Lo cierto es que ya apuntaba maneras. El James Bond de Daniel Craig (Chester, 1968) poco tenía que ver con las rancias fantasías heteronormativas que, allá en los supuestamente liberales y muy progresistas años 60, convirtieron al agente 007 en el paradigma del oso (el oso y el hombre, cuanto más feo…).
La evolución del espía con licencia para matar desde su debut en Casino Royale, en 2006, hasta Sin tiempo para morir, en 2020, transformó al insensible y peludo destripaterrones del M16 en un tipo vulnerable, cariñoso, sentido y -lo que también cuenta- depilado. Fue papá y se paseó con un conejo de peluche. Pero, nos pongamos como nos pongamos, y por mucho que se vista de seda, Bond se queda. Quizá por ello, Daniel Craig antes que simplemente cambiar o dar un giro a su carrera ha mutado directamente.
Más allá de dejar de anunciar viriles relojes de esos que bloquean la muñeca y vacían el aire de las habitaciones para pasar a ser imagen de una de esas marcas tan de prestigio como colorida, su última película es toda una declaración de intenciones desde el propio título. Queer, de Luca Guadagnino, adapta la novela semiautobiográfica y muy icónica de William S. Burroughs y lo hace desde la feroz y prodigiosa «descorporización» (la expresión es del director) del mito de Bond, del mito del hombre, de mito del propio mito. Daniel Craig, el que fuera el más duro, es desde ya el más líquido de todos.
- Me temo que no queda más remedio que empezar por Bond. ¿Tantas ganas tenía de deshacerse de él?
- No. No elijo los papeles para reaccionar o para contestar a nada. Nunca lo he hecho. Además, no creo que se pueda hacer. Por muy bien considerado que estés, nunca tienes el poder suficiente para decidir exactamente lo que deseas. Te tienes que adaptar a lo que te ofrecen. Si echo la vista atrás, me doy cuenta de que cuando he intentado actuar de ese modo, me he equivocado hasta el punto de que he acabado por arrepentirme. Lo único que puedo decir es que tienes que seguir tu instinto y lo que sientes en cada momento. Queer no tiene nada que ver con nada que haya hecho en el pasado y por eso me gusta. Sinceramente, no quiero mirar atrás. Por mucho que preguntéis por Bond, mi prioridad es el futuro. Quiero mirar hacia adelante.
- ¿Y qué es lo que le dijo su instinto cuando Luca Guadagnino le ofreció hacer de William S. Burroughs en una novela que no esconde en ningún momento su afán de provocación?
- Lo que me impactó fue lo complicado que era. Es provocativa, pero no de manera gratuita. De lo que habla Burroughs es de lo que somos. Todos los seres humanos nos podemos ver reflejados en su experiencia, todos somos complicados y misteriosos. Y ése es mi trabajo como actor y es lo que he procurado hacer siempre, incluso con Bond. Tal vez Bond es más restrictivo y da menos juego en ciertos aspectos, pero también hice lo mejor que pude para explorar sus emociones y no reducirlo a un cliché. La idea era ofrecer otra cara del personaje proponiendo un viaje emocional inédito hasta el momento. En cualquier caso, te dedicas a esta profesión para que gente como Luca te proponga trabajos como éste tan ricos y complejos.
- ¿Cuánto le preocupa su imagen? Quiero decir, un actor también vive de la imagen que proyecta y dependiendo de ella, le llegan unos papeles y no otros..
- No sé. Tengo la imagen que tengo ¿Qué puedo hacer? Sinceramente, lo que más me preocupa de mi imagen es que no me quite tiempo. Intento no pensar en ella.
«También con James Bond hice lo posible por explorar sus emociones y no reducirlo a un simple cliché»
- ¿No querrá decir entonces que es un tema que no está en sus manos?
- No, no quiero ser tan radical. Claro que está en mis manos. Pero no de forma plena. Pero, sinceramente, vuelvo a repetir, no es algo a lo que le dedique mucho tiempo. Al revés, hago esfuerzos para dedicarle al asunto el menor tiempo posible.
- Como espectador, Queer es una experiencia agotadora por todo lo que pretende, por colocar a los personajes permanentemente al límite. ¿Y como actor? ¿Diría que ha sido el papel más exigente de su carrera?
- Hay una cierta tendencia entre nosotros los actores a hablar de nuestro trabajo como si fuera un sufrimiento. Y no. No quiero caer en eso. Mi trabajo es genial. En esta producción en concreto tuve tres meses para prepararme. Eso no pasa siempre. Y sí, me preparé a conciencia para llegar al set en la mejor disposición posible. Pero eso es lo normal, no lo extraordinario. Sí, es cierto que lo das todo hasta el agotamiento y al final estás exhausto. Soy de esos que en cuanto acaba un trabajo contrae inmediatamente después la gripe. En cuanto baja la adrenalina, estás perdido. Pero no diría que por eso sea difícil. Es lo que es. A veces, miro atrás y me duele no haberlo hecho mejor, no haberme empeñado más… Pero eso, creo, nos pasa a todos.
- Recientemente trascendió que Joaquin Phoenix abandonó un proyecto a cargo de Todd Haynes y se rumoreó que fue por lo explícito de las escenas de sexo homosexual. ¿Todavía estamos ahí?
- Bueno, yo solo sé que tanto Tom Hanks, en Philadelphia, como Al Pacino, en A la caza, hicieron papeles de personajes homosexuales. Eran estrellas entonces y lo siguen siendo ahora.
«Tanto Tom Hanks como Al Pacino hicieron papeles de homosexuales.Eran estrellas y lo siguen siendo ahora»
- Cree que hemos evolucionado por fin como sociedad…
- No lo sé. En muchos sentidos está claro que tenemos una sociedad mucho más libre. Pero sería muy arriesgado por mi parte declarar que ya está todo hecho y que se han acabado los prejuicios. No parece que sea así en absoluto. Todavía hay sociedades muy restrictivas en las que ser o declararse homosexual está prohibido. Sí, hemos avanzado, pero aún queda mucho por hacer. Y en algunos aspectos tengo la impresión de que hemos retrocedido incluso.
- ¿Cambia rodar una escena de sexo con un hombre o con una mujer?
- Las malas escenas de sexo son malas escenas de sexo. He estado en algunas y he visto muchas películas que las tienen. Tu trabajo como actor es hacer que sean reales. En una buena escena de sexo, el sexo es lo menos interesante. Una escena de sexo es muy técnica. Estás en una habitación llena de gente y tienes que ser muy convincente y a la vez muy respetuoso tanto con la propia escena como con tu colega. Eso es todo. Y tienes que pensar que lo que haces no es nada extraordinario. La gente que te ve en el cine practica el sexo. El sexo es algo tan cotidiano que es raro que se le envuelva en tanto misterio. Ahora mismo estamos hablando y en el mundo hay muchísima gente implicada en una actividad sexual. ¿No es eso glorioso? Es una forma de expresarse y comunicarse. Y ya está.
- Otra de las escenas estrella de Queer es cuando tu personaje se inyecta heroína. Luca comentó que fue asesorado por un ex adicto…
- Sí, el tipo que estuvo allí y hablé con él. He conocido a muchos adictos, así que tenía una idea al respecto, pero él fue muy, muy generoso con su tiempo. Quería que la técnica fuera la correcta y él me enseñó.
- ¿Hasta qué punto este papel es un nuevo comienzo en tu carrera?
- Lo siento, creo que el tiempo ha acabado. Pero creo que ya contesté de alguna manera.