En 1956, el guionista Víctor Mora (Barcelona, 1931-2016) y el dibujante Miguel Ambrosio, que firmaba como Ambrós (Albuixech, Valencia, 1913-1992), lanzaron un nueva tebeo de aventuras para la todopoderosa editorial Bruguera, en un formato muy popular entonces, un pequeño cuadernillo apaisado donde las historias se dividían a la manera de las comic strips estadounidenses, con dos tiras por página en blanco y negro (aunque los materiales eran originales y no habían aparecido antes en ningún periódico). El título de la nueva colección era El Capitán Trueno y, aunque sus autores no lo sabían entonces, acababan de crear una leyenda del cómic español que marcaría la infancia (y, más adelante, la senectud) de varias generaciones.
Durante más de 30 años, Mora (que era comunista y utilizó durante varios números el seudónimo de Víctor Alcázar), escribió las aventuras del Capitán. Ambrós, extenuado por la presión de Bruguera para que aumentara su producción, abandonó la serie en 1960, y fue sustituido por un rosario de dibujantes que tenían la orden expresa de mantener el espectacular y dinámico estilo del valenciano. El éxito del tebeo fue tal que llegó a tener en su momento de mayor popularidad una tirada de unos 350.000 ejemplares semanales, que ya son ejemplares. ¿A qué se debía su fama? La fórmula original de Mora y Ambrós era sencilla, pero eficaz. Tomar un poco del espíritu de las novelas de aventuras de Salgari, Verne o Walter Scott; mirar de reojo a obras maestras del cómic internacional, como Terry y los piratas de Milton Caniff, y aderezar todo con un desenfadado sentido del humor que, siempre dentro de los límites de la implacable censura, convertían a El Capitán Trueno en un tebeo único que Bruguera quiso clonar posteriormente a toda costa con El Jabato (1958), con Mora y Francisco Darnís al dibujo, o El Corsario de Hierro (1970), de nuevo con el dúo original, Mora y Ambrós. Aunque gozaron de una cierta popularidad, los sosias de Trueno no llegaron a hacer sombra al original.
Al cuadernillo se sumaron todo tipo de especiales y recopilatorios en color, y la serie estuvo en la brecha hasta 1968, año en el que Mora abandonó el personaje y Bruguera empezó a reeditar el material ya publicado. Los intentos por resucitar al Capitán se sucedieron a lo largo de las décadas, con diversos autores y formatos, pero ninguno terminó de cuajar y ni mucho menos de rozar siquiera su descomunal notoriedad de los años 60, aunque Trueno siempre ha permanecido en el imaginario popular. La banda de rock Asfalto le dedicó el tema Capitán Trueno en 1978. En 2011, tras varias intentonas infructuosas, llegó a estrenarse una película, El Capitán Trueno y el Santo Grial, protagonizada por un esforzado Sergio Peris-Mencheta, que ostenta la deshonrosa etiqueta de ser uno de los mayores fracasos del cine español.
A todo esto, ¿de qué van las aventuras del Capitán Trueno? Pues el bueno de Trueno es un caballero del Condado de Barcelona que participa en la Tercera Cruzada, en el siglo XII. La excusa de la reconquista de Tierra Santa se difumina pronto, porque Trueno vive todo tipo de aventuras por todo el mundo sin que el rigor histórico importe un pimiento, acompañado por sus dos fieles compinches, el forzudo Goliath y el pilluelo Crispín. Por supuesto, tiene una dama que aguarda a que terminen sus correrías para casarse con él, la bella princesa vikinga Sigrid de Thule, pero antes que eso ocurra las ranas tendrán pelo.
Así que llegamos al punto en el que proponemos cómo sería el Capitán Trueno si hubiera sido creado en 2025. La ilustración que acompaña este texto, realizada por un servidor, busca ser lo más ambrosiana posible. Mi propuesta es la siguiente: Trueno es capitán del ejército español, nacido en Barcelona. Es hijo de emigrantes dominicanos, que han trabajado todo lo duro que se puede trabajar para darle a su hijo una buena educación.
Duro, forjado en las calles pero dotado de un optimismo recalcitrante, Trueno fue un excelente estudiante y se decidió por la carrera militar. Graduado con honores, asciende a capitán como su propio nombre indica. Ha estado en todas las misiones donde han participado las Fuerzas Armadas: Afganistán, Somalia, Líbano, y en todas ha demostrado su arrojo, valentía y buen juicio. Gracias a su hoja de servicios, el alto mando le guarda un destino especial. Se encargará de liderar un equipo especial junto a otros dos soldados de élite, el joven y risueño oficial de inteligencia Víctor Crespo, apodado Crespín, y Germán García, Goliath, un mastodonte de dos metros y 140 kilos, oro olímpico en halterofilia. Juntos realizarán todo tipo de misiones donde se enfrentarán a amenazas que escapan a la comprensión humana: magos venidos de otro tiempo, alienígenas que se han hecho fuertes en el Área 51, oscuras organizaciones terroristas lideradas por oligarcas de origen incierto…
Un tebeo pop en español, que honraría a su venerable predecesor en su saludable sinvergonzonería.