Tienen los triunfos de Ben Shelton la edulcorada escenografía del recurrente tópico del sueño americano. El chico, pura efervescencia en la pista, un catálogo de gestos en la línea que se impone entre los de su quinta, salvando la severa contención de Jannik Sinner, acude a la grada a abrazarse apasionadamente con su padre y entrenador, Bryan, también tenista en su tiempo, después de ganar en Toronto su primer Masters 1000, como acostumbra a hacerlo en cada una de las ocasiones en las que sugiere que su nombre ya está listo para optar a casi todo.
Ahora, a diferencia de las semifinales del Abierto de Estados Unidos de 2023, cuando perdió con Novak Djokovic, de su triunfo en Tokio ese mismo año o de su victoria en Houston un curso después, la explosividad de este gran sacador zurdo con un tenis algo básico en su propuesta ha encontrado un premio mayor, a pocos días de Flushing Meadows, donde volverá a ser, con permiso de Taylor Fritz, último finalista del torneo, al que ha derrotado en su periplo hacia el título en Canadá, el principal atractivo de un país que sigue en la desesperada búsqueda de campeones no ya a la altura de Sampras, Agassi o McEnroe sino al menos de Andy Roddick, el último ganador local en Nueva York, allá por 2003, cuando el joven de Atlanta aún no había cumplido su primer año de vida.
«Esta semana ha sido como una tormenta perfecta: muchos partidos ajustados y largos y finalizar jugando así me llena de satisfacción. He intentado mover mucho a mi rival de lado a lado a medida que avanzaba el partido, y también pegar muy duro a la bola sobre todo en mis juegos de saque. He querido ser agresivo con mi trabajo de piernas en el resto y encotrar mi derecha para atacar», dijo después de vencer a Karen Khachanov por 6-7 (5), 6-4 y 7-6 (3) en dos horas y 48 minutos, triunfo con el que se alza sexto en el escalafón, su mejor ránking hasta la fecha.
Ausentes Sinner, Alcaraz y Draper, quinto de la lista, así como Novak Djokovic, que guarda sus mermadas energías para aterrizar directamente en el Abierto de Estados Unidos, Shelton supo prosperar en un cuadro más amable de lo habitual. Khachanov, 29 años, superviviente de una pelota de partido en su encuentro de cuartos ante Alexander Zverev, ofreció combate en busca de su segundo Masters 1000, tras ganar en 2018 Paris-Bercy.
«Ha sido una semana larga, un camino difícil hacia la final. Mi mejor tenis salió a la luz cuando más importaba. Fui resolutivo, perseveré, fui resiliente. Todas las cualidades que me gusta ver en mí mismo», valoró el campeón, que ha ganado tres de su partidos en el desempate del tercer parcial.