Las relaciones diplomáticas entre Azerbaiyán y Rusia se deterioran. En los últimos meses, el ambiente está caldeado y los propagandistas del Kremlin recurren a amenazas y ultimátums.
Según publica el medio lituano Technologijos, esto es lo que Rusia siempre hace antes de la invasión. En unas declaraciones en su cuenta de Telegram, el portavoz del Kremlin, Sergei Mardan, declaró que Bakú, «siempre ha sido una ciudad rusa».
De este modo, insinuó una posible operación punitiva contra ese país. «Rusia permitió amablemente que el hijo de un exmiembro del Politburó del Comité Central del PCUS (Partido Comunista de la Unión Soviética) derrotara al desarmado Nagorno Karabaj. Pero ahora no aprecian la gracia que se concede sin bayoneta«, aseguró.
El mensajero del Kremlin señaló a «la seguridad del transporte marítimo y la producción de petróleo en el mar Caspio», además de «los impuestos para los dos millones de azerbaiyanos» que trabajan en Rusia. Estas declaraciones son percibidas como un intento de ejercer presión económica y política.
De acuerdo a la información difundida, mientras tanto, la televisión estatal de Azerbaiyán mostró vídeos del ejército ruso reclutando a migrantes para luchar en Ucrania. Los periodistas afirman que las familias de estos reclutas están amenazadas: las personas son golpeadas e intimidadas y no reciben compensación.
En declaraciones recogidas por el medio, el experto militar Oleksandr Kovalenko comparte su posición en la red social X (antes Twitter). «A estas alturas no me sorprendería que algún día los propagandistas rusos empezaran a llamar a Pekín y Tokio ciudades rusas… como Bakú y Odessa», opina.
«Cada vez que Rusia ve una política independiente de otro estado que no le conviene, inmediatamente comienza a llamar rusas a las ciudades de ese estado, y también a buscar razones para proteger a la población rusohablante», asegura.
Según la publicación, el país está demostrando su determinación por defender su independencia y continuar el acercamiento con Turquía y Occidente. «El Kremlin, a juzgar por la retórica de los propagandistas, cae cada vez más en la histeria cuando sus vecinos se niegan a ceder su chantaje», concluye.