El verano fatal de Drake, el rey derrocado del hip hop

El beef de los beefs, el que enfrenta a Drake y a Kendrick Lamar, ya parece tener más épica que la guerra de Troya. Este 2025 no está siendo el mejor año para Drake, que lo empezó en los tribunales denunciando a su propia discográfica, Universal Music, por publicar y promocionar el tema Not Like Us de Lamar, que arrasaría unas semanas después en los Grammy con cinco premios. Según Drake es una canción difamatoria (le acusa abiertamente de pedofilia y abusos sexuales), la enésima que ambos raperos se dedican en su épica e interminable batalla musical, que ya adquiere tintes de telenovela. Ymás cuando la todopoderosa Universal se posiciona del lado de Lamar acusando a Drake de iniciar un «litigio frívolo [contra un artista] por no haber hecho nada más que escribir una canción».

Mientras Lamar llena estadios con conciertos apoteósicos como el que ofreció esta semana en Barcelona, única parada española de su Grand National Tour, Drake cancela parte de su ambiciosa gira y dice definitivamente adiós a su tour por Australia y Nueva Zelanda. En febrero lo pospuso sine die por «conflictos de agenda» -a pesar de las entradas agotadas en varias plazas- pero esta misma semana lo ha cancelado oficialmente. No es el único movimiento errático del rapero que creó un imperio y que ostenta récord tras récord en las listas de éxitos de Billboard. Pero su némesis, Lamar, es el único músico fuera del ámbito de la clásica y el jazz que puede presumir de un premio Pulitzer por la virtuosidad de su lírica.

Si Drake fue el indiscutible rey comercial del hip hop, Lamar le ha arrebatado el trono después del exitazo de su show en el descanso de la Super Bowl, el más visto de la historia con 133,5 millones de espectadores, y que tuvo el morbo de la venganza, porque obviamente cantó la canción de la discordia, Not Like Us.

El verano no le está sentando muy bien a Drake. Empezó julio sacando un nuevo tema en solitario, What Did I Miss?, en el que se lame las heridas por las traiciones de quienes consideraba amigos, empezando por Lamar, claro. Porque hubo un tiempo en el que fueron colegas, ahí quedan sus dúos Buried Alive Interlude (2011) y Poetic Justice (2012).

En su última canción, Drake también lanza una pulla encubierta a otro ex amigo, el jugador de básquet LeBron James, del que lució una camiseta en un videoclip y hasta se tatuó el número 6 en el brazo izquierdo por ser su dorsal. Pero el pasado verano a LeBron se le ocurrió ir a un concierto de Lamar en Los Ángeles y… Troya ardió. Drake lo interpretó como alta traición y desde entonces mantiene una especie de guerra fría con el jugador, hasta el punto que se ha cubierto el tatuaje del 6 por un 2 en homenaje a Shai Gilgeous-Alexander, último MVP de la NBA.

Tras un inicio de año complicado para Drake, julio iba a marcar su resurrección en los escenarios. Como prólogo a su gira $ome $pecial $hows 4 U junto a PartyNextDoor, otro rapero canadiense al que ha apadrinado (fue el primer artista al que fichó cuando creó la productora OVO Sound), Drake se marcó tres días de actuación como cabeza de cartel del mítico Wireless Festival, que se celebra en el Finsbury Park de Londres desde hace 20 años. Y se rodeó de un escuadrón de artistas invitados del mundo del R&B para mostrar su poder de convocatoria, con la aparición estelar de Lauryn Hill, Mario, Bobby Valentino, Giveon, Bryson Tiller… Sin embargo, la crítica de The Guardian, con tres estrellas de cinco, resulta demoledora ya en su titular: «La caótica actuación de Drake durante tres noches seguidas huele a desesperación». Zas.

Después de Londres tocaban Birmingham y Manchester. Pero de un día para otro, en un movimiento incomprensible de no mediar una causa de fuerza mayor de por medio, Drake pospuso su show final en Manchester, aunque acababa de actuar en el Co-op Live Arena las dos noches anteriores. Con la vaga justificación de un «horario de ferry imprevisto» y problemas con la «logística del viaje», cambió el concierto del 28 de julio al 4 de agosto, «con la buena noticia» de anunciar otro extra, el martes 5, por la «alta demanda», según la organización. Pero eso no evitó la decepción y el enfado de los fans, sobre todo los que habían reservado billete de avión y hotel.

Esta semana, mientras Lamar triunfaba en Barcelona, en un Estadi Olímpic casi al tope con 48.000 asistentes, Drake actuaba en el Ziggo Dome de Ámsterdam, con capacidad para 17.000 espectadores. En el escenario se explayó con una suerte de confesión kármica: «No llegué aquí siendo un pedazo de mierda. No llegué aquí siendo una serpiente. No llegué aquí siendo un imbécil. Llegué aquí siendo bueno con la gente, siendo amable con la gente, y mi karma está limpio». Hoy cerrará su tercer y último show en el Ziggo Dome, mientras Lamar llena el Stadio Olimpico de Roma.

Después de una ausencia de seis años en Europa, a Drake le espera un intenso verano de eurotrip, con paradas en Alemania, Italia (y cuatro conciertos consecutivos en el Unipol Forum de Milán), Dinamarca, Francia… En total, serán 37 conciertos. Si no cancela ninguno.