Una alianza entre el Banco de Alimentos de Barcelona y el mayor mercado mayorista de productos frescos del sur de Europa ha logrado frenar el desperdicio de miles de kilos de comida. El proyecto, bautizado como Foodback, ha llamado la atención de medios internacionales, especialmente en Reino Unido, que destacan su impacto tanto social como medioambiental.
La iniciativa arrancó en 2022 y desde entonces ha permitido recuperar grandes volúmenes de alimentos que, de otro modo, habrían acabado en la basura. Solo en lo que va de 2024, el centro ha recibido 1.233 toneladas de frutas y verduras, de las cuales cerca de 850 toneladas se redistribuyeron a personas en situación de vulnerabilidad.
Ubicado en Mercabarna, el centro opera como un punto de recuperación: los mayoristas donan alimentos descartados por motivos estéticos o logísticos pero que aún son aptos para el consumo. El 70 % del total se aprovecha, tras un proceso de selección e inspección. Parte de los productos se distribuye tal cual y otra parte se transforma en papillas o zumos infantiles.
«Todo lo que llega aquí estaba destinado al punto limpio. Lo recuperamos antes de que se convierta en residuo», explicó Elisabet Viladomiu, directora del Banco de Alimentos, en declaraciones recogidas por Catalan News.
El proyecto no solo tiene un fuerte componente social, al combatir la inseguridad alimentaria, sino que también responde a una creciente preocupación medioambiental. El desperdicio de alimentos representa una fuente importante de emisiones de gases de efecto invernadero.
Según la organización Feeding America, solo en Estados Unidos se pierden anualmente 42.000 millones de kilos de comida, el equivalente a unas 145.000 millones de raciones, lo que supone cerca del 38 % de todo lo que se produce.
Modelos como el de Foodback no solo dan una segunda vida a los alimentos, sino que muestran una vía eficaz y replicable para reducir el impacto del desperdicio sobre el planeta y las comunidades más frágiles.