«He seguido con gran tristeza lo que se ha venido diciendo estos días. Desde ya acepto que lo que escribiré aquí será incompleto e imperfecto pero es mi verdad y está escrito con la mejor intención». Con estas palabras comenzaba Rosalía su mensaje en stories en el que se posicionaba sobre Palestina después de que el diseñador Miguel Adrover publicase en Instagram su rechazo a realizarle un custom look a la catalana para el próximo mes de otoño por no apoyar «públicamente» a Gaza.
La catalana se justificó señalando que su supuesto silencio en redes sociales no significaba que no condene lo que sucede en Gaza.
“El hecho de no haber usado mi plataforma de forma alineada con el estilo o expectativas ajenas no significa en absoluto que no condene lo que está pasando en Palestina. Es terrible ver día tras día como personas inocentes son asesinadas y que los que deberían parar esto no lo hagan», señaló.
Además, recalcó que las acusaciones entre artistas no eran la forma correcta de luchar «por la libertad de Palestina”: “Creo que el señalamiento debería direccionarse hacia arriba (hacia quienes deciden y tienen poder de acción) y no en horizontal (entre nosotrxs)».
No obstante, su comentario ha sido tildado de tibio por algunos, quienes aseguran que la artista, como otros muchos, no ha mostrado ningún apoyo al pueblo palestino ni ha aprovechado su rostro visible y su posición afianzada en la industria para denunciar la situación en Gaza.
Otros, mientras tanto, han asegurado que las acusaciones vertidas sobre Rosalía no se equiparan a las de otros tantos artistas o bandas masculinas que también han guardado silencio ante lo que sucede en Palestina y que detrás de ellas hay un componente machista o que se ha utilizado para promoción del diseñador, que este viernes estrenó documental. Algunos fans, de hecho, han remitido algunas capturas de pantalla de la artista condenando los bombardeos a Gaza en 2023.
El caso de Rosalía es, sin embargo, el último ejemplo de cómo la cuestión Palestina, donde los muertos a causa de la ofensiva militar israelí tras los ataques de Hamás del 7 de octubre de 2023 superan los 60.0000, ha sido una de las cuestiones fundamentales de la industria musical este verano.
En España, especialmente marcado por la presencia del fondo proisraelí KKR que adquirió la plataforma Superstruct Entertainment, responsable de la organización de más de una veintena de festivales. Por ello, escenas como la de los integrantes de Love of Lesbian leyendo un manifiesto o el grito «Palestina libre» o «Fuerza para Gaza» de grupos y artistas en medio de su repertorio se han convertido en habituales en los escenarios.
El fondo israelí KKR y la cascada de cancelaciones en el Viña Rock, el Sónar o el FIB
La noticia sobre el fondo proisraelí y la vinculación con los distintos festivales españoles, adelantada por el periodista y escritor Nando Cruz, llegó al gran público el pasado mes de mayo, cuando numerosos medios generalistas se hicieron eco de una noticia que lo referenciaba en el periódico El Salto. Entonces, se activó una ardua polémica tanto entre artistas como público ante estos grandes nombres de la temporada festivalera que incluía festivales tan diversos como el Sónar, el Viña Rock, el FIB o el Arenal Sound entre otros tantos.
Desde Superstruct aseguraron el pasado mes de junio que los festivales no trasladaban los beneficios al fondo proisraelí KKR y además, apelaron a la independencia de cada uno de ellos. “Nos unimos a quienes piden el fin inmediato del conflicto y que la ayuda humanitaria llegue sin demora a quienes sufren en Gaza”, añadieron en su comunicado.
El Viña Rock, el Sónar y Sharemusic! (responsable de Love the twenties y Love the 90s, entre otros) se desvincularon del fondo y aseguraron que condenaban “la violencia hacia el pueblo palestino”.
En el caso del festival de Villarobledo (Albacete), celebrado pocos días antes de la publicación de la noticia y donde suelen promulgarse numerosos mensajes de apoyo a Palestina y a distintas causas sociales, numerosos grupos habituales de su cartel se pronunciaron en contra como Reincidentes, Los Porretas, Sons of Aguirre, Los de Marras, La Raíz, Los Chikos del Maíz, Sínkope o Fermín Muguruza y rechazaron una participación futura en el evento.
“Huelga decir lo que opinamos al respecto de colaborar con genocidas, cómplices de una limpieza étnica que ha costado la vida a más de 60.000 palestinos”, señalaron Sons of Aguirre, quienes aseguraron que no participarán el festival “hasta que no cambie de manos”.
El festival de música electrónica barcelonés Sónar con más de 161.000 asistentes recibió la negativa de más de una treintena artistas apenas unas semanas antes de su celebración. Sin embargo, otros tantos, entre ellos Alizzz, Cora Novoa, Samantha Hudson o Mushkaa, firmaron un comunicado en el que explicaban por qué continuaban con su actuación y que habían iniciado un diálogo con la organización en el que mostraban su condena.
«Sónar, por ahora, no tiene potestad para dejar de formar parte de Superstruct, empresa que cuenta con KKR entre sus inversores», señalaron entonces el colectivo llamado Comunidad de Artistas. «Sin embargo, sí ha podido y puede realizar cambios significativos en la financiación del festival, así como su proyección y transparencia. Esperamos y confiamos que los cambios no terminen aquí; creemos que todo esto está siendo una oportunidad para repensarse, no solo por parte de los festivales y sus programaciones, sino también de los trabajadores de la cultura y el público», añadieron.
Pocas horas antes de su celebración, Samantha Hudson anunció que, pese a lo anunciado en el comunicado finalmente no actuaría ni en el Sónar ni en el FIB de Benicássim, donde también tenía confirmada su actuación. “A título personal, continuar con mi espectáculo me resultaba una encrucijada imposible de asumir», añadió.
La oleada de cancelaciones continuó con el FIB, donde sonadas retiradas como las de Residente (que también actuaba en el Morriña Fest de Superstruct) coparon numerosos titulares.
El puertorriqueño aseguró que se había enterado de la noticia gracias a su hermano y definió KKR como un “fondo que invierte y apoya económicamente a empresas de Israel relacionadas con tecnología militar, sistemas de vigilancia y hasta espionaje, y también financia proyectos inmobiliarios en asentamientos ilegales en los territorios palestinos ocupados, contribuyendo, de esta manera, al genocidio y a la violación sistemática de derechos humanos contra el pueblo palestino”. Por ello, aseguró que no iba a participar “ni un solo segundo en algo que esté relacionado con esta tragedia”.
A él se sumaron otros nombres como Judeline, Camellos, Califato ¾, Mushkaa, Jimena Amarillo o La Élite. “Me posiciono en contra del genocidio y a favor de los derechos de Palestina hoy y siempre”, enfatizó Judeline en su comunicado.
No obstante, la confirmación de otros artistas de sustitución a estos nombres puso sobre la mesa de nuevo el cuestionamiento de los mismos.
La cascada de cancelaciones han ido siguiéndose en distintos festivales, siendo el más afectado el Viña Rock y en el otro extremo otros como el Arenal Sound, celebrado desde el pasado 30 de julio con cabezas de cartel como Melendi, Juan Magán, Rels B o Chanel, que solo ha tenido la caída del grupo de música valenciano La Fúmiga. Eso sí, el evento de Burriana (Castellón) contó con protestas propalestinas a las puertas de su primera jornada.
Las reivindicaciones desde el escenario: los casos de Kneecap y Bob Vylan en el Gastonbury
Algunos de los artistas que protagonizaron estas cancelaciones optaron también por reivindicar al pueblo palestino sobre las tablas, como hizo Residente en varias paradas por España bajo el grito “Palestina vencerá” o como hicieron Califato ¾ incluso desde otro de los festivales participados por KKR, el Interestelar de Sevilla, celebrado apenas días después de que se hiciese pública la noticia.
“Nos dicen que somos libres pero nos atan con cláusulas y penalizaciones. Hoy estamos aquí pero no podemos elegir, porque nos vendieron un espectáculo que no sabíamos qué es lo que había detrás”, comenzó diciendo Chaparro, uno de los componentes del grupo andaluz.
“Nos han hecho cómplices sin saberlo. Que estemos aquí no significa callar, significa luchar. El arte es lucha, el arte es pueblo y pertenece al pueblo y tiene que ayudar al pueblo. No a los genocidas. Viva Palestina Libre. Israel genocida”, señaló alzando la enseña palestina ante los aplausos del público. Tras esta actuación, el grupo canceló el resto de compromisos con festivales de Superstruct.
Otros artistas fuera de España han vivido en sus propias carnes las consecuencias de mostrar su apoyo explícito a Palestina. Es el caso del grupo irlandés Kneecap y del dúo de rap Bob Vylan, quienes manifestaron abiertamente su solidaridad con Palestina en el festival Glastonbury, en Reino Unido.
En el caso de Kneecap, su actuación directamente no se emitió en la BBC ya que uno de sus miembros Liam Óg Ó hAnnaidh (conocido como Mo Chara) había sido juzgado esa misma semana tras una denuncia de la policía británica por enaltecimiento del terrorismo después de que sacar una bandera de Hezbolá en un concierto en noviembre de 2024.
Finalmente, salió en libertad bajo fianza contando además con un importante apoyo popular y una marea de banderas palestinas durante su concierto en el Glastonbury. Fue tal la cantidad de gente que quería apoyarles en directo, que tuvieron que cerrar el acceso al escenario para evitar avalanchas.
Lo que sí emitió la BBC, muy a su pesar tras ver lo sucedido, fue el concierto de Bob Vylan quienes entonaron varios cánticos propalestinos como “Palestina Libre” y “Muerte, muerte a las Fuerzas de Defensa de Israel”, que los llevaron a ser objeto de investigación criminal por parte de la policía británica y a que el primer ministro Keir Starmer lo calificara como “un discurso de odio atroz».
El grupo, que lleva por bandera las críticas a la desigualdad, el racismo, el sexismo y la homofobia, perdió tras el evento su agencia de representación y, entre otras muchas cancelaciones, la visa en Estados Unidos donde tenía varias fechas de su gira internacional.
Kneecap, además del juicio por ensalzar el terrorismo, han sido cancelados del festival Sziget de Budapest y el gobierno de Víktor Orbán los ha vetado de Hungría durante tres años considerándolos “una amenaza para la seguridad nacional”.
Por su parte, ellos han asegurado que van a seguir reivindicando la lucha del pueblo palestino, igual que han convertido en su bandera la lucha por el gaélico y la represión que vivió el pueblo irlandés, especialmente en Irlanda del Norte. «Quieren sacar a Kneecap por lo explícitos que hemos sido respecto al genocidio en Palestina. No les gusta que conectemos con jóvenes de todo el mundo en este tema», han asegurado en una entrevista con El País.
El conflicto de los artistas y la “responsabilidad colectiva”
Las consecuencias de Kneecap son solo un ejemplo de lo que supone el posicionamiento y el apoyo al pueblo palestino. Sin embargo, otros artistas se han visto en la disyuntiva de romper contratos y cláusulas firmadas con festivales del fondo KKR, algunos asegurando que no se lo pueden permitir, mientras que otros han cuestionado que se ponga el foco en ellos y no en la presencia de empresas o fondos israelís en otros sectores.
Como denunciaron a viva voz los miembros de Califato ¾, en muchos casos las agencias de management, los contratos y las promotoras son las que deciden las condiciones de las actuaciones, penalizando fuertemente a los artistas si las incumplen y dejando escaso margen de decisión a los mismos.
Es el caso de La Habitación Roja, quienes actuaron en el FIB y emitieron un comunicado tras su actuación. Aseguraron que “se trata de una cuestión global” y que “los fondos de inversión están presentes en prácticamente todos los sectores económicos, incluida la cultura” y apuntaron que “curiosamente, es en este ámbito donde más se exigen explicaciones, decisiones o renuncias”.
No obstante, recalcaron que “las terribles imágenes que nos llegan desde Gaza nos interpelan a todos y a todas”. “No caben medias tintas al momento de rechazar, con toda nuestra fuerza, el genocidio que está siendo perpetrado contra el pueblo palestino por el Estado de Israel”, añadieron.
En este sentido, Zahara también cuestionó en su charla con El HuffPost la exigencia que viven los artistas por la opinión pública. “Aquí el problema es que se nos pide la responsabilidad a los individuos, cuando son las instituciones, precisamente los poderes políticos los que deberían intervenir esto y hacerse cargo”, explicó y señaló que muchas «marcas que te gustan, el banco que tienes, el sueldo que recibes, igual también tienen un fondo como el KKR”. “¿Dónde pones aquí el límite? Si lo pones a las personas y si lo pones otra vez a las personas de la cultura”, señaló la intérprete .
Una reflexión similar tuvo Juancho Marqués, quien actuó en el Viña Rock antes de que se conociera la noticia del fondo proisraelí y que no ha cancelado su concierto en el Arenal Sound. Marqués lo calificó en su entrevista con este medio como una “decisión compleja”: “No es lo mismo que lo haga alguien como René —que me parece de puta madre que lo haga— a que lo haga alguien que va justo económicamente, o alguien que, además, tiene trabajadores que dependen de sus ingresos. Es una decisión compleja, porque puede afectar a muchas personas que están cerca de ti”.
Lo mismo señaló María Peláe, quien en su charla con El HuffPost, puso de nuevo el foco en la transversalidad de los fondos proisraelíes y el escarnio público a través de las redes sociales. “Quizás tú lo estás escribiendo desde un móvil que quizás es de una empresa israelí. Entonces, vamos a ver con las falsas morales y cómo señalamos”, señaló.
“Creo que el escarnio público tenemos que tomárnoslo con un poquito más de tranquilidad, que todos somos humanos y lo que hacemos es trabajar dentro del mundo en el que estamos. Ahora mismo, si está en esta situación tan convulsa, estamos todos en esa situación, me parece también un poco hipócrita señalar siempre a los mismos”, opinó la malagueña.
Aunque no todos los artistas se hayan posicionado, la situación en Gaza ha traspasado los límites de la política internacional y ha llegado a los ámbitos de la cultura, con consecuencias cuestionables para ciertos grupos como Kneecap o Bob Vylan en su defensa de los derechos humanos. Sin embargo, continúa el debate sobre si poner el foco únicamente en los fenómenos artísticos vuelve a poner la carga social en algunos sectores, ya de por sí precarizados, más que en otros como puede ser el industrial o el tecnológico o en las propias instituciones.