Brasil y Portugal, o cómo hablar el mismo idioma entendiéndose cada vez menos

Existen el español de España y el mexicano, el castellano argentino y muchos otros más, pero nada -o casi nada, si se piensa en el chileno– se compara con el abismo entre el portugués de Brasil y el portugués de Portugal. En esa relación asimétrica en la que la ex colonia es hoy muchísimo más potente que la ex metrópolis, las tensiones son mayores que hace unos años.Algunos brasileños se refieren al país europeo como la «Guyana brasileña» y otros afirman que prefieren hablar en inglés con un portugués, porque de otra manera no los entienden.

«El acento de Portugal es muy gracioso para nosotros y por eso se ha convertido en fuente de muchos memes. Cuando el acento de un portugués es muy marcado, a veces parece incluso otro idioma», dice a EL MUNDO João Rodrigues, un ingeniero de 28 años que vive en Río de Janeiro.

Las distancias con el portugués de Portugal llevan incluso a afirmar a algunos que a la hora de ver una serie o una película portuguesa necesitan subtítulos para entenderla. No pocos brasileños se quejan de que los portugueses acortan las vocales, de que hablan sin abrir la boca y de que lo hacen a velocidad 1,5x de Whatsapp. A su vez, admiten que el portugués en Brasil es «muy salvaje» y cambiante, y sostienen que el lenguaje popular de las favelas es el «gran laboratorio de la lengua portuguesa».

«Los portugueses son literales en su forma de entender las frases. Los brasileños, en cambio, hablan portugués dando por sentado que quien los escucha entiende el contexto», añade Rodrigues.Otro Rodrigues, en este caso Sergio, se espanta con el asunto: «Que un brasileño prefiera hablar inglés con un portugués me parece una broma de mal gusto».

Sergio Rodrigues es escritor y periodista, y firma semanalmente una columna sobre lengua y lenguaje en Folha de São Paulo, uno de los grandes diarios brasileños. «Las lenguas habladas a ambos lados del Atlántico se están distanciando cada vez más, tanto en vocabulario como en sintaxis. De todos modos, creo que lo que más dificulta la comprensión por parte de los brasileños es la pronunciación lusitana, la oralidad, con su tendencia a tragar las vocales, que se ha acentuado en los últimos 100 años. El habla brasileña, como es sabido, es todo lo contrario, muy vocal».

Sergio Rodrígues destaca en su conversación con EL MUNDO que la asimetría en cuanto a poder y presencia mundial de ambos países es un factor a tener en cuenta. «Influye el hecho de que somos un país muy poco expuesto al portugués en el día a día, en los productos culturales, lo que no ocurre por su lado».

¿Le parecen bien los subtítulos para entender el portugués? «El recurso a los subtítulos en las películas puede ser triste para quienes sueñan con una utopía lusófona, pero me parece fruto de la pura sensatez».

La brecha entre el portugués europeo y el portugués sudamericano tiene sin embargo más matices: hay brasileños que tampoco se entienden entre ellos. Lo sufren especialmente en São Paulo, el estado más poderoso de Brasil, con un PIB mayor que el de Argentina. «Escuchar a la gente del nordeste de Brasil o a cariocas muy cariocas nos parece algo muy cercano al portugués de Portugal. Yo a veces no los entiendo», admite Diego Jiménez, publicista de 46 años.

Brasil, con 215 millones de habitantes y 8,5 millones de kilómetros cuadrados, tiene un PIB de 2.18 billones de dólares. El de Portugal, con 10,5 millones de habitantes y 92.000 kilómetros cuadrados, es de apenas 290.000 millones. Está claro que la incomprensión dentro de un mismo idioma se profundiza por la diferencia de peso específico de los dos países. Y probablemente también por el recuerdo de que, entre 1808 y 1821, la capital del imperio luso estuvo en Río de Janeiro, toda una anomalía para una colonia. Las guerras napoleónicas forzaron a la familia real portuguesa a huir a Brasil.

Nos sorprenden entonces tanto los memes, casi crueles, que a menudo recuerdan que el país europeo tiene la forma y el tamaño del estado brasileño de Pernambuco. La comparación tiene el tono de una burla. «Si se compara la relación entre brasileños y portugueses en 2015 y 2025, los cambios fueron tan grandes que es casi irreconocible», dice Thiago Lasco, periodista y abogado de 47 años.

«Brasil estaba de moda en 2015, con la Copa del Mundo de fútbol y los Juegos Olímpicos. Había un discurso hacia el mundo de que éramos el país que iba a convertirse en potencia. Los extranjeros querían venir a Brasil, pasar un tiempo aquí, y eso incluyó a muchos portugueses, que destacaban nuestro calor humano. Era un mundo anterior».

En Portugal hay más de medio millón de brasileños si se suman los que tienen residencia legal, los que no la tienen y aquellos con doble nacionalidad. Ahora, el nuevo Gobierno de derechas impulsa una política migratoria muy restrictiva y, aunque las expulsiones de brasileños son relativamente escasas, el asunto enrarece la imagen de Portugal. «Los malos tratos que los brasileños sufren hoy en Portugal contaminaron nuestra relación con los portugueses, aunque esté claro que no son todos», dice Lasco, que tiene una visión muy crítica de la nación que colonizó su país.

«El pueblo portugués es un pueblo más provinciano, más machista, más atrasado. Un país siempre enojado con otros países europeos, con los salarios más bajo s de Europa y dolido por el protagonismo de Brasil en el imaginario popular mundial. Lo de Guyana brasileña refleja la insignificancia de Portugal en el escenario mundial desde el punto de vista de algunos brasileños. Brasil, en cambio, es un país sexy».

Rodríguez, el ingeniero, cree que el asunto no es tan grave: «Es difícil que un portugués tenga problemas aquí en Brasil. Como mucho, tendrá que escuchar algunas bromas».