El director del Instituto Cervantes, Luis García Montero, ha vuelto a reabrir la guerra contra la Real Academia de la Lengua Española (RAE) que ya había iniciado hace unas semanas. Después de las tensiones que se han vivido entre ambas instituciones en la celebración del Congreso Internacional de Lengua Española de Arequipa, la celebración del próximo CIELE ha servido para que García Montero vuelva a cargar contra su homólogo en la RAE, Santiago Muñoz Machado.
El director del Cervantes, en un desayuno informativo con la prensa previo a la reunión del Patronato del Instituto, ha asegurado que Muñoz Machado es «un abogado de negocios», que la RAE ha decidido «por su cuenta» que la próxima sede sea en Panamá sin consultar con el Cervantes y que en la institución se han enterado por «otras academias». «Corresponde al Instituto Cervantes proponer a las academias de la lengua española, una sede porque está a cargo de la secretaría general del Congreso Internacional, desde que se puso en marcha en 1997», ha asegurado García Montero.
«Honestamente lo que yo puedo decir es que el Instituto Cervantes tiene dos situaciones: la primera que se entera porque se lo comentan otras academias que el director de la Academia de la lengua española por su cuenta ha decidido que sea en Panamá. Entonces a partir de ahí tenemos que no ofender a Panamá porque nos interesan las relaciones internacionales y no permitir las ofensas a una institución de Estado como el Instituto Cervantes a las que nos tiene acostumbrados el director de la Real Academia Española», ha remarcado García Montero.
García Montero ha ahondado en que «cuando no ofenda a Panamá» y los miembros del Cervantes no se sientan «ofendidos», el Instituto Cervantes pondrá en marcha la candidatura para el próximo Congreso Internacional de la Lengua. Y ha vuelto a incidir en las palabras que ya pronunció en su momento acusando a Muñoz Machado de ser «un catedrático de Derecho Administrativo experto en llevar negocios desde su despacho para empresas multimillonarias». «Me mantengo en lo que dije, la Academia debería tener un filólogo de calidad como director, no un abogado de negocios», ha apuntado García Montero.
