Es muy posible que en la natación artística la música, más que escucharla, tengas que sentirla. Y en eso, desde luego, Iris Tió (Barcelona, 2002), la primera medallista de oro de la historia de España en natación artística (en solo libre), lleva ventaja. Su gesta en Singapur quedará para simpre entre las hazañas del deporte español.
En una disciplina dominada siempre por las chicas, alguna vez por las rusas, en una disciplina que en España atravesó un desierto en la segunda mitad de la pasad década, el oro de Iris es absolutamente histórico. «Cuando vi la puntuación de la china me quedé flipada. Estoy en shock, muy muy feliz», decía la protagonista después, con los ojos fuera de las órbitas.
Era el premio a todo su sueño, aunque con una pequeña ventaja, pues puede afirmarse sin lugar a dudas que lleva la música en la sangre. Tanto su padre como su madre son músicos. El primero, Enric Tió, toca el clarinete. Su progenitora, Laia Casas, mientras, es violinista. La chispa del amor saltó en un curso de música de verano, ambos se fueron después a estudiar en un conservatorio de Londres y, desde luego, trataron de lograr que su hija siguiera también sus pasos.
Una decisión que, seguro, contó también con un apoyo entusiasta por parte de su abuela, Mercè Capdevila, inicialmente pianista pero que acabó por dejar el piano de lado para componer de una forma que arrasaba dos décadas antes de que su nieta viniera al mundo: con sintetizadores. No en vano, llegó a ser toda una pionera de la música experimental, y sus composiciones son utilizadas en temas de música electrónica.
Pero a Iris, de niña, lo de tocar un instrumento no acababa de convencerla demasiado, por mucho que sus padres trataran de que le entrara también el gusanillo. Para conseguirlo, trataron de que le sedujera alguno de los instrumentos que ya formaban parte de la familia: el clarinete, el violín y el piano. Pero a ella, lo que más le gustaba, por encima de todo, era bailar. Incluso, con los acordes de alguna de las piezas de Mozart como fondo. En el conservatorio, tener que estar quieta sencillamente le costaba un mundo.
A los cinco años, empezó a dar sus primeros pasos en la natación sincronizada en el Club de Natación Kallípolis, situado en la zona alta de Barcelona, después de ver por televisión lo que era capaz de hacer en el agua toda una leyenda de este deporte como es Gemma Mengual. Decir que allí se sentía como pez en el agua es mucho más que un tópico. Primero, una vez a la semana. Después, a partir de los nueve años, ya de manera diaria.
Su forma de moverse en el agua no pasó inadvertida. Ni mucho menos. Por eso se estrenó como internacional absoluta cuando tan solo tenía 15 años y en 2021, a los 18 años, se estrenó como olímpica en unos Juegos de Tokio que tuvieron que retrasarse a causa de la pandemia de Covid-19. Allí, hizo pareja con Alisa Ozhogina y la entonces seleccionadora, la japonesa Mayuko Fujiki, quien estuvo al frente de la selección española hasta 2024, llegó incluso a señalar que ambas estaban llamadas a seguir la estela tanto de la propia Gemma Mengual como de otra de las grandes de este deporte: Andrea Fuertes.
Hasta el momento, el palmarés que ha conseguido atesorar Iris Tió desde su estreno en la élite es más que destacable. En total, suma por ahora nada más y nada menos que 21 medallas, ocho de ellas de oro. A esta última, la primera en solo libre, se le suman la conseguida en Fukuoka en la prueba de equipo técnico, las dos logradas en los Juegos Europeos de 2023, en equipo técnico y equipo libre, una alcanzada en el Europeo de 2024 en equipo técnico y tres más conquistadas en el Europeo de 2025 en dúo libre mixto, equipo técnico y equipo libre.
A toda esa retahíla de oros hay que sumarles también cuatro medallas de plata, alcanzadas en equipo técnico en el Mundial de 2024, en solo técnico y equipo libre en el Europeo de 2025 y en equipo libre en el Europeo de 2021. De los ocho bronces, mientras, sin duda el que más reluce entre todos ellos es el alcanzado como equipo en los últimos Juegos Olímpicos de París, el año pasado.
Vista su progresión, no parece exagerado decir que tiene un futuro realmente brillante por delante, en el que el fulgor del oro, a buen seguro, volverá a acompañarla en muchas ocasiones. Y, para cuando llegue el final de su carrera, dentro aún de muchos años, también está encaminando su futuro hacia un mundo que tampoco le será del todo extraño: el de los medios de comunicación. Para ello, a instancias de un CAR de Sant Cugat que siempre invita a sus deportistas a no dejar de lado su porvenir, se está formando a distancia (hace un Grado de Comunicación) en la Universidad Internacional de la Rioja.