El catedrático del Real Conservatorio de Música de Madrid acusado de tocamientos y acoso a sus alumnas anuncia una baja médica: «No me encuentro en condiciones para dar clase»

«Estimados alumnos: os transmito que en el día de hoy y como consecuencia de la persecución que estoy sufriendo y de lo acontecido en el día de ayer, no me encuentro en las condiciones óptimas de poder dar la clase. Por ello, el doctor me ha dado la baja permanente«. El catedrático del Real Conservatorio Superior de Música de MadridPedro Garbajosa, acusado por numerosas alumnas de tocamientos y comentarios inapropiados y sobre el que pesa un expediente administrativo por falta grave o muy grave en referencia a un presunto caso de acoso en redes sociales ha anunciado este jueves por email a sus estudiantes que no seguirá dando clase por el momento.

En un breve texto al que ha tenido acceso EL MUNDO y en el que agradece «los mensajes de apoyo» e insta a quienes quieran apoyarle a ponerse en contacto con él, el profesor responde a la protesta que paralizó este miércoles durante unos minutos el Acto Académico con motivo de la festividad de Santa Cecilia, patrona de la música, en el que se le concedía, junto a otros docentes, una insignia como reconocimiento por sus más de 20 años de servicio al centro. «Sin más preámbulos, me despido y espero en los próximos días poder recuperar mi honor y mi salud mental«, termina el comunicado.

El grito estalló este miércoles nada más escucharse el nombre del profesor: «¡Fuera abusadores del Conservatorio!». Un grupo de alumnos, capitaneado por el Grupo Feminista adscrito a la Asociación de Alumnos del centro, desplegó ayer una pancarta e irrumpió en un grito unánime contra el catedrático, que después trasladó a la calle. Él desoyó los gritos y, después de recoger su insignia, saludó al público con una larga reverencia y lanzó un beso.

«El primer sorprendido soy yo», alegaba Garbajosa a este periódico a la salida del acto en el que se le señaló como abusador. «Sólo diré que llevo 34 años ininterrumpidos de carrera sin ningún problema. He tenido cinco directivas y desde hace tres años sufro un presunto acoso laboral que se dirimirá en los tribunales». Este periódico ha podido confirmar que, efectivamente, el catedrático ha presentado una denuncia por acoso laboral contra la directora y la jefa de estudios del RCSMM. «Rechazo absolutamente estas acusaciones. Soy víctima de una situación injusta y de las calumnias que se están vertiendo contra mí», se defendía a apenas un metro de la protesta estudiantil, que continuó hasta la calle.

La protesta de los alumnos llega tras años de quejas por el comportamiento del profesor, a quien acusan de tocamientos y de comentarios obscenos, especialmente hacia las alumnas. EL MUNDO ha podido acceder al relato de varios de sus estudiantes: «Dejé de asistir a sus clases porque me hacía sentir súper incómoda su forma de tocarme», alega una alumna. «Medía el tempo golpeando su mano contra mi pecho. Decía que sentía mejor el ritmo», recuerda otra. «Me preguntó mi signo del zodíaco y dijo que tendríamos una relación muy turbulenta», alega una tercera. «Todo el mundo sabe lo que pasa aquí, pero nadie hace nada», denuncia a su vez un profesor.

«Ten cuidado, que se me empina»

«Me abrazó por detrás y metió las manos bajo mis costillas. Dijo que era para controlar mi respiración, nunca antes un profesor me había tocado de esa manera», asegura una de las alumnas de clarinete que solicitó el cambio de profesor. Una más de los muchos que lo solicita curso tras curso, un extremo que confirma la dirección del centro, que asegura que responde a estas peticiones «siempre que es posible». «Estás sola con él en clase, imagínate, es muy violento. La primera vez que pasó le dije que no me gustaba que me tocara, pero después de mantenerse un tiempo más distanciado volvió a hacerlo. Fue ahí cuando ya no pude más».

«El ambiente era muy violento, no sólo por sus comentarios de tipo sexual sino también por su forma de humillarte. Cuando hacía algo bien, me decía: ‘Ten cuidado, que se me empina’. Cuando hacía algo mal, me espetaba que no valía para nada, que era una mierda», afirma otra alumna. «Se puso muy agresivo cuando le dije que iba a solicitar el cambio de profesor. Pensé en denunciarlo, claro, pero no lo hice por miedo».

Sobre el catedrático Pedro Garbajosa, profesor también de yogaterapia en el Conservatorio, pesa una única denuncia ante la inspección educativa por acoso e insulto en redes sociales. El resto son quejas verbales que, alega el centro, impiden una actuación más contundente. «Hay un procedimiento de expediente disciplinario abierto contra él a petición del centro por falta grave o muy grave tras la denuncia de dos alumnos», confirma a EL MUNDO Consuelo de la Vega, directora del RCSMM, dependiente de la Comunidad de Madrid, que se dice conocedora de la situación. «Está abierto desde hace más de un año pero, sin una resolución, nuestro trato, como institución, ha de ser como con cualquier otro profesor. Y eso incluye concederle la insignia por 20 años de servicio al Conservatorio como a los demás. Nosotros no somos jueces, tenemos que seguir el procedimiento».

la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid, de la que depende el centro, remite igualmente al protocolo: «La Inspección Educativa de la Comunidad de Madrid está investigando lo ocurrido cumpliendo todos los trámites y garantías que la normativa establece para denunciantes y denunciados. Cuando concluya esta investigación se depurarán las posibles responsabilidades», afirma en un comunicado.

No es la primera baja médica a la que se acoge este catedrático, que el pasado curso, cuando ya pesaba sobre él la investigación interna, se ausentó durante más de un mes. El expediente abierto contra él se paraliza con cada una de estos parones, y eso contribuye a la prolongación de un proceso que se ha alargado ya más de un año y medio.

La dirección del centro responde a las acusaciones de inacción argumentando que tiene las manos atadas ante la falta de denuncias formales. «La pelota está en el tejado de las estudiantes, tienen que ir a la Policía o, al menos, hablar con nosotros», anima el vicedirector del centro, Pablo Puig. «Es una historia que se repite», replica una alumna, «pero el procedimiento burocrático es tan intrincado que el miedo sigue pudiendo con nosotras».