Llega envuelta en un blanco vaporoso, con la sonrisa de quien ha sabido ganarle el pulso al tiempo y un disco flamante bajo el brazo –Vengo con los ojos nuevos– que resetea su mirada sobre el mundo. Ana Belén (Madrid, 74 años) cuenta que el secreto es seguir siendo curioso y afrontar la vida con cierta ingenuidad.
- Hay mucho agorero anunciando un retroceso cultural. ¿Tú crees que vamos para atrás?
- Yo lo que creo es que hay que tener memoria y que ahora se está perdiendo en muchos casos. Yo sé, por ejemplo, lo que significó el franquismo porque lo sufrí en mis propias carnes. Y, claro, me hielan un poco la sangre los discursos que relativizan la dictadura, esa gente que dice ‘oye, con Franco no se estaba tan mal’… Me pregunto cómo es posible escuchar cosas así a estas alturas. Y dichas sin vergüenza ni reparo.
- Hace poco alertabas contra una ola de extrema derecha. ¿Hasta qué punto hay riesgo de inundación?
- Pues no hay más que ver el tsunami internacional. Cuando un país tan grande como EEUU de repente tiene una hoja de ruta sin tapujos como la que estamos viendo, unida al fuerte avance de la ultraderecha en Europa… Resulta todo muy inquietante.
- ¿A qué achacas esa deriva?
- No sé si en Europa hemos sido capaces de tener presente nuestro pasado. Si no ha habido una especie de desgana a la hora de defender determinadas conquistas… Quiero decir, ¿cómo es posible que en Alemania estén triunfando fuerzas que niegan el genocidio? Y que ahora estemos viendo lo que pasa en Palestina… La memoria es muy necesaria, insisto.
- Hablando de memoria, tú has sido una figura con mucho recorrido político y ligada a una Transición que hoy se cuestiona.
- Yo no santifico la Transición, creo que se hizo lo que se pudo teniendo en cuenta de dónde veníamos. Lo que tengo claro es que la democracia no llegó porque lo decidieran tales o cuales partidos, sino porque hubo mucha gente que salió a la calle y forzó un cambio. No llegó de arriba a abajo. Fue un esfuerzo de movilización partió de la gente de la calle… Habría que enseñar a las nuevas generaciones en qué consistió aquello.
- El populismo pesca ahora en caladeros de izquierda como el voto obrero. ¿Qué ha fallado?
- Eso está pasando a nivel mundial: cuando la gente siente que sus intereses básicos no están representados se va al otro extremo. Lo que me maravilla es esta tentación de reivindicar un pasado que está tan documentado, del que tenemos tantas imágenes terribles.
- Quizá es que ahora se desconfía hasta de la imagen. Sobre todo en la era de la inteligencia artificial.
- La revolución tecnológica ha traído avances fantásticos, pero todo depende del uso que se les dé. En mi campo, por ejemplo, hay creadores a los que la inteligencia artificial les empieza a quitar mucho. Yo no escribo canciones ni guiones, pero hay mucha gente del sector que está afectada. Y además es fácil detectar canciones creadas con IA.
- ¿Cómo?
- Se nota mucho.
- ¿Y qué se puede hacer?
- Freno no puede ponerse, claro, pero sí se puede intentar educar en su uso. Pararlo es como intentar ponerle puertas al campo, y yo no estoy para nada en contra de la tecnología. Otra cosa es que la use poco.
- ¿Tampoco las redes sociales?
- Lo justo para el trabajo. Pero no me pongo a hacer fotos con la paella. No entiendo eso, la verdad. Aunque me parece bien siempre que haya un manejo razonable. El problema es cómo le pides a un adolescente que maneje bien las redes sociales. Los padres lo tienen hoy muy difícil.
- Tu nuevo disco habla mucho sobre las mujeres. ¿Qué opinas de las críticas al feminismo por ir «demasiado lejos» o ser demasiado «brusco»?
- Esas cosas solo las dicen los hombres aterrados.
- ¿De qué?
- Yo no generalizo, pero una parte de esos hombres, que han sido amos, dueños y señores de todo lo que se movía, no aceptan que esto sea una tarta que tienen que repartir. No hay otra, los tiempos han cambiado y es algo imparable. Eso les pone nerviosos. Y yo les digo pero vamos a ver, si no os vamos a desplazar de vuestro puesto (como sí habéis hecho vosotros a lo largo de toda la existencia). Si habéis hecho y desecho como os ha salido de… Tranquilidad, no pasa nada.
- ¿Qué te pareció el fenómeno del #metoo?
- Muy necesario. Porque muchas mujeres han sufrido sintiéndose muy solas en esas situaciones, muy poco arropadas y comprendidas. Y cuando una empezó a hablar, ¿cuántas salieron?
- Sobre todo en el mundo del espectáculo.
- En todos. En el cine igual que en una tienda de electrodomésticos donde un jefe te toca el culo según pasas delante de un frigorífico. Porque es una cuestión de poder, ni más ni menos. Por eso les jode tanto a determinados hombres. Porque ahora resulta que ese poder vamos a repartirlo.
- En el disco vuelve a haber canciones escritas por Víctor Manuel. Tu pareja es un milagro de estabilidad en un mundo de amores líquidos. ¿Cómo se ven desde ahí las aplicaciones de citas, por ejemplo?
- Pues muy bien si son una opción para conocer gente. Aunque da pena que a veces sea la única. Y sobre todo que no existan ya eso que antes se llamaban «los bailes», donde se podía ir a enganchar. Es que a mí me gusta mucho la presencialidad.