Alex Palou hace historia con un apoteósico triunfo en las 500 Millas de Indianápolis

Alex Palou ya es leyenda del motor tras su triunfo en la 109ª edición de las 500 Millas de Indianápolis. El triple ganador de la IndyCar, al volante del coche 10 de Chip Ganassi, conquistó una formidable victoria por delante de Marcus Ericsson (Andretti Global), a quien adelantó a falta de 14 vueltas para la meta.

Tras partir sexto en la parrilla, Palou plasmó su astucia al volante y aprovechó la oportunidad en una carrera que siempre elige a su vencedor. Supo esperar su momento y sujetar las acometidas del sueco, ganador en 2022. También controló los ataques de David Malukas (A.J. Foyt Racing), tercero; Pato O’Ward (Arrow McLaren), cuarto; y Felix Rosenqvist (Meyer Shank), quinto.

«No me lo creo, es increíble estar aquí. Hubo momentos en los que estuve bien, pero no sabía si podría superar a Marcus», lanzó Palou ante los micrófonos, después de 177 minutos al volante. «Las condiciones eran difíciles, sobre todo cuando iba tercero y cuarto en el grupo. El consumo de combustible era altísimo», admitió, casi sin aliento. Su triunfo, con apenas 682 milésimas de margen, supone el mejor desquite para quien había sufrido varios desencantos en Indianápolis. El más duro, hace cuatro años, cuando flaqueó ante Helio Castroneves tras haber liderado durante 35 giros. Esta vez, con los 14 últimos en cabeza fue suficiente.

La brújula de Wanser

Palou, guiado desde el muro por Barry Wanser, su estratega, saboreó al fin la tradicional botella de leche que distingue al vencedor. En el podio alzó el trofeo Borg-Warner y después rindió tributo a las hileras de ladrillos del brickyard, memoria viva del Indianapolis Motor Speedway, cuyas tribunas fueron colmadas por 350.000 aficionados.

A los 28 años, Palou se convierte en el primer español ganador de las 500 Millas, cerrando para nuestro país la Triple Corona del Motor. Así, une su nombre a los de Marc Gené, Fernando Alonso y Miguel Molina, que ya habían conquistado las 24 Horas de Le Mans en 2009, 2018, 2019 y 2024. Además, el bicampeón mundial de F1 también cuenta en su palmarés con dos triunfos en el GP de Mónaco (2005, 2006).

A 32 vueltas llegó el momento de la última parada de Palou, que cumplió sin contratiempos con sus mecánicos. Sujetar los nervios en ese trance no estaba al alcance de cualquiera y Ryan Hunter-Reay, que había comandado 48 vueltas, no supo cuadrar el coche en el cajón, tirando sus opciones por el desagüe.

Ese paso por el pit-lane suele arrojar situaciones dramáticas. El rookie Robert Shwartzman, autor de la pole, atropelló a sus propios operarios quedando fuera de cualquier opción. En esa atroz lucha por la supervivencia cualquier detalle decide la suerte de los candidatos. Josef Newgarden aspiraba a un histórico triplete tras sus triunfos de 2023 y 2024, pero sufrió un problema mecánico que le dejó fuera de combate. Un amargo desenlace para quien supo remontar 26 posiciones desde la penúltima plaza de la parrilla, por culpa de una severa sanción al equipo Penske.

La carrera había arrancado con más de media hora de retraso, por culpa de una fina lluvia que obligó a tomar la salida bajo banderas amarillas. Ese factor resultaría letal para Scott McLaughlin (Team Penske), que ni siquera pudo iniciar la prueba al chocar durante la vuelta de instalación. Sin temperatura en las gomas, el neozelandés destrozó contra el hormigón su suspensión delantera izquierda.

Las opciones del equipo Ganassi pasaron en exclusiva a Palou desde bien pronto, ya que Scott Dixon se vio lastrado por un problema en los frenos. Pese a entrar en la vuelta 30 para montar un recambio, el ganador de la edición de 2008 quedó relegado, finalizando a tres vueltas de su compañero.

Temple ante los doblados

Ericsson llevó al límite a Palou, que primero aprovechó una rendija y luego supo zafarse con asombrosa sangre fría. «No sabía si iba a intentarlo o no. A eso es a lo que estoy dando muchas vueltas ahora. Debería haber cubierto el interior. Cuando se me escapó, intenté por todos los medios volver a por él, pero era muy difícil con tanto aire sucio», lamentó el ex piloto de Sauber y Caterham.

El instante más crítico llegó en las dos últimas vueltas, cuando Palou rodaba por detrás de Devlin DeFrancesco y Louis Foster, ambos del equipo Rahal Letterman Lanigan. Se trataba de los dos últimos que rodaban en la vuelta del líder, por lo que interferían en su camino. Asediado por detrás, Alex controló la situación, cerrando los espacios, sin aventurarse a una maniobra con los doblados que podría haber resultado fatal.

En la última vuelta, Ericsson intentó un movimiento casi a la desesperada en la curva 3, pero Alex tampoco titubeó. Unos metros más adelante aguardaba la bandera a cuadros. Palou cruzó la meta entre banderas amarillas, por culpa de un accidente de Nolan Siegel (Arrow McLaren). Esa ralentización, por supuesto, no resta un ápice de gloria a la gesta en Indianápolis. Su primera victoria en un óvalo tras 27 intentos fallidos.

La euforia de Palou se materializó en la meta entre abrazos con sus mecánicos y lágrimas junto a su esposa Esther y su hija Lucía. En cualquier caso, las 500 Millas sólo suponen otro hito en el irresistible periplo de Palou hacia la cima. Tras cinco triunfos en las seis primeras citas del calendario, ya pocos dudan de que a finales de agosto se proclamará tetracampeón de la IndyCar. De momento cuenta con 115 puntos de ventaja sobre O’Ward (306-191). Sin haber cumplido aún 100 carreras en Estados Unidos, Palou parece destinado a rivalizar con ídolos de la talla de Mario Andretti, A.J. Foyt, Al Unser o Rick Mears.