Joseph Kosinski, director de F1: «Fernando Alonso sería un fantástico villano de película»

Se diría que pocos directores han entiendo el sentido, alcance y magnetismo de los efectos especiales, sean digitales o reales, como Joseph Kosinski (Marshalltown, Iowa, 1974). Tanta fe tiene este hombre en los golpes de efecto que ni una tranquila entrevista en un hotel del centro de Londres se libra de su firma. En mitad de ella, sonará la alarma de incendios. «Prometo que no he tenido nada que ver», dice serio ante la cara de asombro del periodista. El director encargado de limpiar, fijar y dar esplendor a la leyenda de Tron hace ya 15 años para luego insistir en el legado de los años 80 con la resurrección de Top Gun: Maverick regresa. Y lo hace con el mismo espíritu con el que se dispuso a llenar los cines tras la pandemia de la mano de Tom Cruise. Ahora se trata de Brad Pitt y donde antes había cazas a un módico 5% del PIB (o 2,1%, según) ahora rugen los motores de unos coches que no tienen precio. F1: la película es la excusa para hablar de masculinidades (las viejas y las nuevas), del edadismo, de las salas de cine, de Javier Bardem (que hace dupla con el primero) y de Fernando Alonso, que (otra alarma en mitad de la película) se desvela como un gran actor de gestos mínimos.

¿Alguna vez consideró la posibilidad de incorporar a un piloto de verdad al elenco de su película? Pienso, en concreto, en Fernando Alonso.
La verdad es que Fernando lo hace de maravilla. Sin duda, él y Lewis [Hamilton] son dos actores naturales. Será interesante ver si alguno da el salto. Estaré atento.
¿Qué tipo de papel podría interpretar Alonso?
Una vez le escuché decir que toda historia necesita un villano. Y no creo que lo dijera por casualidad. Fernando sería un fantástico villano de película. La escena en la que se acerca al personaje de Pitt para felicitarle después de que éste la haya hecho de todos los colores, le sienta perfectamente. Es más, siempre que preguntábamos a los directores de equipo cómo debería conducir un tipo como Sonny (Pitt) que ya está de vuelta de todo, la contestación era unánime: «Deberías hablar con Fernando». Y así lo hicimos.
Vayamos a la pregunta del millón. ¿Cómo responde a los que le acusan de haber hecho Top Gun de nuevo pero con coches en vez de aviones?
Lo tomo como un cumplido. Pero no estoy de acuerdo. Esta es una historia sobre segundas oportunidades y redención. Maverick era, en cambio, una historia sobre la familia de padres e hijos. Eso en cuanto al argumento. En lo que se refiere al rodaje, los desafíos han sido completamente diferentes. Esta vez hemos rodado con público real en un tiempo muy limitado y muy pendientes de capturar el ambiente real (nada de extras) de la Fórmula 1. Es decir, desde fuera, y sin ver la película, la tentación es pensar que es la misma película, pero desde dentro, una vez vista, nadie dirá que son siquiera parecidas.
El estreno de Maverick se retrasó hasta la apertura de las salas después de la pandemia. Se negaron a que apareciera en streaming pese a la presión. Esa sería otra coincidencia…
Ahí sí estoy de acuerdo, están pensadas las dos para ser vistas en la pantalla más grande que puedas encontrar.
Se me ocurren más similitudes. ¿Qué opina sobre el hecho de que los protagonistas, además de sex symbols, pasen de los 60 años?
Hay algo que me fascina tanto de Pitt como de Cruise y es que el hecho de que los dos se hicieron estrellas antes de las redes sociales, en ambos casos se conserve el misterio. En verdad, no los conocemos y eso es parte de su encanto. Les ves y son dos actores que te intrigan, no sabes nada de ellos y no necesitas saberlo. En cuanto sabes lo que desayuna un actor, pierde todo su encanto. No sé si es un enfoque anticuado, pero creo en él.
Se diría que es algo inédito en la historia del cine. ¿Quiere esto decir que hemos acabado con el edadismo?
Lo que creo es que estamos dejando atrás la idea de que los 60 o 65 años son la edad de jubilación. Para alguien que ama lo que hace, lo ideal es continuar hasta el final. El valor de la experiencia: esa es la historia de Sonny Hayes (Brad Pitt). Personalmente, me inspiran cineastas como Eastwood, Scorsese o Spielberg que siguen trabajando más allá de los 80 años. Espero hacer lo mismo.

«Un icono como Pitt, necesita a su lado otro icono a su altura y ése es Javier Bardem»

Pero lo mismo no ocurre con las mujeres. Todos los citados son hombres. ¿No le resulta sospechoso?
Ojalá podamos cambiar eso. Una parte de la responsabilidad, lo admito, la tiene la representación que ofrece el cine. Pero también hay que recordar que Jennifer Connelly tiene cincuenta y tantos y era la coprotagonista de Mavericks… Ya no es solo cosa de jóvenes.
Pienso en películas como Le Mans (Steve McQueen), Hombres temerarios (Kirk Douglas), 500 millas (Paul Newman)… Todas sobre coches y todas son muy masculinas a la antigua usanza. ¿Cómo habría que repensar esa masculinidad obsesiva, egoísta, competitiva y narcisista?
En verdad, hemos intentado huir de eso. Lo relevante en mi película es el trabajo en equipo. Lo que ha acabado es el prototipo de héroe de los 70 y lo 80 encarnado por Eastwood, Stallone o Schwarzenegger donde se veía a un tipo contra le mundo. Desde mi punto de vista, el viaje de mis héroes es muy similar a mi experiencia como director de cine. Solo es imposible. El trabajo tiene sentido si es compartido.
P: Pero al mismo tiempo, la Fórmula 1 es una celebración de casi todo lo malo: el lujo superfluo, el capitalismo a pleno rendimiento, el consumismo desaforado… ¿No le resulta contradictorio hablar de solidaridad y trabajo en equipo en un mundo así?
Siempre hay un lado oscuro y esa parte también está representada en la película. En este mundo, todo piloto sabe que si no gana, no consigue patrocinadores y está perdido. Hay que aceptar que siempre hay este componente político en cualquier trabajo.
¿En el cine también? ¿Es más competitivo y cruel el cine o el mundo de la Fórmula 1?
Es parecido. Tu éxito o fracaso siempre depende de tu última película. Si ésta no funciona, me quedo sin trabajo la semana que viene y tengo que volver a escalar posiciones. Así es. Todos lo sentimos en nuestros trabajos. Hay más cosas que tenemos en común y con las que no contaba. Ambos somos grupos que viajamos por el mundo haciendo lo nuestro, aunque ellos lo hacen mucho mejor que nosotros. Su organización y logística son las mejores que he visto: cómo preparan y desmontan las carreras. Increíble. Aprendí mucho de ellos, y creo que ellos aprendieron de nosotros sobre cómo mostrar el deporte y entretener. Miraban todas nuestras cámaras, tomando notas. Quizás veamos cómo evoluciona la retransmisión de la Fórmula 1 en los próximos años.

«Tu éxito o fracaso siempre depende de tu última película. Si ésta no funciona, me quedo sin trabajo la semana que viene»

Desde otra perspectiva, esta película es muy física. Lo digital apenas se nota. ¿Cree que el tiempo de cine artificial de los superhéroes ha llegado a su fin?
No me atrevería a tanto, pero sí es muy posible que cambie la forma en la que se hacen. La intensidad que aporta la realidad nunca la consigue un efecto digital. Sin la cámara, todo se degrada, se pierde la verdad.
De nuevo, su película apela a la nostalgia. ¿Por qué esa insistencia en un pasado del que no hay constancia de que fuera mejor?
Está relacionado con lo que hablábamos. El mundo digital ha conseguido que echemos de menos tocar y sentir las cosas. Me identifico con esa añoranza de cuando las cosas eran más táctiles y analógicas. En la Fórmula 1, todo el mundo habla de los 80 y los 90, cuando tenías que cambiar de marcha tu propio coche. Con la tecnología tan omnipresente ahora, anhelamos tiempos más sencillos con más conexión cara a cara.
¿Por qué eligió a Javier Bardem?
Es difícil describir qué es le hace ser único. Aportó alma, pasión, calidez e inteligencia. Necesitaba a alguien icónico que pudiera ser creíble como amigo de Brad Pitt. Y no es fácil. Un icono como Pitt, necesita a su lado otro icono a su altura y ése es Javier. Desde el momento en que entró al set, funcionó. Cuando él y Brad están juntos frente a la cámara, lo sientes. Es una persona tan apasionada. ¿Le ha visto tocar la guitarra? No tiene filtros: su amor y alegría se desbordan. Incluso elegimos a sus hijos para la película.
Al hablar de Maverick tiempo atrás, enfatizó que no era una película de guerra. Se podría decir que la guerra ahora está fuera del cine y los top guas estadounidenses bombardean Irán…
Nuestras historias siempre provienen de experiencias reales. Contamos historias para procesar el mundo. Pero, en última instancia, estas películas buscan ser inspiradoras, para precisamente alejar al público de la realidad por un momento. Pienso especialmente en los jóvenes espectadores. Cuando vi Top Gun a los 11 años, no quería guerra, quería volar. Esto podría inspirar a los niños hacia la ingeniería o el diseño, no solo hacia la conducción.