Las almas de Polonia: estrena presidente ultra, en plena guerra fría con el liberal Tusk

Karol Nawrocki llegará este miércoles al cargo de presidente de Polonia con la promesa de impulsar una agenda conservadora, nacionalista y beligerante contra Bruselas y se espera que ejerza una férrea oposición a las medidas prometidas por el primer ministro, Donald Tusk.

Éstas son algunas de las claves de cómo afectará la investidura de Nawrocki a la frágil coalición de Gobierno centrista, al llegar al ecuador de su legislatura.

Guerra fría con Tusk

La falta de sintonía entre Nawrocki y Tusk no proviene solo de diferencias ideológicas: cada uno de estos líderes representa a la mitad del electorado -como reflejó el ajustadísimo resultado de las elecciones presidenciales– y defiende modelos de sociedad opuestos.

Tusk, que se sometió a un voto de confianza parlamentario y reestructuró su gabinete para hacer frente a la crisis desatada por la victoria de Nawrocki, va a tener enfrente a un presidente decidido a desactivar todas las iniciativas progresistas del Gobierno, con el fin de erosionar su eficacia y, si es posible, provocar el adelanto de elecciones.

Revertir la polémica reforma judicial del anterior Ejecutivo, un asunto que ha causado infinidad de problemas a Tusk, se presenta como tarea imposible con un presidente hostil, y muchos de los nombramientos clave, desde embajadores hasta figuras como el gobernador del Banco o la Auditoría nacionales deberán contar con el visto bueno de Nawrocki.

Soberanía nacional, euroescepticismo

De nuevo, el Palacio Belvedere de Varsovia tendrá como inquilino a un presidente crítico con Bruselas y Berlín: Nawrocki rechaza el Pacto Verde y el régimen de comercio de derechos de emisión de la Unión Europea (EU-ETS) porque, ha dicho, «hasta que llegue la energía nuclear a Polonia, el carbón polaco debe extraerse».

Además del veto con que puede frenar cualquier ley, Nawrocki podría en teoría, basándose en la legislación introducida por el anterior Gobierno, arrogarse la representación de Polonia en las cumbres de la Unión Europea (UE), lo que crearía un conflicto adicional.

Política migratoria estricta y restrictiva

El nuevo presidente aboga por una política migratoria férreamente controlada con criterios nacionales, no europeos, con el rechazo total a la inmigración ilegal y a la construcción de centros de deportación.

Se opone al Pacto Migratorio de la Unión Europea (UE) y exige “prioridad nacional en el acceso a servicios y ayudas sociales” para los polacos frente a extranjeros, incluidos ucranianos.

Agenda social conservadora

Nawrocki promete «combatir la ideología de género en las escuelas” y las políticas de cambio de género para menores y revertir las decisiones tomadas por el Gobierno en este campo.

Será imposible avanzar en la despenalización del aborto bajo su mandato, pues es de prever que no dudará en frenar con su veto cualquier ley al respecto.

La familia tradicional como centro de la sociedad, no al matrimonio igualitario entre homosexuales y a la adopción de niños por ese colectivo completan los pilares de la visión que Nawrocki tiene de una Polonia que, en su opinión, ha caído presa de los «experimentos sociológicos de las élites de izquierdas».

Promesas de bajada de impuestos

La «drástica rebaja de impuestos a las familias» que prometió en su campaña incluye la reducción del IVA del 23 % al 22 % y reindexar las pensiones «siempre por encima de la inflación», así como la exención fiscal para herencias e impuesto cero sobre la renta familiar con al menos dos hijos.

Ha prometido reducir la factura eléctrica para los hogares en un tercio gracias a la reactivación de la industria carbonífera.

En Polonia, el presidente puede impulsar sus propias leyes, que deben recibir después el visto bueno del Parlamento, pero una iniciativa en este ámbito podría producir un choque con el Gobierno.

Advertencias a Ucrania

Aunque apoya la soberanía ucraniana, Nawrocki se opone «tajantemente» a su adhesión a la UE y la OTAN mientras esté en guerra porque, según él, «eso llevaría a la implicación de todos los países de la OTAN».

Otra exigencia a Kiev es la de resolver «asuntos históricos y de justicia», como las masacres de polacos en Volinia de la Segunda Guerra Mundial, y demanda poner fin a las «ventajas arancelarias» para la entrada de productos ucranianos en la Unión.

Refuerzo militar y Defensa

Nawrocki apoya incrementar el gasto en defensa al 5 % del PIB y plasmar esa obligación en la constitución, así como aumentar las fuerzas armadas a 300.000 soldados.

Este fortalecimiento militar es un área de posible consenso con el Gobierno de Tusk, pero incluso en este capítulo son de esperar divergencias, pues para Nawrocki, los planes de rearme de la UE y en especial de Alemania «son perjudiciales para la soberanía polaca».