Va un símil un poco tabernario: si Michel Houellebecq escribiera guiones de comedias románticas, la saldrían películas como Materialistas, el filme de Celine Song que llegará hoy a los cines de España. «Me parece bien esa comparación», dice Song, la directora de Vidas pasadas (2023). Un recuerdo: en Vidas pasadas, el tema era, de alguna manera, la bondad de los amantes. La bondad de aquellos que se quedaron con algo por decir pero nunca olvidaron, de aquellos para los que ya es tarde y de aquellos que aceptan que las personas amadas tienen eso mismo, vidas pasadas. La película era conscientemente antigua y parsimoniosa, había pocos diálogos y su luz estaba levemente velada. Materialistas, en cambio, es una película irónica y un poco estridente y está llena de escenarios de lujo y de clichés que acaban por funcionar como formas de autoparodia. Lucy, una exitosa matchmaker (o sea, una mediadora en el mercado de las citas amorosas entre profesionales ricos de Manhattan), tiene que enfrentarse a sus propias expectativas en la vida. Lucy tiene un pretendiente, un millonario guapo, seguro de sí mismo y, aparentemente, libre de neuras y obsesiones. También tiene un antiguo novio que le quiere mucho y que le es más afín en su modo de ver la vida, pero que no tiene ni para llegar a fin de mes y que anda bastante perdido. ¿Qué hará Lucy? Elegir, perdonarse sus hipocresías y, por el camino, volver a pensar por qué la gente se empareja y cómo les afecta saber que las tasas de divorcio son altas y que existe una cosa llamada «aplicaciones de citas». Hay un aliciente más: el reparto de Materialistas también es lujoso: Dakota Johnson, Pero Pascal y Chris Evans… A24, la firma detrás de todo el gran cine de autor actual, aparece como productora.
¿Y lo de Houellebecq? Materialistas, en el fondo, habla del amor como inversión y bien de consumo y de los amantes como competidores en un mercado que cada vez es más explícito. «¿Ganas 350.000 al año, eres simpático y no del todo feo pero mides 1,65? Entonces, las parejas a tu alcance son mujeres de 36 años en adelante. Sabemos que querrías quedar con una chica de 28 años pero tu valor de mercado no es suficiente». El mundo que describe Materialistas es más o menos ese.
«En realidad, la lógica del mercado siempre ha existido en torno al matrimonio», explica Song. «Está en la literatura. Se me ocurre pensar en Orgullo y prejuicio, pero hay mil historias parecidas. Lo propio de 2025 es que, antes, el mercado del matrimonio ocurría en lugares pequeños, en fiestas de pueblo o en bailes, en lugares así. En cambio, ahora, es un mercado global que nos presiona para que nos presentemos como objetos de consumo, como mercancías… Es un mercado muy líquido y muy veloz gracias a las aplicaciones de citas. Y es fácil que las personas acabemos por deshumanizarnos. Paradójicamente, encontrar el amor es en realidad más difícil. La frase más importante de la película es ‘No soy mercancía, soy una persona’. Las mercancías no aman a otras mercancías. Las personas sí. Para amar de verdad hay que ser una persona, dejar de vernos como un bien de consumo. Tenemos que ser una persona para ser capaces de sentir afecto y deseo ante otra persona. En ese sentido, creo que todo ha ido a peor respecto a la lógica de mercado amoroso que podían tener nuestros padres».
«No soy mercancía, soy una persona» es una frase que pronuncia un personaje secundario de Materialistas, una cliente de la matchmaker Dakota Johnson que está angustiada porque su valor en el mercado es inferior al que ella pensaba. En su desesperación, comete errores: se cita con la persona equivocada y, lo que es peor, reincide porque el terror a la soledad es insoportable. «Ese personaje no es la representación de una idea, es un personaje muy real. La desesperación de las personas es real. Es muy duro no saber cómo soportar la soledad. Mire, enamorarse es un milagro. Lo pienso todo el tiempo. Y todos estamos esperando ese milagro con desesperación», dice Song.
Hay una anécdota significativa: todas las matchmakers de la película son mujeres y su mundo es hiperfemenino al estilo de Sexo en Nueva York. Cada vez que dos clientes de la agencia de Dakota Johnson se comprometen en una boda, sus brokers sacan botellas de champagne y bailan y exhiben estilismos… «Trabajé como matchmaker seis meses y esa fue la experiencia que tuve, lo que vi», cuenta la directora. «Diría que la industria de las citas es una de las pocas que está dominada por las mujeres. También es uno de los sectores que crecen más deprisa. ¿Por que ese aspecto hiperfemenino? Creo que el mundo de las citas ha sido desdeñado durante mucho tiempo como un asunto de mujeres, y que eso ha quedado. No estaría mal que hubiese más hombres.
- ¿Cree que el miedo a la soledad es diferente en hombres y mujeres?
- No lo sé. Creo que no. Creo que es el mismo miedo para todos y, a la vez, creo que cada persona lo vive a su manera. Quizá lo que sea diferente entre hombres y mujeres sea cómo expresamos ese miedo, cómo Io hacemos soportable. Supongo que eso tiene una parte cultural y una parte estrictamente personal. Sentirse solo es parte de la experiencia humana. Lo asombroso y lo milagroso es que las personas conecten y que compartan su soledad y la alivien con alguien que, poco antes, era un perfecto desconocido.
¿Y por qué darle a esta película que, en realidad, esconde un ensayo complejo, este aspecto de comedia romántica? «La comedia es uno de los géneros más poderosos porque invita a las audiencias a entrar, les abre la puerta para que después les hablemos de cualquier tema», responde Song. «Del amor y del matrimonio, de lo que queramos. La comedia romántica nos apela a todos, mujeres y hombres, educados o no, ricos y pobres».
Ricos y pobres… Sólo queda decir que Materialistas está llena de restaurantes carísimos, de apartamentos con dobles alturas en Manhattan, de trajes impecables y de detalles de lujo silencioso. Si el personaje de Dakota Johnson remite a Sexo en Nueva York, el de Pedro Pascal hace pensar en Succession. «Pero se le olvida que la película habla muchísimo de la vida de John [el ex novio sin blanca al que interpreta Chris Evans]. John no llega ni a clase media. Lo que pasa es que la otra parte, la del lujo, llena más los ojos pero es John quien representa lo que es vivir en Nueva York en realidad. O sea: compartir habitación, llevar un coche que se cae a pedazos… Hay una tendencia a pensar que el núcleo de la película está en el mundo de Harry [el millonario al que interpreta Pedro Pascal]. Pero en realidad es John y su mundo de clase trabajadora es el que está en el centro del filme. Quizá ocurra que las comedias románticas siempre están llenas de restaurantes caros y cosas así y que eso haga que los espectadores vayan a ver Materialistas con esa expectativa: ver restaurantes caros. Lucy, que es el personaje central, tampoco es una habitante del Nueva York de los ricos. Es una mujer que vive de su sueldo. Esta no es una película sobre ricos, es una película en la que aparecen diferentes modos de vivir en Nueva York con o sin holgura«.