Un discurso político contra la evidencia científica. Los postulados de la ultraderecha respecto al cambio climático y sus consecuencias irrumpen desde hace años de manera estruendosa en el debate público sobre cómo deben abordar las instituciones una emergencia de sobra acreditada. La banalización de los efectos del aumento de la temperatura del planeta, sea en forma de lluvias torrenciales o de incendios cada vez más virulentos, es ya un rumor de fondo habitual en el combate dialéctico parlamentario. Y no solo eso. Porque la cada vez mayor capacidad de influencia de Vox en el PP gracias, principalmente, a sus acuerdos en comunidades y ayuntamientos, ha logrado impregnar la acción de administraciones que recortan sistemáticamente en políticas verdes al mismo tiempo que la crisis climática se acentúa.
El planteamiento es sencillo y tiene cada vez más eco: el cambio climático no existe, es un invento de la izquierda global para alimentar “chiringuitos” y los desastres naturales pasan porque han pasado “toda la vida”. Un discurso que la extrema derecha suele ornamentar con todo tipo de descalificativos y planteamientos deslumbrantes. En sede parlamentaria se ha escuchado a Vox, por ejemplo, hacer constante mención al “fanatismo climático” o al “ecologismo radical” de Pedro Sánchez por el despliegue de unas políticas de transición ecológica tildadas de “aquelarre”. Y también ha desarrollado teorías propias sobre la evolución del clima y sus consecuencias, no ya al margen de la ciencia, sino directamente de espaldas a ella.
“El cambio climático no es una amenaza para la supervivencia. ¿Quién decretó que la temperatura óptima para la humanidad fuera la de 1850? Cuando suba 2,6 grados más a lo largo del siglo XXI los efectos no tienen por qué ser desastrosos. Hoy en día mueren de frío 17 veces más personas que de calor. Que se caliente un poquito más el planeta, para empezar, evitará muertes por frío”. El autor intelectual de esa línea de ‘no investigación’ fue Francisco Javier Contreras, diputado de Vox, que se expresó así en el Congreso de los Diputados durante una reunión de la Comisión para la Transición Ecológica y Reto Demográfico.
Pero también se pueden encontrar discursos equivalentes entre las filas del PP. La ya exconsellera del Govern valenciano de Carlos Mazón, Nuria Montes, llegó a atreverse a predecir el impacto positivo del aumento de las temperaturas desde un punto de vista económico. “Si algo bueno trae el cambio climático es precisamente la extensión de la temporada turística”, afirmó.
Porque, de manera más o menos explícita, lo cierto es que el principal partido de la oposición también ha transitado en lo discursivo hacia posicionamientos que cuestionan la evolución climática del planeta para tomar distancia de grandes consensos en los que también le costó aterrizar. Antes incluso de llegar a la Moncloa, el propio Mariano Rajoy ya ironizó en su día con la capacidad de predecir el aumento del clima en aquella exposición sobre un primo meteorólogo. “Si nadie garantiza ni qué tiempo hará mañana en Sevilla ¿cómo van a decir lo que va a pasar dentro de 300 años?”, dijo entonces.
El Partido Popular, posteriormente, sí se ha sumado a la defensa de las líneas maestras de una agenda verde demonizada ahora por la ultraderecha pero que forma parte del corazón de las políticas de la Unión Europea. Y que de un tiempo a esta parte también los populares han puesto en diana por la influencia de Vox.
Negacionismo y recortes
Esta misma semana, de hecho, y en plena ola de incendios que han quemado Castilla y León por los cuatro costados, el presidente Mañueco restó relevancia a la posibilidad de invertir más en la prevención del fuego y en el impacto que el aumento de las temperaturas o la sequía tiene sobre la virulencia del mismo. “Los incendios forestales son cíclicos y las condiciones meteorológicas, imprevisibles”, sentenció, para dibujar un panorama poco menos que inevitable.
Al presidente de la Junta de Castilla y León, precisamente, le achacan desde el PSOE ser uno de los presidentes autonómicos que simbolizan la política de recortes en la prevención de incendios y en la precarización del cuerpo de bomberos. La oposición castellana y leonesa acusa al ejecutivo autonómico de eliminar puestos de control en los montes y vuelca sus críticas en la figura del consejero de Medio Ambiente, Juan Carlos Suárez-Quiñones, que en una entrevista en 2018 llegó a calificar de “despilfarro absurdo” la inversión en la prevención de incendios para cuidar los montes durante el invierno. Desde el PSOE también recuerdan que este pasado curso político la mayoría de PP y Vox en las Cortes de Castilla y León tumbó una iniciativa “para proteger y regular el trabajo” de los bomberos forestales.
En realidad, la disminución de los recursos para luchar contra el fuego es una tónica general entre las administraciones públicas, según denuncia la Asociación Nacional de Empresas Forestales (Asemfo). En un estudio reciente basado en datos oficiales de ayuntamientos, comunidades y ministerios implicados, la asociación concluye que la partida destinada a la prevención de incendios se ha desplomado a la mitad desde 1999 hasta 2022. Si la suma de los recursos de todas las administraciones ascendía a 364 millones de euros en 2009, con los datos más recientes de 2022 el montante se reducía a 175,8 millones de euros.
De manera global, de los aproximadamente 1.100 millones de euros que se destinan al año –entre Gobierno central y comunidades autónomas– a incendios forestales, “en torno al 60%-70% están dedicados a la extinción”, según el cómputo general que hace la organización WWF tras rastrear los presupuestos más recientes.
Y todo ello a pesar de algunos pasos dados por el Gobierno central desde el departamento de Transición Ecológica. En 2024, por ejemplo, el Ejecutivo de Pedro Sánchez el estatuto que regulaba la profesionalización de los agentes forestales para garantizar unas condiciones de trabajo dignas. Una norma que a día de hoy no aplica ni una sola comunidad autónoma y que tampoco ha instaurado siquiera el propio departamento de Transición Ecológica en los agentes que forman parte de las Brigadas de Refuerzo de Incendios Forestales.
En junio, además, el Consejo de Ministros aprobó una partida de 115 millones de euros contemplada en el Plan de actuaciones de prevención y lucha contra los incendios forestales de 2025. Y hace justo tres veranos el Gobierno emitió un decreto para regular la prevención y lucha contra incendios forestales que incluía obligaciones para propietarios de terrenos forestales, además de un fondo de compensación para cubrir los gastos derivados de los incendios forestales.
La tendencia de las administraciones gobernadas por el PP en las que Vox resulta imprescindible para la gobernabilidad es, sin embargo, acercarse al negacionismo institucional. Varios líderes territoriales populares, de hecho, han abjurado en público del Pacto Verde europeo diseñado para combatir la crisis climática y cuyos programas reciben partidas de los fondos de la UE para la restauración de ríos, rehabilitación de casas, transporte sostenible o recuperación del litoral.
Tras la DANA, Carlos Mazón llegó a calificar el Pacto Verde como un “dogmatismo climático” que “va directamente contra la esencia de nuestra economía”. El murciano Fernando López expresó en la Asamblea su “rechazo” explícito al Pacto Verde europeo. Y el aragonés Jorge Azcón se refirió a políticas “equivocadas, que son erróneas y que son objetivamente un disparate”. Unos postulados bendecidos por la dirección nacional del partido, que llegó a secundar el rechazo de Vox en el Senado a una moción sobre ese Pacto Verde.
En lo que va de año han sido arrasadas por el fuego más de 100.000 hectáreas en toda España. A última hora de este jueves se mantenían activos decenas de focos por todo el país en una crisis que se ha cobrado por el momento la vida de tres personas. La Organización Mundial de la Meteorología y las Naciones Unidas alertan, además, de que los próximos cinco años serán los más cálidos jamás registrados, con una probabilidad del 80% de que al menos uno de esos años supere el récord actual de temperatura.