«¡No puc jugar! [¡No puedo jugar!]», susurraba Paula Badosa a su entrenador, Pol Toledo, en el último punto de sus cuartos de final del US Open ante la estadounidense Emma Navarro cuando la derrota ya era un hecho y los espectadores en la Arthur Ashe se miraban extrañados los unos a los otros: ¿Qué acaba de pasar? De repente, la española era una tenista descomunal y, de repente, todo lo contario, una tenista negada. Badosa pasó en unos minutos de desplegar un tenis agresivo, violento, ganador a hundirse mentalmente hasta fallar todos los golpes.
En su primera visita a la pista central de Flushing Meadows y su segunda vez entre las ocho mejores de un Grand Slam, desapareció de manera súbita y cayó por 6-2 y 7-5 en una hora y 12 minutos. Estuvo ante la oportunidad de convertirse en la tercera española en las semifinales del US Open después de Arantxa Sánchez Vicario y Conchita Martínez y la desaprovechó sin explicación.
«Ha fallado todo, ha fallado todo. Es la primera vez que me pasa. Supongo que hay una primera vez para todo y ha llegado hoy desgraciadamente. No entiendo los motivos, necesito estudiarlo», confesaba Badosa, muy contrariada. Cuando el marcador ya era definitivo, metió la raqueta en su bolsa roja y se marchó velocísima a los vestuarios, tan rápida como salió minutos después de la sala de prensa. Nacida en Nueva York -aunque criada en Girona- y con un inglés perfecto, este jueves incluso se le olvidaba el idioma y pedía ayuda en sus respuestas. «Incluso me he olvidado de hablar inglés. ¡Qué día! ¿Puedo irme a dormir?», reclamaba antes de irse.
La desaparición de la española
Su actuación en el segundo set fue incomprensible incluso para ella porque ni los nervios sirvieron como razón. En los primeros minutos, entonces sí, Badosa apareció atenazada por el escenario y su rival, Navarro, una de las jugadoras más en forma del circuito, lo aprovechó. Con un esquema de juego, claro, lanzando golpes muy profundos para empujar atrás a la estadounidense, le faltó puntería y cedió el primer set en un visto y no visto.
Pero después Badosa había despertado de la mejor de las maneras. Desde el inicio del segundo periodo, la española estuvo más afinada, se movió mejor, encontró la confianza y llevó a Navarro al límite. Con 1-5 a su favor y dos breaks en su haber, Badosa parecía dispuesta a lanzarse a por el tercer set, la victoria, las semifinales del Grand Slam estadounidense y quién sabe qué más. Pero de golpe desapareció. Sin problemas físicos, Navarro le devolvió uno de las rupturas y Badosa volvió a fallar, y a fallar, y a fallar. Perdió todo lo que se podía perder hasta el final del encuentro -incluso 11 puntos consecutivos- y salió de la Arthur Ashe entre lágrimas.
«He empezado a fallar golpes y he perdido como 20 puntos casi seguidos. Ha sido raro porque me considero una jugadora muy regular. De hecho diría que nunca he perdido un set que dominaba por 5-1. Es una pena porque todas las tenistas soñamos con jugar partidos decisivos en un Grand Slam y yo lo tenía en la mano. No he sabido gestionarlo, es una pena», analizaba Badosa que confesaba que pese a haber jugado bien «cuatro o cinco juegos» nunca se encontró cómoda del todo. «No me he sentido yo en ningún momento», finalizaba.
Como consuelo, su regreso a la élite
Pese a la derrota y, sobre todo, el camino de la derrota, a Badosa le queda su mejor actuación en el US Open y un salto en el ranking que le permitirá enfocar la próxima temporada de otra manera. Recuperada de su lesión de espalda, el próximo lunes regresará al Top 20 del ranking WTA dos años después e incluso podría escalar algunas posiciones más en el WTA 1000 de China. No estará en las WTA Finals como estuvo en 2021, pero ya no necesita sobrevivir con el ranking protegido y ya está de regreso a la élite.