El cabreo es considerable entre su nutrida y ávida legión de seguidores. South Park, la serie de culto de Trey Parker y Matt Stone, ha dejado de emitirse fuera de Estados Unidos desde el 30 de junio por una disputa financiera entre dos estudios: Paramount+ y Skydance. En el núcleo del desacuerdo, un contrato de 10 años con Parker y Stone por los que recibirían 3.000 millones de dólares por los derechos de la serie, que estaba a punto de estrenar el primer episodio de su temporada 27 antes de que arreciara el contencioso. El asunto podría acabar en tribunales.
Hace años que Paramount Pictures colabora con Skydance en la producción de películas. En julio de 2024, acuciado por sus problemas económicos, Paramount anunció un acuerdo de fusión con Skydance Media, fundada en 2010 por David Ellison. Desde entonces la operación está pendiente de aprobación por parte de la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC, por sus siglas en inglés), topándose con unos cuantos obstáculos por el camino. El nuevo contrato por South Park, que triplicaría su valor con esos 3.000 millones de dólares, es uno más.
Parker y Stone ya han señalado que «la fusión es un mierdero y está jodiendo a South Park». Dicen, sin embargo, que están centrados en crear nuevos episodios y encontrar la forma de hacérselos «llegar a sus seguidores de alguna manera». Para ello han contratado a un abogado experimentado en estas lides, Bryan Freedman, con la amenaza de demandar a Skydance por entrometerse en las negociaciones del contrato con Paramount. Skydance, por su parte, alega que quiere tener control de las decisiones que puedan comprometer sus cuentas.
Lo cierto es que la licencia para emitir la serie en Europa, América Latina, Canadá y Australia ha caducado y los incondicionales se han despachado a gusto en redes. El descontento es evidente. Son los efectos de 26 temporadas consecutivas de una de las pocas supervivientes en su género, una serie gamberra, irreverente, satírica y mordaz como pocas, una mofa más pertinente que nunca de una América profunda en pleno auge de la supremacía blanca y el nacionalismo exacerbado.
La serie animada de Parker y Stone ha logrado mantenerse vigente durante más de dos décadas gracias a su capacidad para reaccionar con gran velocidad a la actualidad, desmenuzando desde escándalos políticos hasta fenómenos virales con una ironía brutal y sin concesiones. Todo comenzó en 1992, cuando dos estudiantes de cine de la Universidad de Colorado, inspirados por Monty Python, crearon un corto animado llamado Jesus vs. Frosty. Años después, un ejecutivo de Fox les encargó una versión navideña para enviar como tarjeta de felicitación interna, y así nació The Spirit of Christmas (1995), un cortometraje que circuló de forma viral -en la era previa a YouTube- y atrajo la atención de Comedy Central. La cadena apostó por desarrollar una serie animada con ese mismo estilo irreverente, crudo y provocador.
Con 328 episodios estrenados y renovaciones aseguradas hasta al menos 2027, South Park se emite en más de 130 países y ha sido doblada o subtitulada a más de 30 idiomas. La serie rompía moldes desde su inicio: animación rudimentaria tipo cut-out, lenguaje explícito, niños que hablaban como adultos y un humor que desafiaba cualquier límite. El éxito fue inmediato.
Si nada se tuerce, la nueva temporada arrancará el próximo 23 de julio tras haberse retrasado de la fecha inicial, el 9 de julio. En EEUU sus 26 temporadas aún están disponibles en HBO Max tras el acuerdo de sus creadores con la plataforma, pero en el resto del mundo se han quedado huérfanos de las gamberradas de Stan, Kyle, Eric y Kenny. Como diría Stan: «Dude, this is pretty fucked up right here».