Rusia ha comenzado a levantar nuevas fortificaciones en varias de sus bases aéreas, en lo que parece ser una reacción directa a los recientes ataques ucranianos con drones de largo alcance. Así lo señala el último informe del Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW), que cita análisis de imágenes satelitales realizadas por Frontelligence Insight, un grupo especializado en inteligencia de fuentes abiertas (OSINT).
Las imágenes, tomadas el 7 de julio, muestran que en la base aérea de Khalino, en la región rusa de Kursk, se han construido al menos diez búnkeres reforzados con tierra, doce estructuras de hormigón tipo búnker sin cobertura exterior y ocho hangares en zonas donde anteriormente solo había estacionamientos para aeronaves. Fotografías previas, captadas por Planet Labs el 27 de junio, ya mostraban los primeros indicios de estas obras, ahora confirmadas.
Las tareas de fortificación no se limitan al interior de Rusia. En la base aérea de Saki, en la Crimea ocupada, se han detectado construcciones similares: al menos dos búnkeres de hormigón levantados entre el 7 y el 9 de julio. En contraste, en la base aérea de Dzhankoy —también en Crimea— no se han observado movimientos de construcción recientes, según las mismas fuentes.
El refuerzo de las infraestructuras militares también ha sido visible en las bases aéreas de Belaya (óblast de Irkutsk) y Olenya (óblast de Múrmansk), donde aún permanecen restos visibles de bombarderos dañados en la Operación Web, una ofensiva ucraniana lanzada el 1 de junio.
La ofensiva demostró la capacidad de Kiev para golpear en lo profundo del territorio ruso, y provocó críticas internas dentro del aparato militar ruso por la falta de protección en sus instalaciones clave.