Detallan la edad del olivo más antiguo del mundo: sigue produciendo aceitunas

En una ladera soleada de la localidad de Ano Vouves, en el noroeste de Creta, crece un árbol que ha visto pasar civilizaciones enteras y que, contra todo pronóstico, continúa dando aceitunas. Se trata del olivo monumental de Vouves, un ejemplar único cuya edad ha sido estimada en unos 4.000 años, según un estudio reciente publicado en la revista Plants. Si las cifras se confirman, estaríamos ante uno de los árboles más antiguos del mundo aún en activo.

Más allá de su longevidad, lo que asombra a científicos y visitantes es que este ser milenario sigue vivo en el sentido más literal: brota, florece y da frutos cada año. En su copa retorcida, de más de cuatro metros de diámetro, nacen aceitunas que no solo son comestibles, sino que conservan una calidad sorprendente.

El árbol pertenece a la especie Olea europaea L., la misma que ha acompañado la dieta, la economía y los rituales del Mediterráneo desde tiempos remotos. Su ubicación no es anecdótica: Creta fue uno de los primeros centros de domesticación del olivo, y este ejemplar pudo haber echado raíces mientras florecía la civilización minoica, antes de las invasiones micénicas o la llegada de Roma.

Una forma esculpida por el tiempo

Su aspecto impresiona tanto como su historia. El tronco del olivo de Vouves, hueco en su interior y con formas retorcidas que parecen moldeadas por siglos de viento y lluvia, ha sido objeto de estudio por su peculiar morfología. De hecho, fue este rasgo lo que llevó a un equipo científico liderado por el profesor Mihalis Avramakis a analizarlo en profundidad.

Determinar la edad exacta de un árbol tan antiguo no es sencillo. En olivos de esta magnitud, el núcleo del tronco suele desaparecer con el tiempo, lo que impide contar anillos como se haría normalmente. Para superar ese obstáculo, los investigadores combinaron técnicas no invasivas —como la tomografía computarizada— con análisis de ramas secundarias y estudios anatómicos de hojas y tallos. El resultado fue una estimación sorprendente: unos cuatro milenios de vida activa.

Frutos de la antigüedad

Uno de los hallazgos más llamativos es que el árbol no solo sobrevive, sino que sigue produciendo aceitunas sanas y viables. Las pruebas foliares revelaron que sus tejidos mantienen una vitalidad comparable a la de árboles jóvenes. Sus ramas verdes, brotando con regularidad, demuestran una resiliencia biológica que asombra incluso a los expertos.

El estudio también constató cómo su forma actual es el resultado de siglos de adaptación: erosión, podas antiguas y fenómenos naturales han modelado su silueta, contribuyendo a su longevidad. Lejos de ser un signo de desgaste, estas transformaciones parecen haber sido clave para su supervivencia.

Patrimonio vivo del Mediterráneo

Este olivo no solo es una rareza científica, sino también un símbolo cultural profundamente arraigado. En torno a él se construyó el Museo del Olivo de Vouves, fundado en 2009, que lo convierte en centro de peregrinación botánica y patrimonial. Las ramas del árbol han llegado incluso a los Juegos Olímpicos: con ellas se han elaborado coronas de olivo para los atletas, como guiño al mundo antiguo.

El aceite que se obtiene de sus frutos, aunque no se comercializa, se prensa artesanalmente y se considera un tesoro local. Y en un contexto global marcado por la crisis climática, este árbol ofrece una lección valiosa: la longevidad vegetal no siempre implica decadencia. Al contrario, el olivo de Vouves representa una esperanza viva para la biología, la conservación y la memoria del paisaje mediterráneo.