La OTAN crea el tanque del futuro, pero tiene un gran inconveniente

El Ejército británico ha presentado con orgullo el Challenger 3, la más reciente versión de su emblemático tanque de batalla principal, el venerable Challenger 2. Promocionado como la solución que transformará las capacidades blindadas del Reino Unido, este nuevo tanque introduce una serie de mejoras tecnológicas y de diseño

Pero, a pesar de los avances, el National Security Journal informa de que persisten dudas sobre su efectividad a largo plazo, sobre todo frente a amenazas emergentes como los drones FPV y las limitadas adquisiciones que pueden poner en jaque su capacidad de supervivencia.

El Challenger 3 ha sido diseñado para mejorar la interoperabilidad con las fuerzas de la OTAN y maximizar su rendimiento en el campo de batalla. La mejora más significativa radica en el cañón principal, que pasa de un cañón estriado de 120 mm a un cañón de ánima lisa, también de 120 mm, que es el estándar en la mayoría de los carros de combate de la OTAN. 

Este cambio implica la retirada de la munición HESH (alto explosivo de cabeza aplastada), que había sido una característica distintiva de los Challenger anteriores, en favor de munición más flexible y adaptada a los estándares internacionales. Se trata de un paso crucial, ya que el Challenger 3 estará mejor equipado para enfrentarse a blindajes de última generación y a vehículos fuertemente protegidos

Sin embargo, el coste de esta transición es la eliminación de una munición especialmente efectiva contra estructuras protegidas, lo que podría limitar la versatilidad en ciertos escenarios de combate. Además, la torreta del Challenger 3 ha sido rediseñada para acomodar el nuevo cañón, aumentando su blindaje y mejorando las capacidades de control de fuego y conocimiento situacional.

Las mejoras no terminan en el terreno armamentístico. El Challenger 3 introduce un sistema de protección activa (APS) que tiene como objetivo interceptar y destruir proyectiles que amenacen al tanque. Usando sensores acústicos y radar, este sistema dispara proyectiles cinéticos contra los objetos que se acercan, interrumpiendo su trayectoria o haciéndolos detonar prematuramente. 

Dudas sobre su efectividad y el número insuficiente de unidades

Aunque es un avance significativo respecto a los sistemas previos, su efectividad frente a los drones FPV (primeros vuelos de persona) sigue siendo incierta, especialmente cuando se enfrentan a drones más grandes y mejor armados, una amenaza cada vez más frecuente en conflictos como la guerra en Ucrania.

El futuro del Challenger 3 también está marcado por otro problema fundamental: el número limitado de unidades. Según el Royal United Services Institute (RUSI), Reino Unido solo planea adquirir un total de 148 unidades para 2030, un número insuficiente para una división blindada creíble, que debería contar con entre 170 y 300 tanques. 

Además, el Ejército Británico enfrenta una escasez general de recursos, con una artillería limitada y una falta de unidades adicionales para garantizar la eficacia de sus fuerzas en un enfrentamiento prolongado.

Este escenario plantea serias preocupaciones sobre la capacidad del Challenger 3 para enfrentar a enemigos más grandes y mejor equipados, como las fuerzas terrestres rusas. Aunque puede ser el tanque más letal del Reino Unido, su disponibilidad en cantidades limitadas podría forzar a las fuerzas británicas a depender de él de manera heroica, enfrentándose a un enemigo superior en número y con una capacidad de ataque combinada cada vez más sofisticada.

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