El doble rasero de Urtasun para proteger el patrimonio cultural: compra la Casa Gomis, pero desdeña Velintonia, la casa en ruinas de Vicente Aleixandre

El pasado martes, el Ministerio de Cultura anunciaba la compra de la Casa Gomis, en las inmediaciones del aeropuerto de El Prat de Barcelona, para convertirla en un centro cultural público. El ministro, Ernest Urtasun, justificaba el desembolso de 7,2 millones de euros calificando el edificio como una «joya arquitectónica» y un «tesoro de la arquitectura racionalista», fruto de la unión del arquitecto Antoni Bonet y el ingeniero industrial Ricardo Gomis y punto de encuentro de intelectuales y artistas como Joan Miró, Antoni Tàpies o Moisès Villèlia.

«La obligación del Ministerio de Cultura es proteger el patrimonio cultural de este país, es una obligación constitucional, es el artículo 44 de la Constitución», incidía dos días después en una entrevista en Rac1 el responsable gubernamental de Cultura, justificando nuevamente esa adquisición. Ese texto recoge que «los poderes públicos promoverán y tutelarán el acceso a la cultura, a la que todos tienen derecho».

Sin embargo, tanto esa declaración como los hechos contrastan con la realidad. El Ministerio se ha hecho cargo de la Casa Gomis, pero desde hace años Velintonia, casa del poeta Vicente Aleixandre en Madrid, se mantiene en un estado ruinoso sin que el departamento que ahora dirige Ernest Urtasun optara siquiera a su compra. Ya con el portavoz de Sumar como ministro, el 30 de enero de 2024, se abrió una subasta por esta construcción por valor de 4,5 millones de euros -se admitían pujas por el 70 % de esa cifra, casi 3,2 millones de euros-, prácticamente la mitad de lo abonado en El Prat. Esa subasta se declaró desierta el 19 de febrero ante la ausencia de ofertas.

En el mes de julio se abrió una nueva puja, apenas unos días después de que la Comunidad de Madrid declarase su intención de comprar Velintonia porque, al quedar desierta una subasta, existe la posibilidad de que los propietarios puedan llegar a un acuerdo con un tercero. La oferta del Gobierno regional fue de 3,2 millones de euros y ha vuelto a ser tumbada por un juzgado, tal y como adelantó ayer ABC y pudo confirmar EL MUNDO, tras oponerse a ese acuerdo Amaya Aleixandre, sobrina segunda del literato y heredera principal del bien. Desde el Ministerio de Cultura nuevamente no hubo oferta en la subasta.

De hecho, desde la Consejería de Cultura de la Comunidad de Madrid, el pasado mes de febrero se envió una carta al ministro para que fuera su departamento quien comprara la casa de Vicente Aleixandre. El consejero madrileño, Mariano de Paco, aseguraba que no había recibido siquiera respuesta. Otro hecho que contrasta con el acto de compra de la Casa Gomis donde Urtasun compareció acompañado de la consejera de Cultura de la Generalitat, la socialista Sònia Hernàndez, y del alcalde de El Prat de Llobregat, Lluís Mijoler -que ha anunciado ya que dejará el puesto para ser diputado autonómico de los comunes a tiempo completo-.

«Tenemos que volver a lamentar que el Gobierno sea incapaz de destinar un solo euro a otra compra muy de nuestro interés, como es la de Velintonia, lo que quizás sería diferente si esta se ubicara en Barcelona», afirma De Paco en conversación con este diario. «El desprecio a Velintonia demuestra la ausencia de relevancia que para el Gobierno Central tiene la figura y la trayectoria de Aleixandre y su legado cultural y patrimonial», añade el consejero madrileño.

«Hemos escuchado decir desde el principio que no había dinero para una casa que fue el epicentro de la Generación del 27 en Madrid y a la que el Ministerio de Cultura nunca ha prestado atención», apunta el presidente de la Asociación de Amigos de Vicente Aleixandre, Alejandro Sanz. Desde el departamento de Urtasun no se han hecho declaraciones.

Atendiendo al valor cultural del bien, punto que Urtasun ha destacado para la compra de la Casa Gomis, Velintonia, ubicada al lado de la Ciudad Universitaria madrileña, fue punto de encuentro de cinco generaciones de poetas e intelectuales del siglo XX. Por su salón pasaron Miguel Hernández, Rafael Alberti, Leopoldo Panero, Pablo Neruda, María Zambrano, Jaime Gil de Biedma, Carmen Conde, Luis Cernuda o Federico García Lorca. De hecho, en su interior, el granadino leyó por primera vez sus Sonetos del amor oscuro y mostró un primer borrador de Poeta en Nueva York.