Lo primero que uno se encuentra apenas aterriza en el aeropuerto Marco Polo de Venecia es la imagen de Daniel Craig para una conocida marca de mucho lujo y mucho bolso. Daniel Craig deconstruido. El actor que mira desafiante a los esforzados turistas arrastrados por las ruedas traqueteantes de sus maletas (que no al revés) nada tiene que ver con James Bond. Ahí no hay ni pistola ni traje chaqueta ni apertura de piernas modelo ‘manspreading oversize’ ni músculo contraído. Ahí lo que se ve cuelga; es decir, es más bien colgandero. Ahí lo que hay es un señor con gafas de color amarillo desconstruidas, jersey de colores deconstruidos, peinado deconstruido, mirada deconstruida… Y todo en ello en una actitud de deconstrucción total. Este agente 007 no amenaza, éste abraza. Parece publicidad y, en verdad, es síntoma.
La Mostra de Venecia, que este año promete más estrellas que personas (están en la lista Lady Gaga, Joaquin Phoenix, Julianne Moore, Tilda Swinton, Angelina Jolie, Daniel Craig, Adrien Brody, Felicity Jones, Cate Blanchett, George Clooney, Brad Pitt, Monica Bellucci, Michael Keaton, Jenna Ortega…), lo que de verdad ofrece es deconstrucción, pero de la buena. En efecto, dejando claro que es imposible ordenar la infinidad de películas que se presentan en torno a un solo argumento, lo cierto es que si algo aparece bajo amenaza, por lo menos en los títulos más notables, es la masculinidad en cualesquiera de sus actitudes, unas más tóxicas o otras menos. Aquí se deconstruyen masculinidades.
El ejemplo emblema es ‘Queer‘, en la que Luca Guadagnino adapta a William S. Burroughs. El Craig de Loewe (ésa es la marca de antes), que no el de Bond, da vida al célebre autor e icono de la contracultura, expatriado en México y arrojado a los perros por su adicción a la heroína. Y todo para exhibirse enamorado y no tan feliz. En la presentación de la programación, el director de la Mostra, Alberto Barbera, habló de la interpretación de su vida, en referencia al actor no a él mismo. Y todo indica que el responsable de ‘Call me by your name‘ y ‘Rivales‘ está dispuesto una vez más a discutir las exigencias y modos del patriarcado hasta el mismo tuétano.
Digamos, a la espera de confirmación, que ese aire de familia lo comparte la segunda entrega del antisuperhéroe más célebre. ‘Joker: Folie à Deux’, de Todd Phillips, llega en formato musical (aunque su director se niega a llamarlo así) de la mano de Lady Gaga al lado de Joaquin Phoenix. Ahora, tras los asesinatos de la película original, Arthur Fleck es juzgado y, lo más importante, se juzga a sí mismo. Hay suficientes indicios para creer y hasta confirmar que todos los ‘Incels‘ revenidos que tomaron al Joker por un modelo a seguir se van a llevar el chasco cinematográfico de sus vidas. También él amenaza con deconstruirse.
Como deconstrucciones, de un modo u otro, son las propuestas de Pedro Almodóvar y Pablo Larraín. El primero, que regresa a Venecia tras recibir el León de Oro honorífico y estrenar aquí mismo ‘Madres paralelas’, presenta ‘La habitación de al lado’ con Julianne Moore y Tilda Swinton en el que es su primer largometraje rodado en inglés. Eso de por sí, en un director que ha sabido exprimir el castellano hasta el límite de su expresividad, cuenta como reinvención. Y deconstrucción. La película, sobre la novela de Sigrid Nunez ‘Cuál es tu tormento’, habla de la muerte y la pérdida, pero sobre todo habla del deseo de vida a través de la amistad y el reconocimiento mutuo y femenino. Deconstuyendo viejos atavismos, por tanto. Por otro lado, si nos fiamos de tres de las películas anteriores de Pablo Larraín como ‘Jackie‘, Ema‘ y ‘Spencer‘, no parece complicado deducir que ‘Maria‘, sobre Maria Callas y con Angelina Jolie estelar, será lo contrario de un ‘biopic’ al uso. Y de nuevo, todo indica que asistiremos a la puntual deconstrucción de todo lo deconstruible.
En otro sentido, pero siempre al son de la misma melodía, cabría citar ‘The brutalist’, de Brady Corbet, y hasta ‘The Order‘, del director australiano Justin Kurzel. La primera, con Adrien Brody y Felicity Jones en el reparto, cuenta la vida de László Tóth, un arquitecto judío nacido en Hungría que sobrevivió al Holocausto. El director de ‘La infancia de un líder’ lleva tiempo tranzando líneas entre los fascismo de antes y los fascismos de ahora. No se trata de cine histórico, sino de cine ambientado en el pasado para, de nuevo, deconstruir el presente. Y algo parecido, que no lo mismo, valdría para la cinta con Jude Law y Nicholas Hoult firmada por Kurzel; una cinta que narra las andanzas de una banda supremacista de los años 80. De aquellos polvos, estos seguidores de ‘Joker‘, se podría decir. Y así.
Hay más, como el regreso del brasileño Walter Salles después de 10 años con ‘I’m Still Here‘ o el ‘thriller‘ erótico ‘Babygirl‘, de la directora holandesa Halina Reijn protagonizado por Nicole Kidman y Antonio Banderas, o la cinta hispana-argentina de Luis Ortega ‘El Jockey‘ con Nahuel Pérez Biscayart y Úrsula Corberó. Y todas, pues de eso va siempre el cine, dispuestas a deconstruir, deconstruirse y volver a empezar.
También el resto de la representación española fuera de la sección oficial a competición tiene que ver con lo que nos ocupa. ‘Los años nuevos‘, de Rodrigo Sorogoyen, es un proceloso estudio de la pasión amorosa a través de las vidas y los cuerpos de una pareja a la que interpretan Iria del Río y Francesco Carril. Son diez episodios y cada uno se ocupa de apenas dos días, el 31 de diciembre y el 1 de enero, a lo largo de una década entera. La idea es diseccionar lo que va desde los 30 a los 40 años que, como queda claro, no es más que tiempo. Dos vidas atravesadas por el tiempo. No hay más. Se podría incluso hablar de deconstrucción del tiempo, del amor y, llegado el caso, del mismo sexo.
Por su lado, ‘Marco‘, de Aitor Arregi, Jon Garaño y José Mari Goenaga y que se verá en la sección Horizontes, reconstruye otra vida, la de Enric Marco. Si tenemos en cuenta que se trata del hombre que mintió y se hizo pasar por deportado de un campo de concentración y superviviente de la barbarie de nazi por simple afán de notoriedad a costa del sufrimiento ajeno, por simple devoción a una mentira mucho más descomunal que cualquier verdad, entonces, otra vez, podemos hablar de deconstrucción, de deconstrucción del sentido profundo de lo cierto en un universo de bulos. Atentos, por cierto, a la interpretación imperial de Eduard Fernández.
Así las cosas, de Bond a los campos de exterminio, del Joker a la misma muerte, todo son deconstrucciones en la Mostra que empieza ahora mismo y lo hace en la publicidad del aeropuerto Marco Polo de Venecia.