Días ‘moscoso’: lo que los funcionarios deben al exministro Javier Moscoso que acaba de fallecer

Hasta bien entrada la primera década de los 2000, los empleados públicos únicamente contaban con tres días al año para atender asuntos personales sin tocar sus vacaciones. Aquella limitación contrastaba con los seis días de libre disposición que se aplicaban en el origen de esta medida, cuando comenzó a aplicarse en los años 80.

El término con el que se conocieron desde el primer momento fue moscosos y se mantuvo en el lenguaje administrativo y coloquial incluso cuando las condiciones fueron variando. A lo largo de varias revisiones legales y en medio de un pulso intermitente entre el Gobierno y los sindicatos, las condiciones de disfrute fueron cambiando, pero el nombre nunca desapareció.

Una fórmula que nació como compensación y acabó convertida en derecho

La implantación de los moscosos se remonta a 1983, cuando el ministro Javier Moscoso del Prado, que ha fallecido el jueves 17 de julio, firmó una instrucción que permitía a los funcionarios disfrutar de hasta seis días anuales de permiso por asuntos particulares. Esta fórmula no respondía a una mejora voluntaria de las condiciones laborales, sino que fue una forma de compensación ante la imposibilidad de igualar los sueldos con el incremento del IPC, que ese año se disparó un 12 %.

En lugar de incrementar las nóminas, el Ejecutivo optó por ofrecer más tiempo libre. Así, sin alterar la base salarial, se introdujo un nuevo derecho laboral que se mantuvo vigente incluso en etapas de recorte.

Según el texto oficial publicado en el Boletín Oficial del Estado el 21 de diciembre de ese año, “los funcionarios tendrán derecho a disfrutar hasta seis días de licencia o permiso por asuntos particulares”. También se especificaba que no se podían acumular a las vacaciones ni exceder el número estipulado, aunque sí podían repartirse a lo largo del año con autorización previa. Este ajuste fue asumido sin oposición por los sindicatos mayoritarios, ya que se percibía como un logro dentro del marco de contención presupuestaria.

El recorte de 2012 provocó una protesta generalizada en el sector público

Con el paso del tiempo, los sucesivos Gobiernos modificaron esa cantidad. En 2012, bajo el mandato de Mariano Rajoy, los moscosos se redujeron a la mitad. La medida formaba parte de un paquete más amplio de recortes en el sector público. Ese mismo año, el Consejo de Ministros aprobó que el número de días de asuntos particulares pasara de seis a tres, lo que generó un fuerte rechazo en la Administración. La Central Sindical Independiente y de Funcionarios (CSI-F) calificó entonces esa decisión como un ataque a los derechos adquiridos y solicitó su reversión inmediata.

A partir de 2013, y en paralelo a una mejora progresiva de los indicadores económicos, el Ejecutivo fue restaurando los días retirados. Primero se recuperó un moscoso, luego otro más, y finalmente se restituyó el sexto. Con ese regreso a la situación inicial, los funcionarios volvieron a contar con seis días por año, además de las vacaciones reglamentarias, los días festivos nacionales, autonómicos y locales.

Los empleados más veteranos tienen más margen para organizar su tiempo

Además de estos seis días de libre disposición general, existen otros adicionales que se vinculan directamente con la antigüedad del empleado. A partir del sexto trienio —es decir, 18 años de servicio— se conceden dos días extra, y a partir del octavo, se suma uno más por cada trienio adicional cumplido.

Esta categoría de permisos se conoce popularmente como canosos. Según recoge la Ley 7/2007, del Estatuto Básico del Empleado Público, “los funcionarios tendrán derecho al disfrute de dos días adicionales al cumplir el sexto trienio, incrementándose en un día adicional por cada trienio cumplido a partir del octavo”.

El uso del término se extendió tanto que acabó entrando en el diccionario

El término moscoso se popularizó con rapidez entre los funcionarios, hasta el punto de que la Real Academia Española decidió incluirlo en su diccionario. Lo definió como “día de permiso de libre disposición que tienen pactado ciertos colectivos de trabajadores y funcionarios”. Más allá del tecnicismo legal, el uso cotidiano del concepto lo convirtió en un término habitual en las conversaciones entre empleados públicos, oficinas de personal y calendarios laborales.

El origen administrativo de estos días se mantuvo vigente durante décadas sin que el nombre perdiera vigencia. Aunque su creación respondía a una situación económica concreta, su consolidación dentro del sistema funcionarial ha hecho que se perciban como un derecho estructural.

En la práctica, los moscosos se utilizan para resolver gestiones personales, hacer recados o simplemente disfrutar de jornadas de descanso sin necesidad de justificar el motivo. Esa flexibilidad ha contribuido a su integración total en la vida laboral de miles de personas.