Fracasa la moción de censura contra la Comisión Europea por los mensajes de Von der Leyen a Pfizer

Como era de esperar, la moción de censura contra la Comisión Europea, encabezada por su presidenta Ursula von der Leyen, ha fracasado en el Parlamento Europeo esta mañana. La iniciativa sólo ha logrado 175 votos, de los 553 europarlamentarios presentes, más 18 abstenciones y 360 votos en contra. 

La propuesta era una trampa, presentada por un diputado de ultraderecha de Rumanía que buscaba un doble propósito: reforzar a su propio partido, antieuropeo, que se lame las heridas por haber perdido las elecciones en su país en mayo, y dañar a las instituciones europeas, a los que rechazan con la etiqueta de «burócratas de Bruselas». Para ello, usaba un caso que, en realidad, aún está sin resolver: el escándalo por la falta de transparencia de la presidenta de la Comisión ante los mensajes de Whatsapp que intercambió con el director ejecutivo de Pfizer, Albert Boula, durante la pandemia y la negociación con esta farmacéutica para la compra comunitaria de vacunas contra el coronavirus.

El caso se remonta a 2023, cuando el diario norteamericano The New York Times denunció ante la Justicia europea la negativa de Bruselas a revelar el contenido de esos mensajes. La existencia de los mismos fue revelada por el propio Bourla en una entrevista a este medio en 2021, pero los servicios comunitarios, que inicialmente no admitieron que existieran, indicaron después que su contenido no era relevante y fueron borrados, por lo que no era posible compartirlos.

Aunque la mayoría a favor de la CE ha sido aplastante, el mero hecho de que se haya tenido que debatir una moción (el pasado lunes, en la sede de la Eurocámara en Estrasburgo) y se haya tenido que votar hoy supone un desgaste para la alemana y su equipo, al rescatar un asunto opaco, sobre el que el Tribunal General de la Unión Europea ha reclamado más transparencia. De ahí que acabar con un Gobierno hay un trecho. 

Si el proceso de hoy hubiera prosperado, habría tenido que dimitir la CE en bloque, con lo que se habría abierto un periodo de elección de los nuevos comisarios y de la Presidencia, con candidatos de cada país.

El eurodiputado Gheorghe Piperea, del partido Alianza para la Unión de los Rumanos (AUR), contaba de inicio con el  apoyo de casi 80 diputados del espectro de la extrema derecha, pero en el proceso desde la aprobación de su texto a la votación final no ha logrado añadir nuevos apoyos, cuando necesitaba hasta dos tercios del hemiciclo para sacar adelanta la moción. 

Todo ha seguido el guión previsto: los grupos de centro y de la derecha e izquierda clásicas han renovado su apoyo a Von der Leyen y a su equipo de comisarios, como hicieron hace menos de un año, tras las elecciones europeas. Aunque hoy uno de cada cuatro parlamentarios es ultra de derechas, el poder estabilizador de esta alianza mantiene en pie a las instituciones y garantiza su funcionamiento, al menos por ahora, pese a que haya críticas internas, que las hay, a asuntos como el que específicamente se debatía en este caso. 

Socialistas y liberales habían evaluado en los últimos días la posibilidad de abstenerse, a modo de protesta simbólica, argumentando su postura en la cooperación entre el Partido Popular Europeo -el PPE, al que pertenece Von der Leyen- y los grupos de la ultraderecha durante este primer año de legislatura en materias como las ambientales, si bien ese gesto no hubiera cambiado el resultado. Aún así, el amago ha servido para presionar y arrancar una serie de concesiones a la CE, principalmente de cara al próximo presupuesto multianual de la Unión: los socialdemócratas aseguran que han logrado garantizar la supervivencia del Fondo Social Europeo y los liberales celebran que han reforzado el vínculo entre los desembolsos de fondos europeos y el cumplimiento de los valores europeos, informa EFE. 

En el seno de los radicales ha habido, en cambio, desunión: entre los 175 apoyos de la moción había votos de los Conservadores y Reformistas (ERC), pero también de Patriotas por Europa (en el que está el español Vox), el grupo de extrema derecha Europa de las Naciones Soberanas y un puñado de miembros de la Eurocámara no afiliados. También, testimoniales, alguno del Partido Popular Europeo. Aún no han trascendido los votos exacto de cada bloque, porque la votación ha sido nominal y falta el detalle. 

Ya en el debate de lunes sobre el texto, la presidenta de la Comisión acusó a quienes le señalaban de basarse en «mentiras» o en «conspiraciones» sobre injerencias desde Bruselas en diferentes elecciones nacionales, empezando por la de Rumanía, en la que el ultra y prorruso George Simion perdió -cuando era el favorito- frente al proeuropeo Nicușor Dan. Son coacciones, dijo, «sacadas del manual más viejo de los extremistas».

«Polarizar a la sociedad y erosionar la confianza en la democracia con falsas afirmaciones sobre la intromisión en las elecciones. Intentar reescribir la historia de cómo Europa superó con éxito una pandemia mundial, (…) dando vueltas a conspiraciones desacreditadas», criticó Von der Leyen.

La presidenta de la CE reconoció no obstante que en el hemiciclo hay diputados con «preocupaciones legítimas» sobre su gestión y, aunque apuntó a que no siempre estarán de acuerdo, se abrió a debatir de «cualquier tema» si la conversación se basa en «hechos y argumentos». Un guiño, por ejemplo, a La Izquierda o Los Verdes, que no se han sumado al reproche ultra pero que repetidamente han pedido a la germana que aclare lo ocurrido  con aquellos mensajes. De hecho, no tenían previsto participar en el voto como forma de protesta.

«Podemos seguir al señor Piperea en su mundo de conspiraciones y supuestas tramas siniestras de lo que él llama ‘Bruselas’ o podemos llamar a esto por su nombre: otro burdo intento de dividir a nuestras instituciones y a las fuerzas proeuropeas y prodemocráticas de esta casa. No podemos dejar que eso suceda», urgió Von der Leyen entonces. 

«Esta moción de censura pone en riesgo los intereses de los ciudadanos, va en contra de los agricultores, los alcaldes y los investigadores», dijo el líder popular, Manfred Weber, que urgió a centrar esfuerzos en las negociaciones arancelarias con Estados Unidos, en la ayuda a Ucrania o en la defensa común, sin perder el tiempo en iniciativas como esta. La gestión de la pandemia, enfatizó, merece un «aplauso», no sospechas. 

Desde las filas socialistas, la presidenta del grupo, Iratxe García, defendió que no podía darse «ni un sólo voto a los partidos que quieren destruir la UE». A Von der Leyen le cuestionó dónde está su compromiso de gobernar con una mayoría proeuropea o por su decisión de retirar una ley para luchar contra el ecopostureo, pero es otro flanco, otra batalla. La de hoy estaba clara. También en esa línea se expresó la líder del grupo liberal, Valerie Hayer, que preguntó directamente a la presidenta quiénes son sus «verdaderos aliados» en el Parlamento. «No dé nada por sentado. Por favor, ponga orden en su propia familia política, céntrese para que podamos trabajar juntos con usted para lograr lo que deseamos conjuntamente», le pidió.

Desde los Verdes, el neerlandés Bas Eickhout compartió las críticas socialdemócratas y liberal y fue más gráfico a la hora de advertir a Von der Leyen de que cediendo en, por ejemplo, políticas ambientales, está «alimentando una bestia que en algún momento se la va a comer».

En el extremo contrario se pronunció la ultraderecha de los Patriotas por Europa, con el francés Jordan Bardella, que dijo que su voto a favor será «un acto de responsabilidad» y la oportunidad de decir que «hay otro camino» alternativo a la «imposición de amenazas y estándares». En la misma línea, la también ultraderechista Europa de las Naciones Soberanas (el grupo más pequeño de la Eurocámara) aseguró que su objetivo era «mandar a Von der Leyen a su jubilación anticipada». No se ha dado el caso, no. 

El grupo de los Conservadores y Reformistas Europeos, por su parte, se ha dividido: dos terceras partes de sus eurodiputados, que incluyen a los Hermanos de Italia de Giorgia Meloni, han votado en contra, pero el sector más ultra del grupo, con los polacos de Ley y Justicia a la cabeza, votará a favor. Una muestra de las dos almas, la que se acerca más a Bruselas aunque sea por conveniencia y no por convicción, y quieres repudian con rechazo visceral una Europa de la que, a la vez, cobran.