente, esto también significa que los aliados de Ucrania podrían terminar compitiendo entre sí«, exponen Reynolds y Rumer. En cambio, «una coalición de países dispuestos debería designar un enviado europeo cercano a los funcionarios de la administración Trump que pueda reunir fondos y proponer una compra a gran escala basada en las necesidades de Ucrania y una evaluación realista de lo que Estados Unidos puede proporcionar». «La escala es importante», recuerdan. «Un precio mayor atraerá la atención de las empresas de defensa estadounidenses y demostrará a Putin que Europa puede cumplir, socavando su expectativa de que la posición de Ucrania se deteriorará a medida que disminuyen los suministros estadounidenses».

En segundo lugar, los aliados europeos «deben lograr que el armamento a Ucrania sea sostenible a largo plazo. Europa debe reconocer que Ucrania tendrá que convencer a Putin de que no puede debilitar sus fuerzas ni doblegar su voluntad de lucha, y que pagará un precio aún mayor si intenta hacerlo». Para lograrlo, Europa debe decidir finalmente utilizar los activos rusos congelados confiscándolos directamente. «La cautela en Europa es comprensible, pero Rusia es claramente el agresor en este caso y los riesgos financieros y legales son manejables. Estos fondos aislarán el apoyo europeo de la política interna y de los presupuestos nacionales sobrecargados con el tiempo».

Igualmente, los países europeos «deberían impulsar la base industrial de defensa de Ucrania optimizando las inversiones y la transferencia de tecnología, en particular para productos que escasean en Occidente. Ya existen ejemplos positivos». La Administración Biden invirtió cientos de millones de dólares en el programa de drones de Ucrania, que ahora define el campo de batalla. Alemania también está invirtiendo inteligentemente en el desarrollo de capacidades autóctonas de ataque de precisión de largo alcance en Ucrania. Ucrania agotó los suministros occidentales de estos misiles en 2024, pero la producción autóctona ayudará a mantener la presión sobre la retaguardia rusa y aumentará los costos para Moscú de maneras que Putin comprende. «La exitosa campaña ucraniana para neutralizar eficazmente la flota rusa del mar Negro demostró lo que Ucrania puede hacer. Estas campañas de ataque dirigidas de largo alcance aumentarán la disuasión y el poder de negociación de Ucrania con el tiempo».

Durante los últimos seis meses, los líderes europeos han recibido «constantes recordatorios de Washington de que una mayor carga de defensa recaerá sobre sus hombros». Sin embargo, muchos de ellos «albergaban la esperanza de poder persuadir a su homólogo estadounidense para que retome el papel tradicional de Estados Unidos en Ucrania. Eso no va a suceder«, sentencian. «Sólo construyendo una defensa sostenible en Ucrania, Europa podrá evitar los peores escenarios y encaminarse mucho mejor para disuadir la agresión rusa contra el continente en el futuro«, añaden.

«El enfoque europeo de gestión de crisis debe evolucionar ahora hacia un compromiso a largo plazo para tratar la seguridad de Ucrania como la seguridad de Europa. Ucrania no será miembro de la OTAN ni de la UE durante mucho tiempo. Pero Ucrania es fundamental para la propia defensa de Europa. Si no se integra a Ucrania en los planes de defensa europeos, aumentará considerablemente los riesgos para ambos. Esperar a que termine la guerra para hacerlo no es una opción«, concluyen.