Corea del Norte abre las puertas a su peculiar Benidorm a los rusos

El régimen norcoreano ha recibido esta semana al primer grupo de turistas rusos en su flamante complejo turístico de Wonsan Kalma, una enorme infraestructura hotelera en la costa este del país. Mientras las autoridades lo presentan como un símbolo de modernización y apertura, organizaciones de derechos humanos denuncian las durísimas condiciones de trabajo que hicieron posible su construcción.

El propio Kim Jong Un encabezó el acto inaugural del resort el mes pasado, alabándolo como un referente cultural y vacacional de categoría mundial». Sin embargo, el proceso detrás de esta obra ha estado marcado por el secretismo. Imágenes satelitales, documentos internos y testimonios de desertores norcoreanos, recopilados por BBC Verify, apuntan a un uso sistemático de mano de obra forzada.

Kim Jong-Un tiene un fuerte vínculo personal con Wonsan, ciudad donde pasó parte de su infancia. Antes de este megaproyecto, era ya un destino vacacional reservado para la élite. En 2017, un año antes de que comenzaran las obras, una delegación norcoreana viajó a España para estudiar el modelo de Benidorm: «Vinieron arquitectos y altos cargos políticos; tomaban nota de todo», afirma Matías Pérez Such, miembro del equipo español que los acompañó en su recorrido por hoteles, parques temáticos y marinas.

Como resultado, se logró un desarrollo que, de acuerdo con un folleto norcoreano, cuenta con 43 hoteles frente al mar, casas de huéspedes, zonas de acampada, un parque acuático, centros de entretenimiento, cines y un teatro. Las imágenes por satélites confirman que gran parte de esta infraestructura fue levantada a lo largo de un tramo costero de cuatro km, a un ritmo vertiginoso. A finales de 2018 ya estaba completado el 80% del proyecto, aunque después las obras se paralizaron durante años.

La construcción se reactivó tras una reunión en junio de 2024 entre Kim y Vladimir Putin, en la que el presidente ruso se comprometió a fomentar el turismo hacia Corea del Norte.

Este impulso inicial tuvo un alto precio humano. Naciones Unidas ha denunciado reiteradamente el uso de las llamadas «brigadas de choque» en el país asiático: grupos de trabajadores sometidos a jornadas extenuantes, condiciones precarias y sin garantías mínimas.

«Recibimos informes de que el complejo fue construido por estas brigadas, con personas trabajando día y noche para cumplir con los plazos», explica James Heenan, responsable de la Oficina de Derechos Humanos de la ONU en Seúl.

Cho Chung Hui, el de Kang Gyuri, antigua residente de Wonsan que huyó en 2023, señala que su primo se ofreció como voluntario para trabajar en la obra, con la esperanza de acceder a una residencia de Pyongyang. «No dormía apenas. Comía mal y muchos compañeros murieron en accidentes sin que nadie respondiera por ello», relata. Kang también denuncia desplazamientos forzosos de vecinos, cuyas casas fueron demolidas sin compensación para dar paso al desarrollo del resort.

1.800 dólares a la semana

Corea del Norte ha permanecido casi completamente cerrada al turismo internacional en los últimos años, permitiendo solo un goteo de visitantes bajo estricta supervisión. El proyecto Wonsan Kalma busca cambiar eso. Según documentos filtrados, el objetivo inicial era atraer a más de un millón de turistas, principalmente de Rusia y China.

De momento, solo Rusia ha comenzado a enviar visitantes. Tres agencias del país ofrecen paquetes turísticos que incluyen el resort, con precios cercanos a los 1.800 dólares por una semana. Uno de los primeros grupos, compuesto por 12 personas, llegó al complejo a inicios de julio. Otros dos viajes están previstos para agosto.

Pese a estos primeros pasos, los expertos dudan de su viabilidad a largo plazo. «Para los rusos, Corea del Norte no es un destino atractivo comparado con lugares como Turquía o Tailandia», afirma Andrei Lankov, profesor en la Univerisdad Kooknin de Seúl. «Allí los servicios son mejores y nadie te vigila constantemente».

Mientras Pyongyang exhibe su nuevo joya turística, el contraste entre la imagen oficial y las sombras que la rodean vuelve a poner en evidencia la opacidad y las denuncias de abusos que siguen marcando la realidad interna del régimen.