Podemos hace tiempo que rompió los puentes negociadores con el Gobierno. La relación se ha ido alejando con el paso de los meses en la legislatura y tuvo un punto seguramente de no retorno con la decisión de Pedro Sánchez de llevar el gasto en defensa hasta el 2% del PIB. Pero esa distancia también se ha trasladado a varios de los socios parlamentarios de la investidura. El último caso es Esquerra Republicana a cuenta del traspaso de competencias de inmigración a Catalunya.
La chispa de la bronca la prendió una entrevista de la secretaria general de Podemos, Ione Belarra, en el diario Ara, en la que criticaba la ley para transferir las competencias sobre inmigración a Catalunya. “Parte del acuerdo implica que a partir de ahora los Mossos pueden ejercer las funciones que hace la Policía Nacional, hacer batidas racistas basadas en perfil étnico, que te paren por tu color de piel a la salida del metro, cuando vas en autobús, en el lugar de trabajo. Eso que hasta ahora hace la Policía Nacional lo harían los Mossos, que tienen una enorme implantación en Catalunya”, dijo.
El independentismo catalán no recibió bien esa entrevista. Tanto de derechas como de izquierdas. El líder de Junts, Carles Puigdemont, cargó públicamente contra Belarra por las declaraciones. Y el presidente de ERC, Oriol Junqueras, publicó un tuit con una captura del titular de la entrevista, que rezaba: “Con las competencias de inmigración, los Mossos harían redadas racistas”. El líder republicano comparó esa frase con las ideas de los antiguos líderes de Ciudadanos: “Antes, estas cosas las decían Albert Rivera e Inés Arrimadas”.
La idea la repitió más tarde el portavoz adjunto de ERC, Isaac Alberto, que comparó las palabras de Belarra con las habituales en “la derecha española, tanto la derecha extrema como la extrema derecha”. “Ahora vemos que la parte progresista del Estado también las hace”, dijo.
Aunque Belarra no respondió directamente a Junqueras, sí lo hizo el fundador y exlíder del partido, Pablo Iglesias, que en su cuenta de X le recordó que fueron a visitarlo durante su periodo en prisión por los hechos del procés. “Pero ni Rivera, ni Arrimadas, ni tus nuevos socios del PSOE fueron a verte a la cárcel. Nosotros sí. Abrazo”, le dijo en un mensaje que inició un breve intercambio.
“Lo recuerdo. Yo era un preso político y al cabo de poco tú eras vicepresidente de un gobierno presidido por el PSOE. Las cosas cambian, a veces a mejor y a veces a peor. Y que empecéis a sonar como Ciudadanos me parece un cambio a peor”, contestó Junqueras.
“Eso es como si yo dijera que sonáis a CiU y a Pujol. Sería una falta de respeto. Sabes, como yo, de las razones de Junts en su competición con la ultraderecha catalanista que da el mismo asco que la españolista. Por mi parte lo dejamos aquí pero no nos faltes al respeto”, cerró Iglesias.
El portavoz republicano de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián, también intervino para redondear la posición de su partido y acusó a Podemos de equivocarse. “Soy el primero que sé que si Cataluña algún día es un estado independiente y la gobierna la derecha catalana, la gente lo va a pasar mal, pero es que la gente es lo que vota y también pasa en el Estado español, cuando gobierna el PP, pues la gente lo pasa mal, se llama democracia”, dijo en una entrevista en Radio Nacional.
El intercambio de críticas entre ambas fuerzas siguió el martes en un Pleno marcado por el rechazo de Podemos al decreto del Gobierno con medidas para tratar de prevenir un nuevo apagón total en la península ibérica como el del pasado 28 de abril. La formación de Ione Belarra se desmarcó del resto de socios de investidura –excepto Junts, BNG y Chunta Aragonesista, que también votaron en contra– al entender que era un paquete trabajado a petición de las grandes empresas energéticas.
Rufián aseguró respetar la posición de Podemos pero les lanzó un aviso. “El instalarte en el ‘no a todo’ y en el cabreo constante, aunque haya motivos para cabrearse, creo que es un mal negocio, y sobre todo para la izquierda”, dijo en declaraciones a los medios en los pasillos del Congreso.
No fue el único enfado que generó entre los socios de investidura. Sumar acusó ese mismo martes a los de Belarra de ser un “problema” para la ciudadanía y para el planeta, pero incluso EH Bildu lanzó un duro discurso sin mencionarles específicamente. “Puede ser lícito intentar tumbar un decreto para tumbar un gobierno pero no se daña al Gobierno ni al oligopolio sino a la ciudadanía y a la transición energética”, dijo desde la tribuna el diputado independentista Mikel Otero, que se esforzó en rechazar los argumentos que puso Podemos para votar.
“A nosotros no nos ha venido el oligopolio”, explicó. En cambio, citó las llamadas de las “asociaciones de pequeños productores de fotovoltaica, de la Fundación Renovables, de Greenpeace o de sectores industriales como el metal”. “Se puede pedir más ambición pero difícilmente se puede decir que las medidas no van en la buena dirección. Si alguien tenía mejores medidas para que se pudieran tomar, ha habido disposición para que fueran incorporadas, de hecho ha habido cambios sustanciales desde el primer borrador que se envió”, añadió Otero.
Los intercambios del último pleno del curso mostraron una imagen nítida del estado de la legislatura: el Gobierno pudo sacar el grueso de las medidas que llevó pero a cambio perdió uno de los decretos más importantes. Lo hizo por la negativa de Junts por un lado y de Podemos por otro, los dos socios de investidura que mayores quebraderos de cabeza han creado al Ejecutivo para sacar leyes adelante.
La posición de Podemos frente al Gobierno ha generado además cierto malestar entre esos socios con los que tradicionalmente ha tenido buenas relaciones pero que ven con cierta distancia una estrategia tan dura que impide a los socialistas y a Sumar llevar medidas tan importantes como los Presupuestos Generales del Estado.
Una idea como aquella ya la trasladó el exportavoz del Partido Nacionalista Vasco en el Congreso Aitor Esteban, actual líder de los jeltzales, en otro sonado enfrentamiento. “Es absolutamente imprudente lo que está haciendo Podemos, a no ser que lo que quiera es que se convoquen elecciones y su asunto no sea mejorar la vida de la ciudadanía, sino que haya elecciones y vencer en su duelo particular con Sumar”, dijo el portavoz del PNV el pasado diciembre, en mitad de un choque entre ambas fuerzas a costa del impuesto a las eléctricas.
Es cierto que la confianza de los socios en el Gobierno se ha resentido mucho desde aquel momento, sobre todo a partir del estallido del escándalo del exdirigente socialista Santos Cerdán. Pero de momento le dan una carta extra, sobre todo si el PSOE da muestras de que la corrupción queda circunscrita a su entorno y la luz que arrojen las investigaciones en el futuro no muestra un caso mucho más grande. Todos son conscientes de que la alternativa al actual Gobierno es uno de PP y Vox.
Estos roces sin embargo no han dinamitado todos los puentes entre Podemos y los socios de izquierda y soberanistas. Hace apenas unos días, la dirección del partido se reunió en Euskadi con la cúpula de EH Bildu. En una reunión ambas fuerzas coincidieron en la necesidad de “abrir un nuevo ciclo político y superar el régimen de 1978”, tal y como trasladaron en un comunicado conjunto.
En mitad de este debate, Rufián aprovechó para lanzar esta semana una idea disruptiva para una futura candidatura de izquierdas que aúne a las formaciones estatales y a las soberanistas. Aunque matizó luego sus palabras, el portavoz de ERC en el Congreso lanzó también dardos contra Podemos al hablar de un espacio “plurinacional” de verdad y “no creado desde el despacho de una universidad de Madrid con antenas rotas respecto a lo que significa Euskadi y Catalunya”.
Esas críticas, que no son nuevas, no han sido óbice para que el portavoz haya reivindicado en varias ocasionas la figura de Irene Montero. Hace poco citó un tuit en el que se lo colocaba como el único candidato capaz de unir a toda la izquierda. Él respondió con una foto de la ‘número dos’ de Podemos.