Dicen que el tiempo tiene manos de cirujano, pero Carmen Mola priva a sus personajes de prestación alguna. Lo veda el carácter; los carácteres, más bien. Agustín Martínez, Jorge Díaz y Antonio Mercero, los tres nombres que se hospedan detrás del pseudónimo más discutido de la literatura contemporánea española, ponen punto y final a la historia de la inspectora Elena Blanco —personaje con el que se aventuraron en el mundo editorial cuando publicaron La novia gitana (2018)— en su nueva novela: El Clan (Planeta).
«Para mí, sin duda, es la mejor de todas«, arranca Antonio Mercero. Seguimos a la inspectora Blanco detrás de una bestia inatrapable, El Clan, una entidad omnipotente, onerosa e influyente que quiere acabar con la Brigada de Análisis de Casos (BAC) a toda costa. Los Mola han visto a Elena Blanco crecer, tomar vida propia, adoptar una corriente casi autónoma que de alguna manera se desvirtúa en esta nueva novela porque el pasado amenaza con echar todo por tierra. «Elena parte de un sitio horrible en La novia gitana y aunque nosotros hemos intentado sacarla de ese pozo no hay manera. No puede escapar de su pasado y parece que esté condenada a no poder ser feliz«, dice Agustín Martínez.
Blanco se enfrenta a un mal endémico que padece el mundo. «Se puede luchar contra la maldad a nivel individual, contra ‘el malo’, pero en El Clan llega un momento en el que les acecha algo mucho más grande: el mundo tal y como está establecido«, explica Jorge Díaz. Porque en esta historia El Clan es el sistema, los poderosos y los jueces y políticos y policías… «En realidad, es una crítica descarnada a esa estructura y a la explotación que hacen los poderosos de la miseria humana y de los pobres, más allá de las evidentes desigualdades. El sistema es muy poco compasivo y está muy poco concernido con los que menos tienen», precisa Mercero. «Nuestros personajes, que son unos inocentes e intentan combatir esa configuración, sólo logran arañarlo. Lo que nos pasaría a cualquiera de nosotros si intentásemos luchar contra lo mismo», explica Jorge Díaz.
La tríada comenta el final de esta pentalogía entre cachondeos y gracias taimadas. Aunque también hay lugar para reflexiones más profundas. «Esta es la novela en la que describimos una violencia más real«, dice Martínez. La brutalidad con la que obra el ser humano es espeluznante, la falta de remordimientos y la sagacidad con la que se da caza a las víctimas plantea un diálogo sobre la naturaleza humana y los límites morales que estamos dispuestos a franquear.
La guerra de Liberia ejerce de telón de fondo de la trama; concuerda con la marca de la casa la combinación de tramas. En segundo plano, nos adentramos en el misterio del Sipeeni. Un personaje sin rostro y sin nombre que será clave para que Blanco desenmascare al Clan. «La trama de Liberia y ese personaje están inspirados en hechos reales«, cuenta Martínez. «El hombre se llamaba Francisco Molins, es un personaje muy raro que estaba relacionado con el batallón vasco-español y el CNI, al que de repente desplazaron a la embajada de Liberia. Cuando asaltaron la embajada española del país en mitad de su guerra, Molins desaparció. Lo buscaron durante mucho tiempo, pero nadie sabía si estaba vivo o muerto. Empezaron a especular si tenía o no relación con el tráfico de armas durante la guerra».
Los personajes secundarios son el vehículo a través del cual Mola critica las injusticias y la violencia de aquella guerra. «Fue una guerra atroz que no se ha contado. Las imágenes de los niños soldado se nos han quedado grabadas. Conecta mucho con nosotros y con uno de los temas centrales de Carmen Mola que es la violencia y lo vulnerables que son los menores cuando la viven», dice Mercero.
«En las últimas novelas Carmen Mola se vuelve más social. En El Clan hay un retrato de la sociedad muy descarnado que invita a la reflexión«, dice Mercero. Pero no hay vocación de escribir novelas sociales per se. «La vida es cruel y nuestra sociedad lo oculta, pero hay momentos, como estos, en los que esta realidad sale a la luz», añade Díaz. Martínez resume los nuevos escenarios que plantea Mola en su nueva novela: «Hablamos de del tráfico de personas y el tráfico de órganos, no son cuestiones tan lejanas. Cuando hubo elecciones en Argentina, Milei dejó caer la posibilidad de que la gente pudiese ponerse a vender sus riñones alegremente«.
¿Quiere Carmen Mola derrocar al sistema? «No queremos que se caiga, nadie quiere», advierte Mercero. «Aunque sea hipócrita nosotros disfrutamos de los beneficios que nos reporta esa crueldad. Más allá de ese sistema, solo existe la utopía«.
La terna navega, además, como indica previamente Martínez, la inmigración y el tráfico de órganos y personas. «Estas realidades se enmarcan dentro de nuestra crítica a un sistema que es muy poco compasivo y está muy poco concernido con los que menos tienen. Y hemos contado la ruta del inmigrante desde la perspectiva del hombre europeo, algo que nos revuelve por dentro y nos hace conscientes de lo que es eso», dice Mercero.
La farragosa situación que describen, en cambio, se tolera, y a veces fomenta, desde la maquinaria del poder. «Somos una especie violenta. Aunque la sociedad impida la violencia a nivel individual, el sistema ejerce su propio tipo de violencia«, explica Díaz. «Lo vemos en Rusia, cuando matan a gente que incomoda. Eliminar a personajes que incordian al sistema no es nuevo. Por eso, cuando te pones a escarbar en El Clan y descubres lo que sucede en África, la ruta migratoria, la situación de España, en realidad te das cuenta de que no estamos fantaseando en exceso y creo que eso es lo que da más miedo«, apunta Martínez.
¿Está la BAC preparada para desafiar desafíos de ese calibre? «Nuestros personajes no son héroes puros ni monolíticos. Cometen errores y se mueven mucho en esa frontera: entre ser policías y estar del lado de la ley o convertirse en vengadores y tomar la justicia por su mano. Eso es algo peligroso», advierte Agustín Martínez. «Nuestros personajes son el karma«, añade Díaz, anunciando entre risas que el comentario es «muy de titular». Dicho y hecho.
El karma zanjará las pesquisas que han acompañado a los protagonistas a lo largo de la serie. Blanco, Zárate, Reyes, Manuela, Orduño, Mariajo… Todos concurren en el baile de máscaras que es esta trama. Carmen Mola nos presenta, además, a Miriam Vaquero, otra pieza clave del puzle: «Un perfil que normalmente no figura en los thrillers porque casi todos los personajes son alcohólicos o les han abandonado sus padres. Miriam, en cambio, es una mujer felizmente casada, con hijos, muy religiosa, con una vida sexual magnífica… Ella llega a un sitio muy interesante en todo», dice Martínez.
Despiadados como son, ¿les apena a estos tres autores la despedida? «Nos da algo de pena porque se cierra un círculo. Los personajes de los que nos despedimos nos han acompañado un montón de años y nos han dado un montón de alegrías«, dice Martínez. «Nunca pensamos que llegaríamos tan lejos», añade Agustín. En esta recta final de 100 metros, el sprint de la BAC es más intenso que nunca. Conviene hacer de tripas corazón para no quedarse atrás. La competición es implacable y, ya sabemos, no hay remedio para el que se quede atrás.