Darío Adanti: «El peronismo cuenta Argentina igual que las canciones de Lou Reed cuentan Estados Unidos»

Puede que entender el peronismo no sea tan complicado como parece. Lo difícil de verdad es contarlo, sostiene Darío Adanti en El peronismo explicado a los españoles (Athenaica). Su libro es justo eso que promete su título, está escrito con el lenguaje más o menos humorístico de un fanzine (de Mongolia, por ejemplo), viene ilustrado con dibujos de Adanti y dedica algunas de sus mejores páginas a la tradición cómico-teatral del peronismo, a sus héroes extravagantes y sus villanos odiosos. Pero, en realidad, El peronismo explicado a los españoles está construido con una base bastante rigurosa e intelectual y ni siquiera es un libro peronista. «Yo voté siempre a partidos de izquierdas, pero desde una clave más ácrata. Lo que pasa es que vine a España y empecé a ver el tema con ternura, incluida esa parte pop. El peronismo cuenta Argentina como las canciones de Lou Reed cuentan Estados Unidos».

¿Y qué se puede explicar a los españoles del peronismo? Primero, que hay un peronismo con Perón y otro después de Perón, según Adanti. El de después es «una pelea perpetua por adueñarse de la magmática marca electoral llamada peronismo». El de Perón, en cambio, fue un movimiento contradictorio y mutante pero no tanto. Fue una forma de socialdemocracia teatral pero pragmática y razonablemente exitosa. «Perón tuvo un momento de fascinación por Mussolini y otro por Keynes. En el fondo, su función fue cuidar al liberalismo. Perón decía que las clases bajas argentinas estaban tan explotadas que se dirigían a la revolución. Y él, que era anticomunista, construyó un mínimo para su pueblo que fue el mayor dique de contención contra la revolución. Perón hizo mucho por el liberalismo, aunque los liberales lo detesten». ¿Hizo suya la parte mejor de la tradición liberal? ¿Tuvo cierto sentido de la propia falibilidad y de la tolerancia al otro? «Perón fue de lo más democrático en una Argentina muy poco democrática. Pero sí, sin duda, tuvo un ramalazo autoritario que sobrevive».

En cualquier caso, el Partido Justicialista nunca se pareció mucho al SPD ni al Partido Laborista del odiado Reino Unido. Adanti sostiene que la diferencia es que el peronismo no viene del marxismo sino de una tradición rural, caudillista, en parte prehispánica y nacionalista… «Los caudillos de provincias eran populistas, no en el sentido que usamos hoy de los argumentos groseros, sino en el de que venían del pueblo para representar al pueblo. Y no exigían a su gente que diera la vida por la revolución, que apostara todo o nada contra por el comunismo. Imagine ser un pobre del Norte, bisnieto de señores que ya eran argentinos… De pronto, viene un italiano recién llegado a Buenos Aires y le habla de la lucha de clases y le dice que la religión es el opio del pueblo… Con lo que costó asimilar la pachamama con la Virgen María para que venga un idiota a decir que no hay Virgen… Con lo que costó construir la nación para que vengan con el internacionalismo socialista. Esa gente no quería la revolución, quería cobrar dignamente. Y Perón lo interpretó bien».

De modo que la conclusión es que el peronismo va, sobre todo, de la cosa identitaria. «Sí. Pero tampoco creo que ese sea un invento de Perón. Los campesinos españoles que se hacían de la FAI no lo hacían porque hubiesen leído sobre anarquismo, sino porque sentían que la FAI los representaba», dice Adanti. La diferencia es que la represión contra el peronismo fue encarnizada pero no ganó la guerra y así hizo del movimiento una religión de resistentes. ¿Hablamos de 1976? «Lo de la dictadura fue terrible porque Perón tuvo culpa, no poca. Perón animó a los jóvenes que admiraban a Guevara a crear movimientos clandestinos contra los que lo habían echado del país. En 1974 volvió a Argentina y se encontró con que Montoneros tenía 30.000 militantes y exigía una revolución que él no quería. En el entorno de Perón nació la Triple A. Me cuesta creer que Perón, que para algunos es el político más lúcido de la historia, no se enterase de que a su vera crecía la peor ultraderecha posible, la peronista». Por cierto: la descripción sociológica que hace Adanti de esa ultraderecha peronista incluye una sorpresa. Sus bases no venían de las clases medias sino de los mismos barrios marginales en las que

¿Y ahora, con Milei? ¿Será el peronismo en la casa común de la oposición? Adanti duda. El kirchnerismo acabó de la peor manera posible y alejó a muchos votantes de centro, el Partido Justicialista se equivocó con la candidatura de Massa y su estructura «en forma de constelación» tiende a sabotearse a sí misma. «Pero el peronismo, como cualquier movimiento populista, se nutre de la polarización». Por si alguien quiere añadir un poco de misterio al asunto, el presidente Milei ha dicho que él no es antiperonista, que Carlos Saúl Menem le pareció un buen presidente y que lo único que le parece mal es «la infiltración marxista» en el Partido justicialista.