Kilian, Pogacar o Topuria, el entrenamiento en calor, la nueva moda en el deporte de élite: «Hemos tenido que parar por mareos»

Kilian Jornet vuelve a casa después de un entrenamiento intenso y en lugar de meterse en la ducha hace todo lo contrario: se mete en el infierno. En una habitación cerrada, enciende un calefactor, conecta el humidificador, se pone un par de chaquetas y empieza a pedalear en una bicicleta estática. A casi 40 grados, en un par de minutos está sudando la gota gorda. Pero aguanta. Y aguanta. Y aguanta. Y aguanta. Aguanta hasta que al cabo de una hora aproximadamente está deshidratado y, entonces sí, se baja, sale de la habitación, se desviste y bebe litros y litros de agua. Acaba de completar una sesión de entrenamiento en calor o ‘heat training’, la última tendencia en el alto rendimiento.

Tadej Pogacar y la mayoría del pelotón ciclista, numerosos maratonianos y hasta luchadores como Ilia Topuria ya lo aplican. Si años atrás hubo la revolución de entrenar en altitud, donde falta el aire, ahora llega la revolución de entrenar en calor, donde falta el agua.

Sudar más, una bendición

Hay dos grandes beneficios, uno lógico, muy estudiado, y el otro desconocido hasta ahora. El primero no tiene secreto: el entrenamiento en calor sirve para adaptarse al calor. Según varios estudios la temperatura ideal para el deporte está entre los tres y los 10 grados y cuánto más sube el termómetro, peor. El rendimiento puede llegar a caer hasta un 20%, una barbaridad en la élite. Por eso hay que prepararse.

«Desde los años 80 y los estudios de González Alonso los mejores deportistas han trabajado para aclimatarse al calor. Muchos eventos, como el Tour de Francia, los Juegos Olímpicos o los Mundiales de atletismo son entre julio y agosto y ha habido mucha investigación a su alrededor», expone Carles Tur, fisiólogo, responsable de entrenadores del equipo ciclista Q36.5 y preparador de la Federación Española de Vela (RFEV). Antes de los Juegos Olímpicos de Tokio, por ejemplo, las sesiones en la cámara de calor del Centro Especializado de Alto Rendimiento de Santander llevaron a las medallas a Nico Rodríguez o Jordi Xammar en el horno que era la bahía de Enoshima.

La adaptación al calor permite que el deportista sude más y en más zonas del cuerpo -se puede pasar de un 70% a un 90% de la piel- por lo que regula mejor la temperatura interna. Sudar mucho puede ser incómodo para la vida diaria, pero es una bendición en competición; quienes sudan más tardan más en deshidratarse y están menos expuestos a una pájara o un golpe de calor.

El beneficio desconocido: aumenta el oxígeno

Pero el entrenamiento en calor tiene otra virtud que hasta hace pocos años no se conocía. Además de ayudarte a competir en verano, hace que aumente tu oxígeno en sangre. «Cuando rehidratas después de una deshidratación severa aumenta el plasma, se diluye la sangre y el cuerpo tiene la falsa sensación de tener menos capacidad de transporte de oxígeno. Por eso el riñón manda una señal al cerebro para que libere la EPO endógena de manera natural y legal. Y así sube la hemoglobina, aumenta la capacidad de transporte de oxígeno y, por lo tanto, crece la potencia del deportista», detalla Tur que admite que no es fácil que el ciclista o el corredor aplique esas teorías. Porque no vale con salir a correr y mucho menos salir en bicicleta en las horas centrales de un día de estos.

Para que los beneficios sean reales se necesitan «tres y cinco sesiones semanales de aproximadamente una hora cada una durante cinco semanas» y lo mejor sería hacerlas en un sitio cerrado. «En un entrenamiento en el exterior, aunque estés a 35 grados, el viento puede eliminar hasta el 70% del calor de tu cuerpo. Puede ser útil y generar una adaptación, pero lo ideal es crear esas condiciones de manera artificial», proclama el fisiólogo, que habla de técnicas activas y pasivas.

Los peligros de la técnica

Dentro de las pasivas entraría la sauna o los baños de agua caliente y dentro de las activas las cámaras de calor o los llamados trajes de pintor. En los últimos años, en los Centro de Alto Rendimiento españoles se han instalado cámaras climáticas Thermotron y los equipos ciclistas han inventado sus propios métodos: los ciclistas hacen rodillo dentro de una tienda de campaña con el calefactor a toda marcha o embutidos en unos monos de plástico. Así los técnicos pueden controlar la deshidratación para evitar sustos y empezar de inmediato la rehidratación. La teoría dice que lo ideal es beber un 150% de lo que se ha pérdido, es decir, hasta tres litros de agua con el sodio necesario.

«Nunca hemos lamentado un golpe de calor, aunque en ocasiones hemos tenido que parar por mareos. Cuando hacemos estas sesiones tenemos sensores de temperatura de la piel y temperatura interior, pero es muy importante mirar a la cara al deportista y ver cómo funciona. Existen indicios de problemas, como cuando se corta el sudor. Hay que estar cerca», finaliza Carles Tur, que estos días prepara la Vuelta a España con los ciclistas de su equipo, que estarán listos aunque el termómetro castigue inclemente.